Nápoles-Barcelona, en 4 capítulos: Messi, el Diego, el coronavirus y Ospina
Redactor de EL TIEMPO @PabloRomeroET
Análisis Pablo Romero
Llegó Messi a Nápoles y se encontró con lo que seguro sospechaba, o le habían contado, que esa ciudad respira un aire maradoniano
Redactor de EL TIEMPO @PabloRomeroET
Análisis Pablo Romero
Llegó Messi a Nápoles y se encontró con lo que seguro sospechaba, o le habían contado, que esa ciudad respira un aire maradoniano. Que de Maradona se habla en las plazas, en los parques y en los callejones, que hay pancartas y murales que lo recuerdan todo el tiempo. Sobre todo hoy. Y, sin embargo, también se habla de Messi, claro, como el heredero de Diego. El partido de hoy en la Liga de Campeones entre Nápoles y Barcelona en los octavos de final sirve de pretexto para juntar el pasado y el presente del fútbol mundial. Un grupo de fervorosos esperaban ayer a Messi en la entrada del hotel de concentración en Nápoles. Gritaron su nombre, "Messi, Messi, Messi", como para que Messi se sintiera arropado, para que no se sintiera tan visitante en esa ciudad que no le pertenece, porque ya tiene dueño, Maradona, el que guio a ese equipo a ser campeón de Italia por primera vez en 1987. Pero Messi no es rival de Maradona, son amigos, son casi colegas; Diego lo dirigió en la Selección Argentina, Diego le enseñó a patear tiros libres para que el alumno fuera mejor que el maestro, o casi, así que su estadía allí no ha sido hostil, es solo que la afición del Nápoles se nutre de su historia, de su héroe, de su leyenda, para impregnar presión en este duelo. El juego gira en torno a esa inevitable coincidencia. Es el morbo, el condimento extra. Maradona o Messi, Messi o Maradona. Bien lo resumió ayer el capitán del Nápoles, Lorenzo Insigne: "Messi es actualmente el mejor, pero para los napolitanos, Maradona es sagrado", dijo. Y respondió Gerard Pique, el defensa catalán. "Entre Leo y Maradona, que es la pregunta del millón, te diría que me quedo con la regularidad de Leo y la magia que hace día a día". Barcelona es novato en esa plaza. Nunca ha jugado en el estadio San Paolo. De hecho, estos dos clubes nunca se han enfrentado en un partido oficial. Y, sin embargo, tienen una historia cercana, porque cuando Maradona salió del club catalán, por la puerta de atrás, llegó directo a Nápoles y allí entró por la puerta grande. Alarma de coronavirus En la ciudad hay un clima de tensión, pero no solo porque le teman al prestigioso Barcelona de Messi (si es que le temen), sino por la alerta mundial que hay por el coronavirus, que es un enemigo más potencial que Messi. Italia es uno de los países con más casos de contagios, así que los controles son extremos. El pasado fin de semana se suspendieron 4 partidos de la liga; ayer se aplazó el calendario motociclístico y están en vilo algunas de las más importantes carreras ciclísticas. Entonces hay tensión. El partido se mantiene en firme, se jugará, pero bajo extremas medidas de control sanitario. La plantilla de Barcelona tuvo que someterse ayer a un protocolo como el monitoreo de la temperatura de la delegación, dentro del avión, a su llegada a Nápoles. Si el vuelo fue tranquilo en aire, la turbulencia estuvo en tierra. En todo caso, Nápoles no es epicentro de emergencia. La ciudad queda en el sur del país, mientras que la alerta está al norte. Pero no es momento de escatimar controles. El protocolo era claro, si un jugador del Barça llegaba con síntomas, sería trasladado de inmediato a un hospital. No es ningún juego. Además, según los cables internacionales, hay 2 casos sospechosos de posible contagio en Nápoles. La obligación del Barcelona El juego estará en la cancha. Barcelona llega diezmado, y no es para menos, porque su comienzo de año ha sido de pesadilla, lleno de escándalos y frustraciones deportivas, con cambio de entrenador (de Valverde a Setién). El plantel no contempla ni en sueños una eliminación prematura en esta Liga de Campeones, y menos contra el Nápoles, que es fuerte pero no es ni Juventus ni Inter. Aunque de esas historias épicas está escrito el fútbol. Así que el cuadro catalán no quiere correr riesgos. Y menos con el antecedente de que Nápoles ya derrotó en esta temporada al poderoso Liverpool inglés, en ese mismo estadio, 2-0. "Es un equipo que ha mejorado muchísimo en los últimos partidos, no empezó bien la temporada, pero ha mejorado mucho, será complicado. Contra los grandes es un equipo que se crece, habrá que ir con mucho cuidado para no tener sustos", dijo ayer Piqué. Y sí, la lectura es correcta. Nápoles tiene ahora como DT a Gennaro Gattuso, que no es ninguna madre de beneficencia. Gatusso fue como jugador perro de cacería en el Milán. Con él, Nápoles se ha vuelto un equipo más aguerrido, con más ímpetu. En todo caso, Gatusso tomará precauciones, las que sean necesarias, porque respeta mucho a Messi. Ayer, cuando se refirió a él, dijo: "Hace cosas que solo veo en la PlayStation". Y para frenar a ese jugador virtual, en la portería estará un colombiano, David Ospina, que por mucho tiempo fue suplente y ahora es titular. Ospina se ha venido destacando, recuperando su nivel. Debe recordar sus viejos duelos contra Messi, que los ha tenido, en duelos de selecciones nacionales, cuando él ha sabido amargarle la tarde a la Pulga. Sin embargo, Ospina aún no convence del todo. Tiene sus críticos, como Bruno Giordano, exfutbolista italiano que fue compañero de Diego Maradona y quien ayer dijo, palabras más, palabras menos, que con Ospina le va peor al equipo. "No me convence Ospina. Gattuso apuesta por él por su mayor experiencia (31 años)", dijo en una entrevista con Mundo Deportivo. En todo caso, Nápoles ya decidió y confía en David Ospina para frenar a Messi, y en la leyenda de Diego Maradona para derrotar a Barcelona.