Miércoles, 24 de Abril de 2024

Una pesadilla

Puerto RicoEl Nuevo Dia, Puerto Rico 9 de diciembre de 2018

Cuando, el viernes en la noche, el abogado José Andreu Fuentes puso el punto final a su apasionada y a menudo histriónica argumentación en favor de Wanda Vázquez, todo el país advirtió cuál debía ser el único desenlace posible de esta amarga trama: el caso que el Fiscal Especial Independiente (FEI) había presentado contra la secretaria de Justicia era una verdadera porquería que tenía que ser pulverizado en el acto por la fuerza del derecho, la verdad y la decencia

Cuando, el viernes en la noche, el abogado José Andreu Fuentes puso el punto final a su apasionada y a menudo histriónica argumentación en favor de Wanda Vázquez, todo el país advirtió cuál debía ser el único desenlace posible de esta amarga trama: el caso que el Fiscal Especial Independiente (FEI) había presentado contra la secretaria de Justicia era una verdadera porquería que tenía que ser pulverizado en el acto por la fuerza del derecho, la verdad y la decencia.
Había, aun así, tensión, fuerte tensión, en el ambiente. Muy pocos estaban seguros de lo que iba a ocurrir. Es que, a fuerza de golpes, los puertorriqueños estamos aprendiendo por fin que rara vez las cosas son como debían ser. Cada día nos asombra menos lo absurdo, lo insólito, lo inaudito, lo vergonzoso que baja con estruendo de trueno desde las esferas oficiales. Es un fenómeno que lleva tiempo, pero que últimamente ha cogido velocidad y fuerza de tornado.
Se pueden llenar todas las páginas de este y varios otros periódicos relatando todo lo inconcebible que ha pasado a nivel de gobierno aquí de un tiempo hacia acá. Este mismo caso contra Wanda Vázquez, para no ir más lejos, es de lo más inusitado que se ha visto aquí en mucho tiempo.
Por eso, estábamos incrédulos cuando las partes terminaron de argumentar. No conocíamos a la jueza Yazdel Ramos Colón, de la que, hasta el viernes, solo sabían los abogados, otros jueces, los fiscales y uno que otro desdichado que hubiese caído por su sala con algún problema legal. Los hechos, para los que mirábamos desde afuera estaban claros: el FEI había venido ahí con una tremenda tramoya, enyuntando unas cosas con otras, queriendo pasar figuraciones por hechos, en un ejercicio grotesco que no tenía ni pies ni cabeza.
Trataron los fiscales de conectar a lo loco polos que estaban en Humacao con polos que estaban en Mayagüez, para que se arrestara a Wanda Vázquez por supuestamente haber usado su puesto para beneficio personal, porque se interesó en cierto momento por el trámite que seguía el caso en que una hija suya había sido la víctima de un robo en su propia casa.
Si los fiscales fueran cantantes, su desempeño fue como para sacarlos de la tarima a tomatazos. Pero como eran fiscales, que pedían que se arrestara a una persona, lo que correspondía era fallarles en contra. Ya que no conocíamos a la jueza Ramos Colón, no podíamos estar seguros de que iba actuar bien porque -triste decirlo, pero es la verdad- hay jueces tan pendientes del derecho como del ascenso y, cuando están bajo lupa de políticos algunas veces actúan, digámoslo bonito, de manera medio extraña.
Debe aclararse, antes de seguir, que gente que conoce a la jueza Ramos Colón le dijo a este periodista, antes de que terminara la vista, que ella suele actuar por la línea. Pero hasta que recitó -sin que le temblara la voz- los tres "no causa", Puerto Rico no pudo respirar con alivio, no porque le simpatice demasiado Wanda Vázquez, que no parece que sea el caso, sino porque la mayoría reconoció que lo que estaba en juego aquí es mucho más grande que la señora que, en este momento en particular, ocupa el puesto de secretaria de Justicia.
Es muy triste lo que vive este país. Atravesamos pantanos y enfrentamos tempestades sin nadie que nos guíe, nos proteja o en quién confiar. Estamos en bancarrota. Vemos todos los días las dolorosas consecuencias de una fuerte receta de austeridad que nos impusieron desde afuera, gente a la que no tenemos cómo pedirle cuentas porque no votamos por ellos, gente que cada día es más evidente a quién es que de verdad responde.
En el Congreso de Estados Unidos, que tiene el poder aquí, somos, si acaso, un balón político en sus guerrillas partidistas. Vivimos con la angustiosa sensación de que intereses bien poderosos nos rodean como tiburones que olieron sangre, listos para devorar lo poco que nos queda. No tenemos cómo defendernos, porque es en cuartos oscuros, fuera de aquí, donde se toman las decisiones que nos afectan, sin que nosotros tengamos acceso, por culpa de esta vergonzosa situación colonial a la que Estados Unidos nos mantienen encadenados.
Y, para completar, las instituciones de nuestro gobierno, que es de donde podríamos empezar la reconstrucción cuando nos tocara, han sido dinamitadas inmisericordemente la clase política mediocre y mezquina a la que se las encargamos. Estamos, como puede verse, solos.
Las feas grietas a esto vienen viéndosele y creciendo por años. Pero, pocas veces se nos habían revelado sus más fétidos rincones con tanta claridad como con lo que viene ocurriendo hace semanas con la secretaria de Justicia. Pocas veces habíamos visto la máscara caer y revelar la podredumbre con la violencia de lo que pasó el viernes, cuando tres fiscales del FEI tuvieron la osadía, la audacia, de presentarse a la corte con alegaciones tan fatulas contra la persona que ocupa el tercer puesto de más importancia en la línea de sucesión constitucional en Puerto Rico.
Al actuar así, los fiscales hicieron realidad nuestros mayores temores. Lo que nos parecía un mal sueño se alzó desde las profundidades del mar y frente a nuestras aterradas miradas se hizo una pesadilla de la vida real: en Puerto Rico se le puede fabricar o inflar un caso a su principal funcionaria de ley y orden. Si se puede hacer eso contra Wanda Vázquez, o Petra Pérez si se llamara Petra Pérez, ¿qué será de cualquiera de nosotros?
Hay lecciones indispensables aquí.
Desde tiempos inmemoriales, los pobres, los adictos, los enfermos mentales, los analfabetas, los niños, los opositores políticos, los que protestan las injusticias, han sido la presa de elección del sistema de justicia penal, que los encausa, los engulle y los destruye con precisión como de línea de producción industrial. De paso, la que el viernes se salvó de esto ha sido, por décadas, una entusiasta participante de esa fábrica de desgracias que son las infames políticas de mano dura contra el crimen.
A muy pocos nos preocupaba. De vez en cuando, nos topábamos con noticias de casos fabricados. Decíamos "ay, qué triste" y con un bostezo sordo seguíamos en paz hacia nuestro viernes negro, show de Hamilton, novela turca o concierto de reguetón. Los que tenemos educación, salario y no protestamos ni nos metemos en política, nos sentíamos seguros.
Ahora que vimos a toda una secretaria de Justicia pasando también por el mal trance, ahora quizás comprendamos que todos estamos expuestos. Ahora que sabemos que desde la trastienda del poder hay la voluntad y la osadía de llegar a tanto para ajustar cuentas políticas o rencillas personales, ahora quizás prestemos atención y hagamos lo que esté a nuestro alcance -como votar mejor, por ejemplo- para que podamos recuperar nuestras instituciones.
No se equivoquen: aquí no podemos decir, como con las matanzas en las calles, "esto es entre ellos". Esto que culminó el viernes, sí, parece ser el resultado de una lucha interna en el partido de gobierno. Pero no se le puede dejar despachar así de ligero, porque tarde o temprano nos puede tocar a cualquiera de nosotros. Esto hay solo una manera de pensarlo y no es ligera, sino muy pesada: si llegaron allá arriba, llegan a acá abajo, llegan a donde quiera. Si eso no es una pesadilla, ¿qué lo será?
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