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MéxicoEl Universal, México 21 de abril de 2019

Primeros psiquiátricos mexicanos Carlos Villasana y Ruth Gómez EL UNIVERSAL Las clínicas destinadas al cuidado de personas que tienen alguna enfermedad mental han estado presentes en la Ciudad de México desde la época colonial

Primeros psiquiátricos mexicanos



Carlos Villasana y Ruth Gómez

EL UNIVERSAL



Las clínicas destinadas al cuidado de personas que tienen alguna enfermedad mental han estado presentes en la Ciudad de México desde la época colonial. El primer interesado en abrir un sitio especializado en lo que hoy conocemos como psiquiatría fue Fray Bernardino Álvarez, personaje genuinamente altruista del siglo XVI.

En 1566 Álvarez abrió en la Nueva España el primer hospital dedicado al saneamiento mental en todo el continente americano (y uno de los primeros en el mundo), era el Hospital de los Inocentes, también conocido como Hospital de San Hipólito.

Casi cien años después, el carpintero José Sáyago empezó a alojar en su casa a algunos enfermos mentales que, debido a la desinformación o voluntad de las familias, deambulaban por las calles en busca de alimento y de algún techo donde alojarse.

Tras ver el esfuerzo de José, el Arzobispo de México, Francisco Aguilar y Seijas, decidió apoyarlo e instaló en una casona vieja situada frente a la iglesia de San Pedro y San Pablo -en la actual calle Del Carmen, esquina con San Ildefonso-, un espacio con cupo para 60 mujeres dementes, que permanecieron en ese sitio hasta el año de 1700, cuando la Congregación del Divino Salvador compró una casa en la calle de La Canoa.

El siglo XVIII transcurrió sin mayores cambios en cuanto a los hospitales psiquiátricos. Tanto el de San Hipólito como el de La Canoa funcionaron bajo la Orden de los Hipólitos hasta que fue suprimida y su administración pasó a manos del Ayuntamiento; sin embargo, algunos religiosos exclaustrados siguieron atendiendo a los enfermos mentales hasta 1853.

Décadas posteriores a la Independencia, el hospital de San Hipólito cumplió con su papel en condiciones sumamente precarias, mientras que el hospital de la Canoa recibía utilidades de una lotería y por ende sus instalaciones eran mejores.

Después de 344 años de existencia del manicomio de San Hipólito y 210 años del manicomio de la Canoa, el gobierno de Porfirio Díaz decidió que, como primer acto de la celebración de las fiestas del Centenario de la Independencia, se inauguraría el 1º de septiembre de 1910 el Manicomio General al que serían trasladados los enfermos de los antiguos hospitales.

El Manicomio se construyó en la antigua Hacienda de La Castañeda, al suroeste de la ciudad y funcionó como hospital psiquiátrico hasta 1960, cuando se replanteó su efectividad, se propuso su cierre y la reubicación de los enfermos en otras instituciones.

El encargado de la Dirección General de Neurología, Salud Mental y Rehabilitación, Manuel Velasco-Suárez, ya tenía en mente la creación de un Instituto de Neurología como el terreno idóneo para su construcción.

Como él también era el responsable de "La Castañeda", tuvo la iniciativa de trasladar a un pequeño grupo de esa dependencia al Hospital-Granja Bernardino Álvarez, ubicado al sur de la capital, en la alcaldía Tlalpan. La naturaleza y lejanía de lo caótico del Centro, favorecía a la calidad de vida que tenían los pacientes.

En aquella alcaldía ya existían un par de hospitales dedicados a la salud mental, como el Psiquiátrico de Enfermedades Mentales del Dr. Alfonso Millán, inaugurado en 1938. El doctor Millán atendía en La Castañeda y adquirió el predio que anteriormente había funcionado como escuela primaria desde la década de 1920 y a principios del siglo XX fue casa del célebre escritor Federico Gamboa.

La construcción se ubicaba frente a la plaza principal de Tlalpan, contaba con más de mil 500 metros cuadrados y la mitad del terreno estaba dedicado a los jardines y áreas recreativas para los pacientes. Cerró sus puertas en la década de 1970 y a partir de esa fecha las instalaciones quedaron abandonadas; en 1998 el Gobierno del Distrito Federal adquirió el predio y la casa principal fue demolida.

En su lugar se construyó un estacionamiento, los jardines de la clínica se convirtieron en el parque Juana de Asbaje y la casa del doctor Millán se convirtió en oficinas de la Dirección de Ecología de esta Alcaldía.

La Clínica San Rafael, también dedicada a la psiquiatría, comenzó a construirse en 1945 en un terreno de 25 mil metros cuadrados y fue inaugurada en 1949. Esta clínica pertenecía a los Religiosos de San Juan de Dios y estaba dedicada a la atención de pacientes con enfermedades mentales, contaba con amplios jardines, capilla y más de 150 habitaciones.

A mediados del 2012, la Clínica San Rafael fue cerrada definitivamente y el predio fue adquirido por particulares, demoliéndose casi toda la construcción original. Actualmente sólo se conserva parte de la entrada principal, que funcionará como el acceso de una nueva plaza comercial.

En la actualidad, existen hospitales y centros de salud mental a lo largo de la capital que procuran contar con espacios abiertos y salones de usos múltiples para que niños, jóvenes y adultos puedan recibir atención médica de manera óptima, siguiendo las normas internacionales para el tratamiento de enfermedades mentales.
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