Jueves, 25 de Abril de 2024

Un misterio en Fortaleza

Puerto RicoEl Nuevo Dia, Puerto Rico 5 de julio de 2020

Personas que gobernaron, gobiernan y aspiran a gobernar a Puerto Rico dedicaron energías durante varios días de la semana pasada a un asunto francamente indigno: recriminarse de parte y parte por la desaparición desde las mismísimas entrañas de La Fortaleza de computadoras, tabletas y diversos tipos de muebles, valorado todo en casi $15,000

Personas que gobernaron, gobiernan y aspiran a gobernar a Puerto Rico dedicaron energías durante varios días de la semana pasada a un asunto francamente indigno: recriminarse de parte y parte por la desaparición desde las mismísimas entrañas de La Fortaleza de computadoras, tabletas y diversos tipos de muebles, valorado todo en casi $15,000.
Fue triste ver a lo que puede llegar el principal puesto electivo y administrativo de Puerto Rico.
El país tiene que saber, por supuesto, qué pasó con lo desaparecido. Fueron cosas que se compraron con fondos públicos. Eso quiere decir que, al final del día, nos pertenecen a todos nosotros. Es un misterio sin nombre que hayan desaparecido de uno de los edificios más vigilados de todo Puerto Rico. Nadie camina por allí sin que lo estén velando muchos policías y cámaras, por no mencionar los espíritus de todos los que han dejado sangre, sudor y lágrimas por aquellas hondas cavernas desde los lejanos tiempos de España.
Sería bueno, además, ver alguna investigación, de lo que sea, llegando a buen término al menos una vez en la vida en Puerto Rico. Casi todas, como sabemos, caen en una dimensión desconocida que ni el mítico Triángulo de las Bermudas. Se refieren cosas "a investigación" y, olvídense. Se llega primero a Marte que a saber qué pasó.
Esta vez, hasta un policía dijo que quiere entrevistar en persona a dos de los que han sido implicados en esto: el exgobernador Ricardo Rosselló y Pedro Pierluisi, quien ocupó el mismo cargo, de manera ilegítima, por cinco días. En Puerto Rico, ningún exgobernador, salvo Carlos Romero Barceló, quien tuvo que contestar en el Senado preguntas sobre el Cerro Maravilla, ha tenido que rendir cuentas nunca por nada hecho durante su tiempo en el cargo.
Sería la madre de todas las ironías que, mientras ningún exgobernador ha respondido por el endeudamiento que nos ha costado todo, por la quiebra de las pensiones, por las obras sin financiamiento, por la debacle de la infraestructura, por el deterioro imparable de la educación pública, por la destrucción del sistema de salud, por tanta y tanta corrupción, vayan esos dos a rendir cuentas por dos iPads, cuatro lápices de iPads, tres corrales para niños, una butaca para masajes, una computadora Apple, una cama, una lámpara de techo, dos sillas para que niños coman, aditamentos para cama y cables para cargar equipos electrónicos.
Si no fuera tan grotesco, tan vergonzoso todo esto, daría hasta la tentación de divertirse pensando en el guardia con libreta gruesa preguntando, por separado, a Rosselló y a Pierluisi, en tono de "aquí mando yo", mirándolos fijo a los ojos, algo así como: ¿dónde estaba usted la noche del 2 de agosto de 2019?
Pero es tan patético que ni gracia da.
Los problemas de Puerto Rico son monumentales. La lista es larga, como dice el anuncio, pero se puede empezar pensando en la diferencia permanente entre ingresos y gastos, que es la causa del problema fiscal que nos tiene bajo la vergonzosa tutela extranjera de la Junta de Supervisión Fiscal. Ni los que gobernaron, gobiernan o aspiran a gobernar hablan de planes concretos para resolver ese acertijo de mil demonios. Se les pregunta y llueven tan generalidades que pueden llenar el lago Carraízo y acabar con el racionamiento.
Tampoco se habla de la ausencia de un modelo económico que nos pueda sacar del subdesarrollo y de la dependencia y que no sea algo que el Congreso de Estados Unidos pueda dar hoy y quitar mañana, como pasó antes con terribles consecuencias. O en la decadente infraestructura que nos tiene otra vez bajo racionamiento de agua, menos por sequía que por mala administración de los embalses.
Incluso, si se quiere hablar de investigaciones, las hay mucho más importantes, pero al parecer de mucho menos interés para la gobernadora Wanda Vázquez. Está, por ejemplo, el intento del gobierno de comprarle pruebas de coronavirus por $40 millones a gente sin experiencia en el campo de productos médicos, pero bien conectados con el Partido Nuevo Progresista (PNP).
Una comisión de la Cámara de Representantes investigó el tema. El país vio en vistas públicas las mil patas peludas de ese escándalo. Cuando la Cámara refirió para investigación, la gobernadora dijo que la pesquisa se hizo para hacerle daño a ella y calificó como "una tragedia" que se hubiese referido para investigación a gente que ella considera "seria". Ojalá y algún día sepamos por qué tan poco interés en que se llegue al fondo de ese asunto.
También cayó en la dimensión desconocida otra cosa muy escandalosa ocurrida no hace mucho. ¿No se acuerdan? En febrero, alguien escribió a varias agencias de gobierno informándoles de una nueva cuenta para depositar el dinero del retiro. Empleados de la Compañía de Fomento Industrial y de la Compañía de Turismo no se encomendaron a nadie y le mandaron millones sin hacer ninguna corroboración. Unos $4 millones cayeron por ese risco. Nadie ha pagado por eso. No se ha visto a ningún policía pidiendo públicamente interrogar a fulano o a mengano.
En estos días también supimos de otra cosa loca como pocas se han visto en este país de hartas locuras. En el municipio de Moca están desaparecidos nada más y nada menos que 35 camiones, dos guaguas escolares y una excavadora, valorado todo en más de $215,470. No hay constancia de que nadie esté buscando unos aparatos tan extraordinariamente difíciles de esconder.
El viernes por la noche, la gobernadora despidió a la secretaria de Justicia, Dennise Longo. Fuentes dijeron a este periódico que la gobernadora le pidió que renunciara tras una discusión, descrita con el adjetivo de "acalorada", motivada por diferencias sobre pesquisas que la ahora exfuncionaria quería adelantar. Entre esas, según las fuentes de este periódico, estaba el tema de la compra de pruebas de coronavirus.
La gobernadora lo negó. Dudas siguieron revoloteando en el aire como parajitos imprudentes.
Es entre esas montañas de tamaño inconmensurable que da tristeza, mucha tristeza, la fijación con un asunto, que necesita ser aclarado, pero no deja de ser, en el esquema grande de los asuntos de un país, una pequeñez.
Lo grande, por lo visto, siempre puede esperar. Lo pequeño no, sobre todo si sirve para darle un golpe propagandístico a adversarios políticos. Para gente de la calidad como la que gobierna, esas vueltas siempre serán más grande que lo grande. Y eso sí que nunca ha sido un misterio.
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