Jueves, 25 de Abril de 2024

El arquitecto estadounidense que "fabricó" el parque nacional Torres del Paine

ChileEl Mercurio, Chile 18 de septiembre de 2018

La naturaleza hoy domina el paisaje, pero hasta los años 70 la mayor parte del área estaba dedicada a una intensa actividad ganadera. Este profesional incorporó una nueva visión que incluyó impactos ambientales, restauración natural y diseño armonioso con el entorno.

"Al llegar el paisaje nos sorprendió. Era como el del libro 'El Señor de los Anillos', de J.R.R. Tolkien". Así describe su primera impresión de la zona de Torres del Paine, en Magallanes, el arquitecto paisajista de la U. de Siracusa Brian Houseal, quien llegó ahí con su esposa, Katherine, a fines de 1976, como parte del cuerpo de paz de Estados Unidos.
Vinieron para trabajar en la implementación de un gran parque nacional de 242 mil hectáreas en lo que en ese momento recién habían dejado de ser tierras ganaderas. Porque, pese a que hoy parece que fue un lugar prístino desde tiempos inmemoriales, gran parte de la superficie de lo que actualmente conforma el parque fue intervenida intensivamente por el ser humano.
"Nosotros en la Conaf nos estábamos haciendo cargo de toda una infraestructura heredada y otras que habíamos recién comenzado a desarrollar. Entonces nos cayó de perillas un arquitecto paisajista, una profesión de la que ni siquiera habíamos escuchado hablar", cuenta Guillermo Santana, quien en ese momento era uno de los guardaparques y luego llegó a ser administrador de la unidad.
"Él vino con toda una visión moderna de impactos ambientales y un montón de terminología técnica nueva para nosotros. Comenzó a trabajar desde la arquitectura misma, a remodelar y diseñar las casas que habían quedado de las estancias, hasta planificar campings con un criterio completamente moderno para la época", dice Santana.
"Mi trabajo incluyó la planificación y diseño específico de áreas de uso, las instalaciones, caminos, puentes, etcétera. No había casi nada de eso", detalla Houseal, quien acaba de visitar Chile para contar su experiencia en una actividad que celebró la cooperación ambiental entre EE.UU. y nuestro país.
"En un parque con un paisaje tan sublime había que tener mucho cuidado con cualquier elemento físico introducido por el hombre. Una obra de escala humana podía romper la estética visual", recuerda.
Es así como recomendó privilegiar el diseño de senderos y caminos que respetaban el paisaje en vez de interrumpirlo, limitar la construcción de estructuras y, si era posible, ocultarlas o instalarlas en lugares menos visibles.
El resultado de su trabajo en el departamento de arquitectura y paisajismo del parque se tradujo en un manual de planificación y diseño que los guardaparques han seguido como una biblia del manejo de áreas protegidas.
"Era más fácil trabajar porque, como estaba comenzando el Paine, el primer año completo que estuvo Brian acá llegaron 3.500 turistas registrados y de ellos solo el 20% eran extranjeros, en su mayoría argentinos. En cambio cuando se tienen 250 mil personas al año, como ahora, cuesta mucho tomar decisiones e implementarlas", admite Santana.
Llega la fauna
Al momento de creación del parque, quedaban menos de 350 guanacos porque eran cazados por los ganaderos. Hoy, en cambio, suman más de 30 mil. Los que tuvieron más problemas fueron los pumas, porque, al partir las ovejas, se quedaron sin comida y debieron migrar a las estancias de los alrededores para seguir cazando. Cuando aumentó la población de guanacos cambiaron sus hábitos.
En esa época también hicieron los primeros intentos de reintroducir el huemul. Algunos los fueron a buscar a la zona de los fiordos y también llegaron otros decomisados por Carabineros a unos pescadores. "Lo que no tenemos claro es si la población actual es exclusivamente producto de esta reintroducción o si había una población perdida en las montañas que bajó posteriormente", admite Santana.
Si no fuera por los incendios, el parque habría recuperado hoy completamente su condición natural, pero, a juicio de Houseal, el daño mayor que enfrenta son las especies exóticas. "Hay un pasto que está entrando fuertemente y los ríos tienen un alga que se llama didymo y está dañando la pesca, porque tapa las rocas y los microorganismos se sofocan. Los peces no tienen qué comer y se van. Es terrible para los que pescan la trucha".
"Brian era de los mayores, con 26 años. El resto teníamos entre 20 y 22. Fuimos una generación muy especial. Ahora jamás le pasarían la dirección de un parque nacional a un grupo tan joven. Pero, como no había nadie más, confiaron en nosotros".
GUILLERMO SANTANA
Ex guardaparque y ex administrador del parque nacional Torres del Paine
MemoriaEl parque nacional Torres del Paine se había creado en 1959 en una superficie inicial de 4.332 hectáreas, pero se fue expandiendo a medida que, debido a la reforma agraria y las expropiaciones de los años 70, el Estado se fue haciendo cargo de predios ganaderos cuyo origen databa de fines del siglo XIX. Según la publicación Memoria Histórica Cultural Parque Nacional Torres del Paine (www.cequa.cl/cequa/proyectos-detalles.php?id=2), documento elaborado por el Centro Regional Fundación Cequa -que resume con testimonios de 66 personas, tanto del mundo ganadero como de la conservación, la historia de la zona-, llegaron a funcionar allí 12 distintos predios ganaderos, con un máximo de 32 mil ovinos y 3 mil vacunos, además de la infraestructura propia de la actividad, incluyendo casas y galpones, en un total de 110 mil hectáreas.
Recuperación ambientalAl llegar al área en 1976, a Brian Houseal le sorprendió el deterioro ambiental. "Los antiguos propietarios habían quemado los bosques para traer ganado y ovejas. Había mucha erosión en el suelo", recuerda.
El solo hecho de sacar las ovejas abrió la posibilidad para la recuperación natural porque existían pastos naturales y árboles nativos en la zona. En algunos casos, como la Estancia Río Paine, tuvieron que poner ramas de árboles en las áreas más erosionadas para cortar el viento y dejar al pasto una oportunidad de recuperarse. "Había cortes de hasta dos metros en el suelo, que era por donde pasaban las ovejas. Esto se ha recuperado parcialmente; todavía se notan los rastros antiguos, dice.
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