Jueves, 25 de Abril de 2024

Las anécdotas desconocidas de la infancia de Caterine Ibargüen

ColombiaEl Tiempo, Colombia 16 de diciembre de 2018

WÍLDER ZAPATA, EL PRIMER DT DE CATERINE IBARGÜEN

"Le dije que no la quería en el entrenamiento y la expulsé

WÍLDER ZAPATA, EL PRIMER DT DE CATERINE IBARGÜEN

"Le dije que no la quería en el entrenamiento y la expulsé. Ella salió de la práctica y se sentó a un lado de la cancha y se puso a llorar. Le dije que se fuera para la casa, y lo hizo".
JOSÉ ÍBER CUESTA, AMIGO DE INFANCIA DE CATERINE IBARGÜEN

"Caterine es de las pocas del grupo que le ganó al hambre. Llevábamos sobres de sabores, los mezclábamos con galletas o un pan y calmábamos la ansiedad de comer".
LISANDRO RENGIFO - EL TIEMPO @lisandroabel
La pista del estadio municipal de Carepa, Antioquia, eje de la zona bananera, no sirve para las competencias de atletismo; por eso, las delegaciones de los 11 municipios no pudieron llevar a cabo el final de los Juegos Regionales en ese escenario. Una vez la organización se dio cuenta de que era imposible hacer las competencias allí, comenzaron a inspeccionar las calles del municipio para decidir dónde se disputaran los relevos. Midieron varios sectores, la idea era que fuera una calle larga, sin huecos y tomaron la determinación de hacerla en la 20 de julio. Los relevos de 100, 200, 300 y 400 metros partieron. Cada uno de los participantes llevaba en su mente a su ídolo del momento. Para ellos, la figura de Caterine Ibargüen Mena es sinónimo de superación, triunfos, de un salto a la victoria. Unos tenían los tenis rotos; otros, una camiseta con el letrero de su municipio que casi no se leía por lo vieja, y unos más descalzos, sin importarles que una piedra se metiera en su pie y dejara atrás la oportunidad de ser uno de los seleccionados. Wílder Zapata, Diana Murillo y Diana Rivas estaban pendientes de sus atletas. Los tres forman parte del grupo de técnicos y de descubridores de talentos de Apartadó, y todos tienen algo que ver con Caterine. Zapata fue quien la descubrió, Murillo estudió y comenzó en el atletismo con ella y Rivas vivió en la Villa Deportiva de Medellín con Ibargüen. Cada uno tiene su historia, relatan cómo vivieron momentos importantes en sus vidas con la mejor atleta del mundo del 2018. Las historias No hay turnos para que hablen y hasta se pisan en sus comentarios. Zapata es el más incisivo, es el que más la conoce, la descubrió en un chequeo en el colegio San Francisco de Asís. Wílder les da indicaciones a los atletas que están a punto de competir. Los reúne, hace énfasis en que en la entrega y la recepción del testimonio y la velocidad está la clave para el triunfo. Se voltea, le da la espalda al sol, habla de Caterine, se ríe antes de contar las curiosidades, lo que vivió con ella. Se refirió a Wílmar Murillo. Era uno de los atletas que compartían concentración con ella, pero se la ‘tenía montada, no la dejaba en paz, se le burlaba, la recochaba. Caterine se quejó, pero nadie la escuchó. Un día, Ibargüen se encontró con Wílmar y, como siempre, este hizo su tarea, pero en esa ocasión la atleta colombiana estaba de ‘malas pulgas’. Murillo no entendió el mensaje y siguió; de un momento a otro, Caterine le lanzó un golpe en la cara. Cual boxeador encima del cuadrilátero, Wílmar tambaleó y se fue a la lona (piso), se levantó, se llevó la mano derecha a la boca, emanaba sangre y se dio cuenta de que el recto de derecha le voló un diente. "No me acuerdo cuál fue la suspensión, pero lo que creo es que en alguna parte de la mano debe estar marcado el diente de su compañero", recordó Zapata. En otra ocasión, el director del Índer de Apartadó le entregó unos spikes (el calzado especial para los atletas) a Zapata para que nos repartiera. De una, sin pensarlo, destinó un par para Caterine. Eran de color negro, pero eran para pruebas de velocidad, no para los saltos. Ibargüen los calzó y cuando terminó la competencia Zapata fue a donde estaba ella y le pidió los zapatos. Caterine se los entregó y cuando Wílder los examinó se dio cuenta de que estaban despegados, rotos, los dejó inservibles. "Ahí me di cuenta de que la fuerza que utiliza Caterine para saltar es inusual, brutal. ¿Destrozar los zapatos? Increíble, la verdad", contó el DT. En el estadio Santiago Santacruz de Apartadó, Zapata citó al grupo para el entrenamiento. Ese día Ibargüen estaba despachada, feliz, se reía, le buscaba la charla a sus compañeros. Wílder se dio cuenta y se puso serio, dejó de dar indicaciones, se puso de frente a Caterine y la enfrentó. "La regañé. Le dije que no la quería en el entrenamiento y la expulsé. Se puso a llorar", contó Zapata. Eso fue clave en la vida de Caterine, porque el DT le dijo que necesitaba hablar con los acudientes y él se reunió con Ayola Rivas, la abuela de Ibargüen, y formalizaron un solo grupo de trabajo. "Lo que hicimos fue aunar fuerzas, vincular a la familia en ese proceso llamado Caterine Ibargüen y recibimos mucho apoyo para que ella estudiara y tuviera el aval de la familia para entrenar. Ellos fueron a mi casa y de palabra firmamos ese compromiso", declaró Wílder. Cuando vivió en Medellín, Caterine siempre llamaba a su compañera de cuarto, Diana Rivas, para que la peinara. "Le gustaba que le hiciera trenzas, algunas veces rastas. Una vez alguna deportista que vivía ahí mismo se burlaba de mí, se aprovechaba porque yo era pequeña. En alguna ocasión, yo estaba con Caterine y la muchacha llegó a molestar, Ibargüen la encaró, pero la otra no se dejó. Caterine le pegó patadas y no volvió a molestar", precisó Rivas, muerta de la risa. Murillo fue más allá. Contó la odisea que vivieron en un viaje entre Apartadó y Medellín, iban a competir en unos juegos intercolegiados. Diana y Caterine estudiaban en el San Francisco de Asís y fueron seleccionadas. El traslado fue tortuoso. El primer trayecto fue en carro, pero se varó. En la carretera paramos un jeep Willys, se montaron, pero en alguna parte del trayecto se presentó un derrumbe; por ende, les tocó bajarse del auto, pero la idea de llegar y competir estuvo siempre, no podían fallarle a la cita. Bajaron al río, se montaron en una chalupa. A esa altura el viaje la delegación cumplía 10 horas de travesía. Tras la chalupa, volvieron a coger carretera, los deportistas se pararon en la vía y le pidieron el favor a un conductor de un furgón que los transportara, el conductor les pidió $ 100.000 y ellos cuadraron el viaje. Luego de 20 horas y casi sin comida, la delegación llegó a Medellín. "Éramos entre 22 o 25 personas. Nunca habíamos vivido una situación con tanta angustia", relató Murillo, quien se especializó en la impulsión de la bala. Amiga especial José Íber Cuesta, conocido como ‘Bubalú’, se levantó con Caterine, la vio jugar voleibol y comenzar en el atletismo. Vive a cuadra y media de los Rivas, el hogar en el que la estrella del atletismo mundial creció. Es tan buena la amistad desde la infancia que José tiene un restaurante y Caterine le hizo un video invitando a la gente a que fuera al lugar. "Es de las pocas del grupo que le ganó al hambre, lo digo porque muchos de nosotros, y ella, muchas veces íbamos a entrenar con hambre. Llevábamos bolis o sobres de sabores, los mezclábamos y con galletas o un pan calmábamos la ansiedad de comer", contó Cuesta. A él no se le borra de la mente un hecho curioso. Cierto día, a las 6 de la mañana, estaba citado el grupo de atletas para entrenar, pero Ibargüen no llegó. Wílder Zapata, el DT, cogió la bicicleta y fue por ella. La sacó de la cama y llegó con Caterine sentada en el manubrio y en medio de un mar de lágrimas. Mientras se limpia el sudor de la cara, ‘Bubalú’ sigue recordando viejas épocas, levanta la cabeza y se ríe, muestra la dentadura blanca, muy parecida a la que tiene su amiga de infancia y comienza a rememorar cuando, a veces, les tocaba entrenar sin zapatos, porque cuando la pista del estadio de Apartadó era de arena, pues el barro les llegaba hasta las rodillas y tiempo después cuando se utilizó la carbonilla, el fango era el mayor enemigo. Zapata retomó la palabra. Se impulsó, como si le estuviera diciendo a uno de sus dirigidos cómo alistarse para cuando sonara el pistoletazo y salir a correr. Contó un hecho que les relata siempre a sus dirigidos. Lo hace porque ha sido testigo de que muchos de los atletas que han comenzado se han ido, se han retirado por diferentes causas y con unas condiciones hasta mejores que las de Ibargüen, pero les pesa la responsabilidad, no superar el poder de sufrimiento y el amor por el deporte. Uno de ellos es José Abel Palacios. Zapata lo recuerda porque tenía un potencial inmenso, pero pudieron más otras cosas que le impidieron llegar lejos. Cuando Caterine ganó la medalla de bronce en el salto triple en el Mundial de Daegu (Corea) en el 2011, en Apartadó se organizó una bienvenida. La población se volcó a las calles, Ibargüen iba encima del carro de bomberos. La caravana pasó por el centro del municipio, por una calle que se estaba pavimentando y uno de los obreros con pala en mano era Palacios, quien levantó la mano y la saludó. Caterine Ibargüen, en medio de la fiesta, lo reconoció, hizo parar el carro y le dijo: "Si hubieras seguido en el atletismo estuvieras acá conmigo". Palacios agachó la cabeza y siguió echando pala, pensando en que pudo haber sido uno de los mejores atletas del país y del mundo, como su amiga Caterine.
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