El otro cambio, el de las tareas del hogar
Susumu Kataoka es asesor de mercadotecnia digital; lo imaginamos -como imaginamos a un japonés de clase media- pulcro, organizado y bastante machista
Susumu Kataoka es asesor de mercadotecnia digital; lo imaginamos -como imaginamos a un japonés de clase media- pulcro, organizado y bastante machista. Después de discutir con su mujer por una cuestión de tareas del hogar, Kataoka le entregó una hoja de cálculo en la que enumeraba las 21 funciones que cumplía (bañar a sus dos hijos pequeños, lavar los platos...). Entonces, su pareja, Aki, estudiante de enfermería, le dio una lista más extensa, en la que enumeraba sus 210 trabajos hogareños.
Las viviendas de Tokio son pequeñas y en el confinamiento obligatorio se puede ver aquello que hasta entonces era invisible. Se hace posible otro fenómeno silente: el de los hombres que descubren la cantidad de tareas domésticas que hay que realizar y deciden asumir otras nuevas.
Con la cuarentena, algunos japoneses dicen sentirse más cercanos a sus familias y esperan que la inflexible cultura laboral de este país cambie lo suficiente como para permitirles pasar más tiempo con ellas. Un cambio social que nace en el living de los departamentos de la ciudad.