Jueves, 28 de Marzo de 2024

Doña Vera: MVP como esposa y madre

Puerto RicoEl Nuevo Dia, Puerto Rico 18 de noviembre de 2019

Desconozco si alguna vez dijo esta frase: "No sé si sigo viviendo para pensar en ti o si pienso en ti para poder vivir"

Desconozco si alguna vez dijo esta frase: "No sé si sigo viviendo para pensar en ti o si pienso en ti para poder vivir".
Pero no dudo que ella, que el jueves pasado habría cumplido 55 años de matrimonio, muriendo dos días después en el Hospital Auxilio Mutuo, a los 81 años, nació para estar pegada a Roberto Clemente, en cuerpo y espíritu, por honestidad, lealtad y pureza.
Son contadas las mujeres que enviudecen con 34 almanaques y jamás establecen una relación amorosa, de belleza exuberante y máxime con tres hijos que seguramente necesitaban la mano de un hombre cercanamente que forjaran sus vidas por caminos correctos.
Sin embargo, Vera Zabala, no quiso que su unión con Roberto fuese un cuento bello, sino una historia de amor imperecedera y ejemplarizante, casándose con su legado de ayudar al prójimo, a ese necesitado de ropa, comida y estudios, consciente que cuando él ofrendó su vida por el pueblo nicaragüense en la Nochevieja del 1972, precipitándose cerca de Vacía Talega su avión destartalado lleno de comestibles y medicamentos para un país sacudido por un terremoto de magnitud de 6.2 en la escala Ritcher, que dejó balance de 20,000 muertos en Managua, con más de 250,000 damnificados, ella jamás le increpó que abandonara a su familia en una fecha tan significativa.
Por el contrario, secundó su decisión y se transformó en embajadora gratuita de los Piratas de Pittsburgh desde entonces, y fundando la Ciudad Deportiva Roberto Clemente, en Carolina, su gran sueño que no ha podido fructificar por razones que en este momento no procede evaluar y menos condenar.
Estoy seguro que doña Vera lloró mucho porque se había ido, pero también sonrió de cuadrangular porque vivió con él el tiempo suficiente para tenderle un manto sagrado que cubrió a ambos hasta la eternidad.
Sus hijos Roberto Jr., Luis y Enrique tienen ante sí una encomienda casi imposible de imitar: actuar, sin cortapisas, como ellos, a sabiendas de que su reto es más de montaña que de valle, y, lo que es más relevante: sus padres fueron almas gemelas y a ellos les apremia salir de un segundo plano y demostrar que la sangre pesa más que el agua.

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