Miércoles, 24 de Abril de 2024

Opinión pública y guerra comercial

ChileEl Mercurio, Chile 24 de abril de 2019

El "poder blando" de Estados Unidos parece haberse debilitado sustantivamente.

Una reciente encuesta reveló el alto interés que despierta en la ciudadanía la guerra comercial entre China y EE.UU.: el 83% de los consultados manifestó estar al tanto del tema. Pero el estudio -elaborado por la empresa Cadem- detectó además una fuerte ventaja de la potencia asiática en las percepciones ciudadanas. Así, el 77% de los encuestados evalúa con nota positiva la imagen de China, cifra que se reduce a 61% en el caso de Estados Unidos. La diferencia se agudiza cuando se les pregunta a las personas con cuál de los dos países conviene más a Chile profundizar sus relaciones comerciales, donde el 51% manifiesta preferencia por China, contra solo un 25% que opta por Estados Unidos y un 15% que escoge la alternativa "ambos por igual". Si bien estos números resultan coincidentes con el hecho de que, efectivamente, Beijing es hoy nuestro principal socio comercial, igualmente llama la atención la muy superior imagen que ese país parece tener, pese a los históricos lazos que vinculan a Chile con Estados Unidos, su alta influencia cultural y al hecho de compartir valores democráticos y la adhesión a principios como el respeto pleno a los derechos humanos.
Una primera explicación la ofrece la misma encuesta, cuando pide a las personas evaluar a los presidentes de ambas potencias. Aquí, si bien Donald Trump supera ampliamente a Xi Jinping en conocimiento ciudadano, la situación se invierte al momento de calificar a ambos líderes: mientras el 61% le asigna una nota positiva (entre 5 y 7) a Xi, solo el 30% hace lo propio con Trump, mientras el 69% lo califica con nota de uno a cuatro. Tales números parecen coincidir con otros estudios internacionales, como el efectuado el año pasado por el Centro Pew en 25 países, donde el 70% de los consultados señaló no tener confianza en Trump, situándolo no solo por debajo de Xi, sino también de Vladimir Putin. Ello no resulta demasiado sorprendente si se considera el tipo de liderazgo ejercido por Trump, quien si bien mantiene en su país una base de adhesión, lo ha hecho al costo de extremar la polarización y las divisiones entre los estadounidenses, y desarrollando una política internacional inusitadamente agresiva hacia aliados históricos, como la Unión Europea. El discurso populista de "Estados Unidos primero" lo ha llevado, además, a situarse en contra del consenso global en materias como el cambio climático y a privilegiar una retórica proteccionista, que se aleja de principios tradicionales de su país, como el libre comercio.
En el caso de América Latina, más allá de un discurso agresivo contra los inmigrantes y de una exitosa renegociación comercial con México, Trump ha acentuado una línea de cierto abandono de la región que ya venía de administraciones anteriores. No pocos autores han advertido en ese distanciamiento uno de los factores que han permitido precisamente a China aumentar sustantivamente su influencia. Frente a ello, la reacción de la actual administración estadounidense ha carecido de sutilezas, como lo demostró la reciente visita al país del secretario de Estado, Mike Pompeo, cuyo duro discurso no parece haber contribuido a mejorar el posicionamiento de Washington en la región. Al contrario, la rudeza y la impredecibilidad del estilo Trump amenazan debilitar sustantivamente el llamado "poder blando", la capacidad de influencia de que siempre ha gozado Estados Unidos más allá de su cuantioso poder militar y económico, sustentada en los valores que representa. En ese contexto, incluso el apoyo norteamericano a la lucha por la democracia en Venezuela, cuestión que debiera ser un interés compartido por toda la región, genera suspicacias y da pie a que sectores de izquierda intenten revalidar antiguos eslóganes.
Con todo, cabe reafirmar que la relación entre Estados Unidos y Chile se sustenta en pilares coincidentes sobre los cuales nuestro país ha construido su estabilidad política y su desarrollo económico. La fortaleza de ese vínculo supera las coyunturas de uno u otro gobierno. De hecho, en las políticas aislacionistas que ha tendido a desarrollar la administración Trump en materia de revisión de tratados y de restricciones para inmigrantes y turistas, el trato hacia Chile ha sido una excepción, como no podía ser de otra manera. Preservar y proyectar la riqueza de esta relación va en el interés nacional y no supone una contradicción con la profundización de los vínculos con China y el aprovechamiento de las muchas oportunidades que ellos ofrecen.
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