Jueves, 25 de Abril de 2024

"Los niños deben aprender a ver el fracaso como una oportunidad de aprendizaje"

ChileEl Mercurio, Chile 22 de marzo de 2019

La especialista acaba de publicar un libro en el que entrega a los padres herramientas para favorecer el desarrollo socioemocional infantil.

La salud mental de los niños chilenos está bajo observación. Estudios internacionales muestran que la ansiedad, la depresión, la hiperactividad y conductas agresivas agobian hasta al 25% de los preescolares en el país, e incluso duplican las tasas que se observan a nivel global.
Una realidad con la que la psicóloga infanto-juvenil Andrea Cardemil se enfrenta a diario en su consulta y que la motivó a buscar una forma de darles herramientas útiles y sencillas a los padres, para ayudar a los hijos a manejar sus emociones. Así surgió el libro "Vitaminas para el desarrollo socioemocional de los niños", que acaba de ser publicado este mes (www.andreacardemil.com).
"El libro apunta a niños de 2 a 10 años y así como las vitaminas nutren el organismo, aquí abordo cuatro prácticas parentales que son 'vitaminas' fundamentales en el crecimiento de los hijos", explica la especialista. "Esta es la etapa en la que se establecen las bases para lo que vendrá; los países desarrollados lo saben y vienen invirtiendo en esto hace años".
Estas "vitaminas" son la autonomía y el autocuidado; el desarrollo emocional, la regulación cognitiva y el desarrollo social. Cada una ayuda a los niños a quererse a sí mismos, a identificar lo que sienten, a comprender sus estados mentales y a adquirir habilidades para establecer relaciones sanas con otros, respectivamente.
"El ejemplo de los padres es clave en cada una de estas cosas, y de lo que hacen o dejan de hacer frente a ciertas situaciones".
A su juicio, dos fenómenos cada vez más comunes en las familias chilenas son la tendencia paterna a la sobreprotección y niños con menor tolerancia a la frustración.
"Entre otras cosas, la sobreprotección anula el sentimiento de competencia, que es el que ayuda al niño, por ejemplo, a saber que si algo no le resulta, no significa que no sea capaz. Si los padres protegen en situaciones que no son amenazantes, están dando el mensaje de que el mundo es peligroso y que, sin ellos, el niño no es capaz de enfrentarlo".
Con el fin de evitar que el niño sufra, se termina haciéndolo más vulnerable, advierte. Para cambiar esto, un primer paso es que los padres sobreprotectores se den cuenta de que lo son. "Siempre detrás hay un papá que es ansioso, ya sea por temperamento o porque vivió situaciones en su infancia que lo marcaron, o porque el hijo tiene una condición especial (que nació prematuro, por ejemplo)".
Al ser más ansioso, están más pendientes de posibles peligros y sobredimensionan situaciones que no son amenazantes.
Esta sobreprotección también favorece una menor tolerancia a la frustración o al fracaso en los niños. "Manejar el fracaso significa no frustrarse si algo no resulta. Los niños deben aprender a ver el fracaso como una oportunidad de aprendizaje; la frustración se vuelve más digerible porque algo sacas de eso".
El ejemplo paterno es clave en cómo manejan el fracaso. "Poder hablar en familia de las cosas que no resultan, ayudar a analizarlas, es esencial. Y no cometer errores -común en padres exitistas-, como culpar a otros o minimizar la situación, sobre todo si para el niño sí fue importante".
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