Viernes, 29 de Marzo de 2024

Shenoa y las vibras de J Balvin que le ayudan a sanar

ColombiaEl Tiempo, Colombia 27 de julio de 2018

RONNY SUÁREZ - EL TIEMPO @ronnysuarez_
Shenoa Cárdenas Pico es un cuerpo de seis años, 25 kilos y 122 centímetros que baila sin parar

RONNY SUÁREZ - EL TIEMPO @ronnysuarez_
Shenoa Cárdenas Pico es un cuerpo de seis años, 25 kilos y 122 centímetros que baila sin parar. Son unas caderas que se contonean con fiereza, unas piernas poderosas y unos brazos que hipnotizan. Es una sonrisa perfecta, sin un diente incisivo, y unos ojos gigantes, profundos, que se activan cuando escucha a J Balvin. Dice su mamá, Angélica, que nada la puede detener cuando decide bailar las canciones del reguetonero paisa. Ni siquiera la leucemia contra la cual lucha. Y es que Shenoa es una fuerza imparable que se enciende sin importar que esté canalizada para recibir la quimioterapia que debe soportar para acabar su cáncer. Su pista de baile favorita es, justamente, una habitación del sexto piso de la clínica San Luis, de Bucaramanga, donde recibe tratamiento. Allí se grabó un video que le dio la vuelta al mundo hace una semana. Shenoa lo protagoniza. Lleva Crocs, shorts, blusa estampada, un tapabocas -tan propio de los centros oncológicos- y una balaca rosada, con una flor enorme, que oculta el poco cabello que le queda como consecuencia de su tratamiento. La imagen, impactante, se transforma cuando comienza a bailar No es justo. Es imposible no admirarla. El video fue viral porque, luego de que su entrenador personal en Medellín se lo pasó al propio J Balvin, él lo compartió en su Instagram, y hoy tiene más de cuatro millones de reproducciones en su perfil. Allí escribió: ‘Vibras que curan’, haciendo alusión a su más reciente disco. Y Angélica está de acuerdo: la música ha sido fundamental para su hija en todo este proceso. "En las quimioterapias, la música ha estado todo el tiempo, y nunca le ha dado un malestar o un mareo. Y el baile es parte de ese resultado", sostiene. Y agrega: "Shenoa se motiva pensando no solo en ser una gran bailarina cuando todo esto acabe, porque ese finalmente es su don, sino imaginando el día en que pueda conocer a J Balvin. Cuando supo que él había visto su video se puso muy feliz". La fuerza de una familia Shenoa se guarda el carisma para el momento del baile. Frente a un micrófono prima la timidez. Pero en las pocas palabras que logra decir antes de que la pena la embargue y pasarle el relato nuevamente a su mamá confirma que quiere conocer a J Balvin y que no una, sino todas sus canciones son sus favoritas. "Se acostumbró desde muy pequeña a escuchar esta música porque con ella hago todas mis rutinas de ejercicio", dice Angélica. Están en aquella habitación de hospital que Shenoa vuelve pista de baile. Enfrentan el cuarto de seis ciclos de quimioterapia, y Angélica relata, con tono de reflexión, cómo era la vida "antes de que todo esto pasara". Cuenta que la pequeña Shenoa siempre fue una estrella en la familia Cárdenas Pico. Y una fuente inagotable de energía. Nació en el 2011, cuando su padre, el futbolista Sherman Cárdenas, jugaba en el Junior de Barranquilla. A ese origen costeño, dice Angélica, se debe el amor por el baile. Y gracias al gusto de ambos padres por el deporte, la pequeña pasó por clases de natación, patinaje, gimnasia y ballet. Toda la familia siempre ha llevado una vida saludable. Con nutricionistas y permanente compañía médica. Y por eso asegura que un cáncer es una lotería, que le puede pasar a cualquiera. A Shenoa se lo diagnosticaron en enero pasado. La familia estaba de vacaciones en Bucaramanga y pronto debía regresar a Quito, donde jugaba Sherman. Después de varios días con bajo estado de ánimo y sin fuerzas -una situación extraña en la pequeña-, decidieron consultar. Pensaban que era una migraña, pero los estudios confirmaron leucemia linfoblástica aguda, el tipo de cáncer más común en los niños, que ocurre por defectos en las células de la médula ósea. El año pasado, en Colombia fueron confirmados 609 menores con este mal, según el Instituto Nacional de Cancerología. "No se me olvida nunca cuando el doctor me dijo que era leucemia. Sentí caer en un hueco profundo, donde no veía luz; me quedé sin aire, sin fuerzas", expresa Angélica. Vinieron días difíciles, de desesperanza. Y cuando comenzó el tratamiento, semanas de hospitalizaciones, de medicamentos que van al líquido cefalorraquídeo, a las venas, por debajo de la piel y entre los músculos. Y mientras todo pasaba, la alegría de Shenoa, tal vez sin comprender la complejidad del mal que llevaba, les daba fuerzas. Fue la pequeña quien decidió cortarse el pelo ella misma antes de que empezara a desvanecerse. Fue ella quien rechazó usar gorros para ocultar su calvicie. Quien incorporó los tapabocas a su atuendo. Fue ella quien decidió no dejar de bailar. Junto a su hija, que recibe su medicamento dispersa, mirando algún video de reguetón en el celular para aprender la coreografía de la canción de moda, Angélica continúa reflexionando. Recuerda que esta semana, J Balvin dijo que la música "abre puertas para que más personas comprendan nuestro lenguaje". Y hoy está segura de que el baile es el lenguaje que usa Shenoa para mostrarle al mundo que se puede ser más fuerte que la enfermedad. Y que, a pesar de la adversidad, sus movimientos pueden ser sanadores para ella y su familia.
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