El reciente proceso electoral nos ha demostrado el valor de las redes sociales, como canales de información y el descrédito de las antiguas formas de hacer política.
Por David HochstadterBachiller en Comunicación Social*
El invitado de hoy es socio de Efecto Estrategia Comunicaciones.
En una ciudad que nos sorprende día a día por lo variopinto de sus personajes, emergió una figura que, aparentemente, no está plagada de acusaciones: Jorge Muñoz. Esa ciudad, ahora desde su electorado, caracterizado siempre por dosis de ?shows? mediáticos, bailes de moda y ?dinosaurios? políticos, decidió en estas elecciones, como ocurrió con un conocido candidato a presidente del Perú (del mismo partido del flamante alcalde de Lima), no comerse ningún ?chicharrón? de los candidatos.
Frente a los ya conocidos audios de la corrupción y la innumerable cantidad de personajes envueltos en ellos, todo parece indicar que la ciudadanía buscó un cambio radical que, más allá de conceptos publicitarios poco acertados, reúna experiencia y, principalmente, transparencia.
Así, como dando la contra a la historia, Lima castigó aquello que por mucho tiempo premió o, al menos, le dio el beneficio de la duda. Falsificaciones de firmas que luego son absueltas por el ente rector, juicios políticos con resultados favorables, ausencias en debates o acusaciones arteras entre candidatos eran fórmulas políticas que, tradicionalmente, apuntaban a ganador.
Lo eran también tener o lograr la pantalla necesaria para hacerse conocidos, victimizarse, ir a los programas ?prime time? a hacer lo que se tenga que hacer, saber cuánto conoces de las cosas excéntricas de la ciudad a la que postulas o arrancarle algunas risas al votante luego de algún ?test? desafiante.
Algo, sin duda, cambió: los canales y las formas de comunicación. Estamos, recordemos, ante un nuevo grupo de electores que incluso agrupa hoy a dos generaciones distintas que tienen en las redes sociales ?elija usted la de su preferencia? al principal medio de información.
Por otro lado, aquellos votantes de ya algunas elecciones, tienen de un buen tiempo a esta parte al teléfono celular como una extensión inseparable de su cuerpo y no precisamente para hablar a través de él, sino para consumir información vía esas mismas redes que, convenzámonos de una vez, van mucho más allá de un ?like? o un ?share?.
Luego de esta avalancha de las últimas semanas, el gran reto pareciera ser hoy fusionar, unificar y mantener la buena comunicación lograda sobre el final de la campaña con una adecuada gestión de la ciudad de Lima, donde podamos reemplazar frases desafortunadas y tantas veces repetidas en nuestro país como ?fue un error de comunicación? o ?no supimos comunicar? por planes y programas concretos que no solo cumplan con los estándares de calidad que una ciudad como Lima merece, sino que sean claramente comunicados y explicados a sus ciudadanos.
El Comercio, Perú
15 de octubre de 2018
