Costanera Center y obras de mitigación

El Costanera Center se ha transformado en un emblema del país. Por una parte, la altura y arquitectura de la torre se han convertido en una imagen característica de la ciudad de Santiago. Por otra, el centro comercial ha sido un punto de gran auge turístico, lo que lo ha transformado en el centro comercial con mayores ventas del país. Finalmente, y es su aspecto más controversial, su historial de construcción y las negociaciones para que el proyecto pueda ser aprobado se han transformado también en una especie de emblema de las dificultades regulatorias que implican las ejecuciones de este tipo de proyectos.
Durante casi diez años han sido múltiples las reuniones entre la Municipalidad de Providencia, Cencosud, el Ministerio de Transportes y otros organismos, para zanjar las mitigaciones que le permitirían a Cencosud abrir definitivamente la torre principal del complejo comercial Costanera Center. Hasta ahora, la no realización de las mitigaciones contenidas en el estudio de impacto de esa obra sobre el sistema de transporte urbano (Eistu) mantiene la mayor parte de ese edificio sin poderse utilizar, dando cuenta de un evidente problema institucional.
Como una forma de destrabar el problema, la Municipalidad de Providencia ha hecho recientemente una propuesta que considera un total de 34 obras, distribuidas en siete grupos. Sin embargo, pese a que las mitigaciones convenidas incluyen aspectos que son positivos para la comuna -como mejoras en la calidad del espacio público-, no es claro que responda a cabalidad al sentido de la regulación que rige esta materia.
El objetivo básico de un Eistu está relacionado con la mitigación de los efectos de un proyecto sobre el transporte público y privado. En el caso en cuestión, gran parte de los efectos de esa edificación recae en usuarios viales que viven en otras comunas, y parte importante de las propuestas no parece hacerse cargo de estos aspectos. Así, por ejemplo, durante el inicio de la construcción, la gran mitigación del proyecto iba a ser el túnel bajo Andrés Bello, que obviamente sí se haría cargo de lo que establece efectos viales de una determinada obra, pero ello prácticamente quedó descartado del plan (solo ocurriría en la medida en que se completen 5.695 estacionamientos, cosa que probablemente no ocurrirá).
Así, a las dudas sobre la efectividad que tendrán las medidas acordadas para reducir la congestión y los tiempos de viaje, una vez que el edificio esté en pleno uso, se agrega la percepción de que los recursos comprometidos pueden terminar siendo bastante inferiores a los del Eistu original.
Hace algunos días en "El Mercurio", el controlador de Cencosud, Horst Paulmann, señaló: "Nos exigen cosas y nosotros no le damos solución legítima, porque no hay solución legítima. Hay que sacar una ley para esto". A este respecto, cabe insistir en la necesidad de encontrar mecanismos de solución que sean más expeditos y que zanjen las legítimas controversias de una manera mucho más rápida e institucionalizada de lo que está ocurriendo.