Piezas sueltas del rompecabezas Barea
Hace unos días, aprovechando la amistad que tiene con él, José Juan Barea le preguntó a su coach, Rick Carlisle, por qué no recibía algunos minutos de acción, y este, sin responderle claramente, raro en su personalidad vertical, le dejó entrever que se debía a órdenes del alto mando gerencial que deseaba desarrollar a los armadores más jóvenes, tales como Jalen Brunson y Delon Wright, además de Seth Curry, que es empleado más como escolta
Hace unos días, aprovechando la amistad que tiene con él, José Juan Barea le preguntó a su coach, Rick Carlisle, por qué no recibía algunos minutos de acción, y este, sin responderle claramente, raro en su personalidad vertical, le dejó entrever que se debía a órdenes del alto mando gerencial que deseaba desarrollar a los armadores más jóvenes, tales como Jalen Brunson y Delon Wright, además de Seth Curry, que es empleado más como escolta.
Barea, obviamente, tuvo que tragar saliva espesa y seguir calentando el banquillo, incluso en la paliza que Dallas le diera a los Warriors, en la America Airlines Arena, que ha explotado en aplausos en el pasado cada vez que él entraba al tabloncillo.
Con su humor acostumbrado, y en medio de Luka Doncic y Kristaps Porzingis, él se levantó y partió raudo hacia la mesa como si fuese a jugar, regresando a los pocos metros de recorrido, lo que arrancó risas del esloveno, el letón y los parroquianos.
Desconozco si esta broma fue vista por Carlisle, que lo quiere tanto que le ha prometido que será su asistente cuando se retire, y de hecho le permite opinar sobre tácticas en momentos de tiempos muertos. Estoy seguro que si Dirk Nowitzki no se hubiera retirado, tras 21 temporadas consecutivas con los Mavs, el mayagüezano habría sido utilizado porque nadie, ni siquiera Jason Kidd, lo alimentaba mejor con pases certeros para sus lances cortos o largos, aprovechando su maestría en el pick-and-roll o pick-and-pop, anglicismos para bloqueo y continuación.
Desde que ingresó en la plantilla de los Mavericks, el alemán adoptó a Barea como su mejor amigo y lo invitaba a cenar en todas las ciudades que visitaban, y era muy común que los dos sudaran juntos durante largos períodos.
Asimismo, es sabido el respeto y admiración que el dueño Mark Cuban y el gerente general Donnie Nelson experimentan por Barea, pero no lo anteponen al plan de recambio generacional.
Todavía tengo fe que el ángel guardián de Barea rompa su letargo y le auxilie para que no termine la campaña como el miembro 12, y se devalúe el sentir de que fue contratado por deferencia y cariño.