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MéxicoEl Universal, México 15 de agosto de 2018

El revolucionario que quiso salvar La Merced Ruth Gómez y Carlos Villasana EL UNIVERSAL Hace 54 años falleció uno de los grandes representantes de la plástica mexicana, el artista multidisciplinario Gerardo Murillo, conocido como Dr

El revolucionario que quiso salvar La Merced



Ruth Gómez y Carlos Villasana

EL UNIVERSAL



Hace 54 años falleció uno de los grandes representantes de la plástica mexicana, el artista multidisciplinario Gerardo Murillo, conocido como Dr. Atl. Sobre sí mismo expresaba: "el que ahora llevo es una emanación directa de las circunstancias de mi modo de ver y de mi espíritu independiente. Soy el Dr. Atl porque soy el Dr. Atl, y todo lo bueno o malo que he hecho y que tenga cierto color, lo hice yo".

Murillo explicaba que con este mote se identificaba más que con "la imposición de sus padres". En Europa comenzó a firmar su obra como "Atl", palabra en náhuatl que significa agua, posteriormente el artista Leopoldo Lugones le sugirió adoptar el título de doctor.

Apasionado de los volcanes, las letras, la pintura y del patrimonio, Murillo marcó a la generación de muralistas mexicanos cuyos nombres, al igual que el suyo, son reconocidos a lo largo del mundo.

Nació el 3 de octubre de 1875 en Jalisco y desde los 19 años se interesó por la pintura, estudió en el taller de Felipe Castro. Su hambre por seguir aprendiendo lo trajo a la capital para ingresar a la Escuela de Bellas Artes, al mismo tiempo que cursaba la preparatoria. Su talento y empeño llamó la atención del entonces presidente Porfirio Díaz, quién le otorgó una beca para que estudiara pintura en Europa en 1911.

A su regreso, impartió clases en la Academia de San Carlos, tuvo como estudiantes a Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco; ahí conoció a Carmen Mondragón, a quien bautizó con el seudónimo de Nahui Olin, con el tiempo se convertirían en una de las parejas más célebres del circuito artístico, intelectual y político del país de la primera mitad del siglo XX.

En un artículo que de la Secretaría de Cultura, se menciona que Diego Rivera habló en alguna ocasión sobre Dr. Atl: "es uno de los personajes más curiosos que han nacido en la modernidad del Continente Americano. Tiene la historia más pintoresca de todos sus pintores. Imposible tratar de relatarla sin emplear varios tonos".

La admiración de Dr. Atl por los volcanes lo llevó a estudiar vulcanología durante su estancia en el viejo continente y por ello se desenvolvió como alpinista. Sus expediciones a las alturas le permitían explorar el paisaje desde diferentes ángulos, el cual plasmó en incontables ocasiones en sus cuadros, los protagonistas solían ser volcanes como el Popocatépetl y el Paricutín.

Una de las aportaciones del pintor fue su "atl-color", de acuerdo con la Secretaría de Cultura "esta técnica consistía en la aplicación de tintes secos o resina con los cuales se podía imprimir sobre papel, tela o roca".

Fueron pocas personas a quienes Murillo enseñó esta técnica, una de ellas fue su amada Nahui Olin. Otra contribución que dejó el artista y vulcanólogo a la ciudad fue el haber nombrado las calles del fraccionamiento Jardines del Pedregal.

El romance terminó después de cinco años. Él le llevaba 19 años y cuando iniciaron su relación ella estaba casada. Se convirtieron en una de las parejas más famosas del país tanto por el talento de ambos como por romper paradigmas morales de una sociedad del siglo pasado.

Juan Pellicer transcribió, dentro de su artículo "El fresco encanto de la profanación", un relato de su tío Carlos Pellicer sobre una visita a Dr. Atl: "se me ocurrió un domingo ir a verlo pintar un mural en el Ex Convento de San Pedro y San Pablo. La puerta del zaguán estaba ligeramente entreabierta y pude escuchar toda una gritería, explosión de injurias. Entré y me oculté para no ser notado. Los gritos partían de la boca de una mujer bellísima de apellido Mondragón que había vivido por años en París y era el amor de Atl. La cosa era por celos. Él estaba sobre andamios pintando un muro y ella abajo insultándolo. El apellido Mondragón es francés. En determinado momento ella le gritó: ¡Te voy a comer los hígados! Y él, ?apenas pude escuchar? le respondió en francés: ?Oui, mon dragon? ?Sí, mi dragón?. Me tragué la risa, no supe cómo".

Un defensor de La Merced

Juan Pellicer habla sobre Gentes profanas en el convento, un libro autobiográfico en el que el Dr. Atl narra diversas etapas de su vida, una de las más significativas es la época donde vivió dentro del Ex Convento de la Merced.

Gerardo Murillo también se involucró activamente en el gobierno mexicano y realizó varios actos en nombre del entonces presidente Venustiano Carranza. Él trató de hacer un pacto con Obregón y al fallar fue arrestado, interrogado y encarcelado en la antigua prisión de Tlatelolco. Dos semanas después se fugó y encontró refugio en La Merced, gracias a un antiguo subalterno de batalla, quien ocupaba el puesto de portero del Ex Convento.

"Convierte al antiguo convento en una nueva comunidad de gentes profanas que, gracias a la carismática personalidad de Atl, poco a poco se va poblando por seres angelicales, como a él le gusta calificarlos, por sencillas familias de muy modestos recursos y también por jóvenes secretarias y muchachas de las escuelas cercanas que, contagiadas por la desbordante alegría de vivir tan característica de Atl, por su buen humor y su agudo ingenio, lo ayudan a mecanografiar sus textos, aprenden a dibujar y a pintar bajo su supervisión, preparan festivos banquetes en el claustro para sus numerosos amigos ?políticos, escritores, trabajadores, periodistas, artistas, banqueros?, lo ayudan a organizar las exposiciones de su obra plástica, la promoción y venta de sus cuadros y fraguar sus ambiciosos y descomunales proyectos, desde la exploración y explotación de minas de oro hasta nada menos que una reurbanización de la Ciudad de México; no falta el relato de una alucinante expedición a la cumbre del Popocatépetl, otro terreno predilecto de Atl, con la predilecta de sus jóvenes ayudantes", explica Pellicer.

La comunidad generada dentro del Ex Convento, aunado a que fue el escenario donde vivió su tórrido romance con Nahui Olin, hizo que Atl se convirtiera en un defensor del barrio; especialmente del inmueble, uno de los pocos ejemplos en México del arte mudéjar, del que impidió su demolición por el sólo hecho de vivir ahí. Ahora el lugar tiene más de 300 años de historia y está catalogada por el INAH desde 1932.

Con el paso del tiempo, ya sin el Dr. Atl como su habitante, el inmueble cayó en desuso y descuido, hasta que en 1964 empezaron leves trabajos de restauración, para que fuese sede de la Hemeroteca Virreinal, el Taller Nacional del Tapiz y el Centro Nacional de Investigación y Documentación Textil del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA).

En 2011 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) anunciaba que albergaría al Centro Nacional de la Indumentaria, Diseño Textil y Música, por lo que en el proyecto de remodelación se colocó, en la mítica azotea del Dr. Atl, una estructura tubular que rompió con el estilo arquitectónico del inmueble, el cual hoy en día está cerrado al público.

La muerte del vulcanólogo

"El Gran Diario de México" informó a sus lectores sobre el deceso del Dr. Atl, quien falleció a los 89 años de edad por un paro respiratorio, dentro del sanatorio Santa Fe el 15 de agosto de 1964, alejado del convento que tanto protegió.

"Durante varias semanas, el viejo artista, quien hubiera cumplido noventa años el próximo 3 de octubre, luchó vigorosamente con la muerte, pues poseía una extraordinaria resistencia física gracias a sus aficiones de alpinista", relataba esta casa editorial.

"Tenía varios días de encontrarse en estado de coma, y a las once horas se inició en su organismo un paro respiratorio, por lo que los médicos que lo atendían, encabezados por el doctor Clemente Robles, le aplicaron la técnica respiratoria más conveniente. Dos horas y media después el inquieto mexicano que asombró a Paris y fue pintor, escritor, bohemio e infatigable tenorio, exhaló el último suspiro", continúa la nota de este diario.

Se apagó la inquieta y pintoresca vida del Dr. Atl, daba a conocer esta casa editorial, en la nota se narraba quienes habían encabezado la primera guardia en homenaje póstumo al Doctor Atl: "Ernesto P. Uruchurtu, Jefe del Departamento del Distrito Federal; don Jaime Torres Bodet, Secretario de Educación Pública; don Celestino Gorostiza, director del INBA", entre otros.

Los resto de Gerardo Murillo fueron llevados a la agencia funeraria Gayosso: "concurrieron gran número de funcionarios públicos [como Jaime Torres Bodet y el regente de hierro, Ernesto P. Uruchurtu] y personalidades distinguidas del mundo intelectual mexicano [David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro, Raúl Anguiano y otros artistas]".

La mañana del 16 de agosto, a las 9 horas, el cuerpo fue llevado a la Sala Mayor del Museo Nacional de Arte Moderno del Palacio de Bellas Artes, para allí rendir al pintor, vulcanólogo, hombre de ciencias y precursor del muralismo en México, el homenaje póstumo. Asimismo, se notificó que el pintor descansaría en la Rotonda de los Hombres Ilustres.
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