Sábado, 20 de Abril de 2024

Trazos de la ciudad soñada

PerúEl Comercio, Perú 23 de abril de 2019

Dibujos, pinturas y material de archivo del arquitecto polaco, que le cambió el rostro a Lima en la primera mitad del siglo XX, se exhiben en una muestra indispensable en el Británico.

Por JUAN CARLOS FANGACIO



Están allí, como registro inamovible de la historia de la ciudad, y sin embargo su origen sigue siendo desconocido por muchos. El Palacio de Gobierno y el Legislativo, las casonas afrancesadas de la plaza Dos de Mayo, el Club Nacional. Todas esas construcciones limeñas icónicas, y varias otras más, fueron creadas por el arquitecto polaco Ryszard Jaxa Malachowski Kulisicz (1887-1972), pero seguramente pasan como obras anónimas. Una especie de maldición (o bendición, según se la mire) que caracteriza a la noble profesión.





Por suerte, el material que permite reconstruir el rastro de su trabajo es copioso. Y es el que se exhibe en la muestra ?Malachowski. Dibujo, pintura y memoria?, ya abierta desde hace algunos días en la galería John Harriman del Británico de Miraflores. Bajo la curaduría de Lucía Pardo Grau, se han logrado agrupar dibujos arquitectónicos, óleos, acuarelas y hasta una serie de álbumes autobiográficos que Malachowski confeccionó en sus últimos años.





?Lo primordial que se ha querido reunir es su dibujo arquitectónico, que es realmente extraordinario. En la Escuela de Bellas Artes de París, donde él estudió, se ponía mucho énfasis en el dibujo y la pintura. Él se formó en esa tradición y por eso destaca tanto su nivel de precisión y detalle. Además, podríamos decir que con él se inicia una tradición de dibujo arquitectónico muy fuerte en el Perú, que continuó luego con varios arquitectos, como los del Grupo Espacio. Él fue profesor de casi todos ellos?, destaca la curadora, quien es además bisnieta de Malachowski.





?Cruzar el mundo?





La vida del arquitecto comienza en un pueblo rural cercano a Odesa. De adolescente, se salvó de ingresar a la Escuela Naval de su país debido a problemas de visión (entre ellos un curioso daltonismo), y a los 18 parte a París para comenzar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes, donde a pesar de la complicada admisión logra ingresar en segundo puesto. Con los años destacaría entre los miembros de su promoción y es entonces que lo contacta la misión diplomática del Perú en Francia, que le ofrece un contrato de dos años para trabajar en nuestro país. El objetivo: cambiarle el rostro a la ciudad, que se encontraba a puertas de celebrar su centenario (una situación similar a la actual).





Corría 1911 cuando Malachowski llegó y comenzó a hacer sentir su influencia academicista en los proyectos en Lima. El trabajo no fue fácil, pues debió enfrentarse a corrientes coloniales e incluso neoindigenistas. ?Obviamente, por su formación europea tan rigurosa, para él estos estilos eran una aberración. De hecho, ironizaba mucho sobre varios de esos aspectos?, explica Pardo.





Entre proyecto y proyecto, Malachowski excedió los dos años de contrato y se fue quedando en el Perú. Su estilo se ajustó a lo buscado por esta ciudad, una Lima que aspiraba a ser una gran capital. La impronta dejó de ser solo profesional, sino que adquirió una cualidad cultural e incluso íntima difícil de borrar. Malachowski empezaba a ser visto por el resto y por sí mismo como un peruano más.





?Baúl de recuerdos?





De hecho, esa relación emotiva con nuestro país se refleja en los álbumes que se pueden encontrar en la exposición, quizá la parte más interesante de la muestra en cuanto a valor sentimental. Se trata de nueve cuadernos que elaboró entre 1966 y 1970 (dos años antes de su fallecimiento) en los que mezcla dibujos y anotaciones sobre toda su vida.





La curiosa narrativa incluye estampas de su infancia europea, tradiciones polacas, inventos como el fonógrafo, su estancia en Francia, su llegada al Perú, y varias viñetas sueltas, articuladas de forma no lineal, como provenientes del sueño o la memoria.





Hay muchos pasajes dedicados a las historias familiares, pero estas han sido obviadas de la selección de esta muestra, para dar prioridad más bien a los episodios de interés general. En sus trazos nuevamente se aprecia su capacidad de detalle y en las descripciones un gran despliegue de humor. De hecho, todos los textos están escritos en español, confirmación de su más que asumida peruanidad.





?Hay muchos chistes en varias partes de su álbumes ?cuenta Pardo Grau?. Son muy interesantes, por ejemplo, las percepciones que tenía de los nuevos lugares a los que llegaba, como cuando opina que París no le parecía la ciudad que le prometieron, aunque luego cambia de opinión. O su arribo al Perú, donde llegó completamente solo, con solo una persona de contacto?.





Los dibujos de Malachowski en general, pero en esta sección autobiográfica en particular, son de un encanto y una precisión hipnóticas. Representan, de alguna manera, la esencia de una época que parece irrecuperable, por varios motivos: está la delicadeza de un arquitecto apasionado por el arte, el deslumbramiento por encontrarse frente a un mundo nuevo, las infinitas posibilidades de una ciudad esperanzada con alcanzar la belleza. Qué se logró y qué se perdió para siempre, es un asunto que se puede discutir en otra ocasión. Lo que conviene hacer en este caso es dejarse llevar en este viaje fugaz hacia el pasado, que corresponde casi a un siglo, pero que por lo lejano parece mucho más.





Obras emblemáticas





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