Jueves, 25 de Abril de 2024

Dos villancicos

ColombiaEl Tiempo, Colombia 20 de noviembre de 2018

Eric Thompson*
El proyecto de ley de financiamiento es una formulación de política recaudatoria para mitigar el déficit fiscal basada en tres componentes claves: 1

Eric Thompson*
El proyecto de ley de financiamiento es una formulación de política recaudatoria para mitigar el déficit fiscal basada en tres componentes claves: 1. Una ambiciosa expansión de cobertura y tarifa del IVA a segmentos económicos no gravados (80 por ciento del objetivo recaudatorio), con un mecanismo compensatorio y focalizado en favor de estratos de menores ingresos. 2. Alza de la tributación de personas naturales y con énfasis en personas de ingresos superiores (con globalización, supresión de deducciones -especialmente ligada al ahorro-, escalas tarifarias adicionales de 35 y 37 por ciento, impuesto al patrimonio ‘temporal’ y última oportunidad de la normalización de activos omitidos y pasivos inexistentes antes del inicio de la ofensiva penal). 3. Apuesta al crecimiento económico vía reducción moderada de la carga tributaria sobre empresas (con reducción gradual de tarifa general -del 33 al 30 por ciento- y de la renta presuntiva patrimonial). La disrupción innovadora en el IVA no se extiende con igual fuerza a renta de empresas. Como las reformas tributarias son parte de las tradiciones navideñas, siempre afloran en ellas la nostalgia. Y en el fondo, el gobierno afina la entonación del nostálgico villancico de esta década: 1. Tarifas demasiado altas para la competitividad (tanto que para dejar de ahuyentar multinacionales para que tomen a Colombia como base regional, se propone crear un régimen holding para desgravar dividendos del exterior). 2. La proliferación de nuevos esquemas de incentivos fiscales, que generan ganadores por la mano visible del Estado y que implican costos adicionales de gestión. El más eficiente incentivo fiscal es una tarifa baja y general. 3. Carencia de una estrategia integral de cómo tomar por los cuernos el toro de la informalidad, que se incentivaría con un IVA expandido. La competencia desleal entre sector informal y los contribuyentes formales es rampante, y el arsenal fiscal está concentrado en los segundos. 4. La Dian es un actor secundario, y como lo alertó crudamente su Director, carece de planilla suficiente y clama por renovación humana y tecnológica. Paradójicamente, el sistema tiene reglas excesivas que presumen su incapacidad de control y carece de frenos y contrapesos para sus potenciales abusos en contra del contribuyente. El nuevo gobierno, presionado por el corto plazo, confronta lo urgente. Es evidente que la clase media pagará más impuestos, y que la carga será mucho más pesada para los estratos de mayores ingresos y patrimonio. Esto es ‘progresividad’ real, un golpe creciente al bolsillo al subir el estrato, gracias, en buena parte, a un IVA hoy regresivo que se tornaría progresivo. Pero el gran reto es convencer a la ciudadanía de que esta mayor contribución saldrá mucho más barata que un gasto público social desfinanciado, que una mayor inflación -el más injusto impuesto de todos-, que menores empleos y salarios estancados. La dificultad político/mediática es que son más visibles los costos que los beneficios. Al final, se apuesta por una política recaudatoria urgente para salvar la estabilidad fiscal, sin comprometerse de lleno con una política tributaria estructural sostenible, de largo plazo y procrecimiento. Si se bloquea la expansión del IVA, persistiendo muchas exenciones o exclusiones, o se recortan tarifas sugeridas, será inevitable un volátil plan B. Y este villancico improvisado podría sonar aún más a una tributación obsoleta.
*Socio de Impuestos KPMG Colombia
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