Viernes, 19 de Abril de 2024

Globalidad

ChileEl Mercurio, Chile 25 de mayo de 2020

La conmoción que afecta a nuestro espíritu, siendo tan personal, es algo que compartimos con todos, sin importar de qué parte del mundo sean.

Al lavarnos las manos contando hasta veinte podemos pensar en los millones de personas que, en todo el rededor del mundo, están haciendo lo mismo en el mismo momento. La globalidad de la pandemia ha logrado que todos en todo el mundo estemos pensando del mismo modo acerca de la forma en que nos afecta y las precauciones que debemos tomar. También iguala los temas de conversación y las limitaciones en nuestros desplazamientos, así como precariza nuestros trabajos y actividades cotidianas en general. Todos, en todas partes, estamos en lo mismo.
Es la manifestación más evidente de la globalidad del mundo actual. Nadie, en toda la redondez del mundo, ha quedado ajeno a esta pandemia. La discusión entre Trump y el gobierno chino nos concierne a todos. Es posible disentir en cuanto a la oportunidad de esa polémica, o abanderizarnos en uno u otro lado, pero no podemos decir que no tiene nada que ver con nosotros, que es cosa de los imperialistas.
Y más allá de que compartamos con todo el mundo lo que hacemos, pensamos o decimos, y que con el tiempo servirá para intercambiar anécdotas con cualquier persona del ancho mundo, hay una coincidencia de fondo en cuanto a que vivimos igualmente las aprensiones y los anhelos, los recelos, la pesantez sobre el ánimo, todo aquello que sentimos en la profundidad de nuestro ser íntimo. La pandemia no reconoce fronteras, continentes, lenguas, culturas ni creencias.
La conmoción que afecta a nuestro espíritu, siendo tan personal, es algo que compartimos con todos sin importar de qué parte del mundo sean. Es una experiencia de la intimidad del alma que nos vinculará con cualquier persona a partir de ahora, más allá de su origen o procedencia. Revela, como ninguna otra situación hasta hoy, el profundo significado de la globalidad del mundo, expresada en la fragilidad de los seres humanos.
Esta situación tan insospechable que nos afecta como personas nos atañe también como país. Pone de golpe y porrazo nuestras disputas y preocupaciones en un plano tremendamente chato y provinciano, empantanadas en el presente y carentes de perspectivas amplias. El futuro está en la realidad del ancho mundo y las tremendas dificultades que nos presenta, junto con las muchísimas oportunidades que nos ofrece. No es cuestión de organismos internacionales que intermedian y opacan los vínculos, sino de contactos reales basados en la comunicación directa de seres que experimentamos y anhelamos lo mismo en la profundidad de nuestros espíritus.
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