Viernes, 19 de Abril de 2024

Kepler, una búsqueda más allá de la Tierra

PerúEl Comercio, Perú 13 de noviembre de 2018

Desde su lanzamiento en el 2009, este telescopio espacial ha permitido la detección de más de 1.000 planetas fuera del sistema solar.

Por tomás unger



Desde la antigüedad se ha especulado sobre si existe vida en alguna otra parte del universo. Una vez conocido el sistema solar y las órbitas planetarias, los astrónomos comenzaron a especular si había planetas alrededor de otras estrellas.





Dada la proporción de tamaño entre planetas y estrellas, con los telescopios del siglo XIX no podía esperarse ver un exoplaneta (planeta fuera del sistema solar), ya sea directa o indirectamente. En el siglo XX, además de los nuevos telescopios cada vez más potentes, se idearon varias maneras de detectar la presencia de un planeta de manera indirecta.





?Luz y gravedad?





La presencia de un exoplaneta, aunque no es posible observarlo directamente, se puede determinar por su efecto gravitacional sobre la estrella que orbita. Otra manera es por la variación de la luminosidad de la estrella cuando la cruza el planeta. Todo esto requiere instrumentos muy sensibles y largos períodos de observación.





Así, la primera detección científica de un exoplaneta se dio en 1988. Se trataba de un cuerpo celeste que orbitaba una estrella a unos 45 años luz. Su hallazgo se confirmó en 1992. De ahí en adelante, estos métodos fueron usados por diversos observatorios. Para el comienzo del nuevo milenio, cuando ya se habían ubicado varias decenas de exoplanetas, la NASA decidió que esta búsqueda no se haría solo desde la Tierra.





?Kepler?





Como parte de un programa de bajo costo dedicado puramente a las misiones científicas, la NASA propuso el programa Kepler, que recientemente ha finalizado. Se trataba de una misión que costaría uno 600 millones de dólares, incluidos los 3,5 años de operación. En el 2012, esta agencia espacial anunció que aquella misión, bautizada Kepler, ya tenía financiación. El nombre fue puesto en honor al astrónomo y matemático alemán Johannes Kepler (1571- 1630), que puso la base astronómica para la gravedad de Isaac Newton.





La misión Kepler consistía en un satélite que orbitaba el Sol a unos 150 millones de kilómetros detrás de la Tierra ?la misma distancia que hay de nuestro planeta al Sol?.





Se trataba de un satélite de 4,7 metros de largo y 2,7 metros de diámetro, con una carga útil de 480 kilos. Esta máquina no giraba como la Tierra, sino que apuntaba siempre a un lado, con los paneles hacia el Sol, donde es siempre de día. El lado opuesto, con su único teles-copio supersensible a la luz, miraba hacia donde siempre es de noche.





?El año largo?





Kepler daría la vuelta al Sol en 372,5 días, con lo cual iría un poco más despacio que la Tierra (menos de 30 m/s, o sea 108.000 km/h). Así se atrasaría 25,6 km al año. A los 9 años de comenzar su noveno y último año, en el 2018, ya estaba a unos 137 millones más lejos de la Tierra de cuando fue lanzado.





Kepler fue lanzado en un cohete Delta II en marzo del 2009 y programado para buscar exoplanetas por 3,5 años. Sin embargo, apenas inició sus observaciones se comprobó que había mucho ruido (información no deseada) proveniente de las estrellas y del satélite mismo, lo que obligó a observaciones mucho más largas.





?Falla de estabilidad?





El satélite se hallaba estabilizado por cuatro ruedas de reacción, que permiten cambiar su ángulo de visión sin consumir combustible. En julio del 2012 una de estas dejó de girar, lo cual no tuvo consecuencias. Pero al año siguiente falló una más, por lo que en el 2014 la NASA anunció un cambio de programa. En el 2015 se acabó de analizar la información acumulada y la NASA anunció que Kepler había encontrado 1.013 exoplanetas confirmados y 3.199 candidatos sin confirmar.





El nuevo programa, que no necesita ruedas de reacción, confirmó cuatro exoplanetas más. De los más de 1.000 exoplanetas confirmados descubiertos por Kepler, cuatro se encuentran dentro de zonas habitables, distancia de su estrella que permitiría la presencia de agua en estado líquido. Tres de ellos son planetas rocosos más o menos del tamaño de la Tierra. El cuarto es una supertierra, ocho veces más grande que la nuestra, y parece tener atmósfera.





?Una conclusión inevitable?





De acuerdo al número y características de los planetas descubiertos por Kepler, tomando en cuenta la pequeña parte de la galaxia que observó, los astrónomos han extrapolado las cifras, calculando que en nuestra galaxia habría más de mil millones de planetas potencialmente habitables. Aunque la cifra sea exagerada por dos órdenes de magnitud, habría más de diez millones de planetas habitables.





En el 2009 se conocían solo 300 exoplanetas. Ahora hay 3.000 confirmados y más de 2.500 candidatos por confirmar. Esto nos da más de 5.500, en solo un pequeño pedazo de nuestra galaxia a menos de 100 años luz. Estas cifras inevitablemente llevan a la conclusión de que hay muchos planetas que podrían albergar vida. Y como se trata solo de nuestra galaxia, una de más de mil millones, estaríamos hablando de una certeza: que no solo en nuestro pequeño planeta azul hay vida.





?No estamos solos?





Nunca he dudado de que no somos los únicos seres en el universo. Es un acto de soberbia el creerlo, al cual han contribuido las teorías creacionistas. A medida que progresa la tecnología y el teles-copio espacial Webb esté en órbita, crecerá exponencialmente el número de exoplanetas.





Otra cosa son las mínimas posibilidades de comunicarse con vida inteligente. Por la evolución y los cambios del medio en que viven, las formas de vida duran poco comparado al mensaje. Por ejemplo, de nuestra posición al centro de la galaxia, un mensaje tardaría 40.000 años en llegar y tendríamos que esperar otros 40.000 para recibir la respuesta. La única esperanza de comunicación es recibir un mensaje ?fósil?; es decir, de una civilización que desapareció hace miles de años. Eso es lo que busca ?hasta ahora sin éxito? el programa SETI.





No olvidemos que hablamos de miles de millones de estrellas, planetas y años. Aun así, el universo es un gran vacío. Mientras no sepamos qué es materia oscura, nuestras galaxias serán como un grano de arena por cada decena de metros cúbicos de espacio, donde un mensaje o nave espacial puede viajar mil millones de años sin encontrar nada en su camino.

La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela