Legislar contra la inseguridad social
PUNTO DE VISTA
La inseguridad social y sus efectos en la psiquis individual y colectiva debe ser tema prioritario de todos, especialmente de salubristas, gobiernos y los que formulan política pública
PUNTO DE VISTA
La inseguridad social y sus efectos en la psiquis individual y colectiva debe ser tema prioritario de todos, especialmente de salubristas, gobiernos y los que formulan política pública. Se trata de las creencias, conducta y emociones que tiene la gente sobre su entorno y los peligros a su vida, propiedad y calidad de vida.
Aquí reflexiono sobre la violencia producto de actos individuales humanos (asesinatos masivos, ataques armados indiscriminados y dirigidos a grupos particulares). Se trata de manifestaciones que ocupan espacios destacados de noticias, como los tiroteos indiscriminados en cualquier espacio público o privado principalmente en Estados Unidos.
Lamentablemente, ante esta continua exposición a la violencia, algunas personas responden con apatía e indiferencia. Es una forma de insensibilidad o adormecimiento que sirve como protector emocional ante eventos que pueden ser traumáticos. No obstante, la mayoría responde con angustia y un sentido generalizado de inseguridad, resultado de ser víctimas vicarias. Esto implica que sin ser víctimas directas, dada la frecuente exposición a narrativas e imágenes desgarradoras de los eventos, los espectadores/as viven emocionalmente las experiencias como si fueran propias.
En la medida que aumentan y se generalizan estos actos violentos, especialmente mortales, que ocurren inesperada, cruel e impredeciblemente, contra ciertos grupos minoritarios, étnicos o raciales, es inevitable que aumente la inseguridad y ansiedad entre personas y comunidades relacionadas. Este es el caso de los puertorriqueños de la diáspora y otros hispanos en los Estados Unidos, como resultado de los últimos tiroteos, como el reportado en Odessa, Texas, con un saldo de siete muertos y decenas de heridos. Estos ataques de parte de supremacistas blancos o personas llenas de odio y racismo, son cada día más cercanos y reales. En la psiquis de nuestros hermanos está insertado el temor cada vez más real a ser víctima de un ataque, solo por "ser quien eres, verte diferente y hablar diferente".
La inseguridad que genera no poder anticipar, prevenir o evitar este tipo de ataque contra uno, familiar o persona cercana, es la raíz de reacciones de ansiedad, ataques de pánico y depresión. Algunas personas se aíslan y reducen su actividad social y al aire libre. Aunque estas son respuestas inherentemente protectoras, tienen efectos perjudiciales para la salud física y mental. Además, estos eventos tienen un gran impacto social que abarca también a los que vivimos en Puerto Rico, al tratarse de ataques contra hermanos/as hispanos y potencialmente a nuestra familia en la diáspora.
Se trata de una crisis de seguridad social y de salud pública que requiere acciones firmes y comprensivas del gobierno estadounidense. Urge legislación para controlar compra-venta de armas de asalto capaces de matar decenas en minutos; leyes más estrictas para evaluar solicitantes de licencias de armas y compradores potenciales; aumentar a 25 años la edad para adquirir armas. Es necesario, además, educación comprensiva y sistemática, en todos los niveles, sobre diversidad humana y derechos humanos, que promueva aceptación y respeto de las diferencias y reconozca la aportación y beneficio que la diversidad humana representa para las sociedades.
Asimismo, es imprescindible que los discursos y modelaje social de líderes sean ejemplo de respeto y aceptación de la diversidad y no instigadores de odio y racismo. A nivel individual, la inseguridad social merma creando un sentido de pertenencia y unión familiar, comunitaria y social que sirva de apoyo y convoque unión de voluntades y acciones dirigidas a exigir los cambios necesarios. En la isla podemos ser modelo para otros pueblos. Así lo demostramos recientemente, cuando evidenciamos el poder del pueblo unido.