¿Quién dijo que todo está perdido?

fernán Cisnero
En más de 40 años, Robert Guediguian ha tenido algunas constantes. Entre ellas habría que ubicar una preocupación social y casi política por los daños colaterales de la modernidad capitalista, una economía casi política de recursos cinematográficos y una troupe de actores leales.
Todo eso está presente en La casa junto al mar , su nueva película. Incluso, como para dejar en claro esa continuidad, inserta a modo de flashback, una escena de Ki lo sa? de 1986 en la que a los protagonistas Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin y Gérard Meylan, se le ve más jóvenes, más llenos de vida, más libres y en el mismo escenario.
Es la historia de tres hermanos que vuelven a la casa de su niñez, en un puertito pintoresco del Mediterráneo, a cuidar de su padre convalesciente. El encuentro revelará dolores personales, celos y cierta nostalgia amenazada por la gentrificación turística, entre otros males.
La aparición de unos niños refugiados, les da una oportunidad de saldar deudas personales y sentir que en estos tiempos, tan vacíos, hay una chance de redimirse.
La oposición entre un mundo antiguo (el de los padres de los protagonistas, el de otro brillo del lugar con la actualidad, sobrevuela toda la película. Ahí están las fotos viejas, los rincones llenos de recuerdos, los silencios melancólicos. Guediguian filma todo eso limitándose al encuadre austero.
Esa simpleza, que le viene bien a la historia, sin embargo, está acompañada por cierto didactismo. Guediguian quiere que quede clara su tesis.
Hay un humanismo, sin embargo, que hace que el cine de Guediguian siga siendo relevante: aún nos recuerda lo que quisimos ser, sí, pero también lo que podemos ser. Porque aunque todo parezca perdido, quizás alguien venga a ofrecer su corazón.>
 Título original: La Villa. Guión: Robert Guédiguian, Serge Valletti. Productor: Robert Guédiguian. Fotografía: Pierre Milon. Edición: Bernard Sasia. Diseño de producción: Michel Vandestien.  Duración: 107 minutos. Estreno: 13 de diciembre.>