Viernes, 19 de Abril de 2024

Debate sobre jornada laboral

ChileEl Mercurio, Chile 20 de agosto de 2019

Resulta desconcertante un debate legislativo donde los argumentos técnicos parecen no haber sido considerados.

El debate sobre una posible reducción de la jornada laboral ha seguido su curso en medio de confusas definiciones por parte del Gobierno. A la espera de las indicaciones anunciadas por la autoridad, las discrepancias entre el proyecto del Ejecutivo y el de la diputada comunista Camila Vallejo parecen haberse acortado. La diferencia de una hora en la jornada semanal y el limitado grado de flexibilidad que la propuesta gubernamental estaría considerando han llevado la discusión a un punto particularmente complejo. En efecto, mientras que el proyecto original del Ejecutivo permitía de facto una disminución en las horas promedio trabajadas a la semana, abriendo la puerta a la posibilidad de acuerdos entre trabajadores y empleadores para adecuar la jornada en el mejor interés de ambas partes, las indicaciones que se han anticipado apuntarían a una ganancia acotada en flexibilidad.
Numerosos expertos y economistas han levantado la voz respecto de los efectos nocivos de aprobar esta legislación en los tiempos actuales. No solo la economía mundial está pasando por un momento de debilidad, sino que además el cambio tecnológico al cual se ve enfrentado el mundo abre serias interrogantes sobre la dinámica que seguirá el empleo en los próximos años. Es por ello que, en un momento así, de fuerte incertidumbre, resulta desconcertante un debate legislativo donde los argumentos técnicos parecen no haber sido considerados, y donde la competencia por la popularidad de las respectivas propuestas amenaza elevar los costos laborales considerablemente, afectando la creación de trabajo. En este sentido, la minuta del Ministerio del Trabajo difundida la semana pasada para defender los efectos de la propuesta gubernamental no parece suficientemente fundada como para convencer de que los cambios en la adaptabilidad de la jornada vayan a generar un incremento en el empleo.
Estas preocupaciones se hacen especialmente importantes cuando se discute al mismo tiempo en el Congreso un proyecto sobre pensiones que incrementa de 10% a 14% las cotizaciones previsionales de los trabajadores. Ese aumento tiene algún componente de impuesto, toda vez que las personas no logran internalizar completamente el hecho de que esa mayor cotización -supuestamente a cargo del empleador, pero que en el largo plazo inevitablemente impactará en el sueldo líquido de los trabajadores- es ahorrada en cuentas individuales a su propio nombre. Por cierto, si la cotización adicional o una parte de ella se desviara hacia un fondo común, el efecto de impuesto al trabajo sería total, así como el consiguiente desincentivo a la contratación. En este sentido, propuestas previsionales que -como han sugerido algunos sectores de oposición- aumenten la cotización con destino a reparto, mientras a la vez se reduce arbitrariamente la jornada laboral, amenazan con limitar aún más la creación de empleos en Chile. Es por ello razonable la advertencia realizada por economistas de distinto signo respecto de la inconveniencia de desarrollar estas dos discusiones en paralelo, en lugar de focalizar el debate en el tema pensiones, cuya urgencia es evidente.
La reducción de la jornada significa un aumento directo en los costos laborales. Sostener que podría generar per se un incremento en la productividad no tiene mayor asidero técnico, y suponer -como afirma la diputada Vallejo- que las empresas necesariamente aumentarán su contratación para equiparar las horas totales trabajadas es simplemente erróneo, como lo demuestra la experiencia comparada. El intento de compensar los mayores costos laborales introduciendo mayor flexibilidad en la jornada de trabajo requiere, a su vez, de un esfuerzo serio por mejorar la adaptabilidad de la jornada a las necesidades del trabajador y de la empresa. Por ello, fórmulas que supediten este espacio de flexibilidad a la aprobación de los sindicatos, como han planteado algunos parlamentarios, difícilmente contribuirán al objetivo buscado, pues por su propia naturaleza esas organizaciones tienden a buscar homogeneizar el tratamiento entre sus afiliados, y no necesariamente permiten tratos diferenciados, que es exactamente donde podrían producirse los mejoramientos en productividad asociados a la adaptabilidad de la jornada.
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