Miércoles, 24 de Abril de 2024

Trump y el Capitolio

ChileEl Mercurio, Chile 13 de diciembre de 2018

Trump hace todo lo posible para mantenerse conectado con sus votantes más férreos.

Donald Trump tendrá dos años de difícil convivencia con los demócratas, que desde enero contarán con la mayoría en la Cámara Baja, la que no solo puede obstaculizar muchas de las iniciativas de la Casa Blanca, sino además podría decidir abrir un juicio político contra el Presidente. Si bien esto es improbable -entre otras razones porque los demócratas temen que un impeachment los haga pagar un alto costo político-, es una poderosa carta que tendrán en cada ocasión de conflicto con el Mandatario.
Como el Senado seguirá con mayoría republicana, el gobierno tendrá algún margen de maniobra, pero después de que el abogado personal de Trump, Michael Cohen, fuera condenado ayer a tres años de prisión (por fraude fiscal y mentir al FBI), y en la medida que se avance en las investigaciones sobre la "trama rusa", la situación del Presidente se hace más vulnerable. Es difícil que el cerco judicial en los próximos meses se estreche demasiado en torno a Trump, pero evidentemente su capacidad de promover iniciativas políticas y de convencer a los republicanos más díscolos quedará afectada.
Un signo de que Trump ha perdido liderazgo es la dificultad que está teniendo para encontrar un reemplazante de su jefe de gabinete, el general retirado John Kelly, a quien pidió la renuncia pensando que ya tenía al sucesor. El hecho de que Nick Ayers, hasta ahora jefe de gabinete del vicepresidente Mike Pence, rechazara el cargo muestra que para muchos ya no es una gran oportunidad servir en la Casa Blanca. Los ejemplos de Reince Priebus -que duró apenas unos meses en el cargo y fue humillado por Trump al anunciar por Twitter su despido- y del general Kelly, quien no ha podido poner en orden la Oficina Oval y fue permanentemente pasado a llevar por otros cercanos del Presidente, dan cuenta de la degradación del que fue uno de los puestos políticos más codiciados del gobierno norteamericano, y un trampolín para cargos de primer nivel. Como Trump se rehúsa a reconocer un fracaso, se vanagloria de tener una larga lista de postulantes deseosos de servir en su oficina.
Aun así, Trump necesita una "mano derecha" sólida para lidiar tanto con los republicanos que no están satisfechos con su líder y con los demócratas, cada vez más empoderados y con ganas de llegar en buen pie a las elecciones de 2020. Con una aprobación del 39 por ciento, y una desaprobación del 44 por ciento, el Presidente no puede arriesgarse a demasiados conflictos, aunque todos saben que su carácter lo lleva por ese camino.
Estos impulsos presidenciales quedaron demostrados, "en vivo y en directo", cuando acorraló ante la prensa, el martes, a los líderes demócratas en un encuentro en la Oficina Oval, y los incitó a aprobar su presupuesto, que incluye los cinco mil millones de dólares para la construcción del muro en la frontera con México. Ni Nancy Pelosi ni Chuck Schumer se amilanaron, desafiándolo en cambio a presentar la moción y perderla, a lo cual Trump respondió que está dispuesto a asumir el costo del cierre del gobierno (por falta de fondos para pagar sueldos y otros) si es por la seguridad de la frontera. Trump hace todo lo posible para mantenerse conectado con sus votantes más férreos, el 30 por ciento del electorado, aunque esto le signifique una conflictiva relación con el nuevo Congreso.
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