Jueves, 28 de Marzo de 2024

Coronadólares

ChileEl Mercurio, Chile 12 de julio de 2020

Así como los petrodólares inundaron el mundo a fines de los 1970s, sembrando la semilla de la crisis de la deuda, el mundo está consumiendo intensas dosis de coronadólares

Así como los petrodólares inundaron el mundo a fines de los 1970s, sembrando la semilla de la crisis de la deuda, el mundo está consumiendo intensas dosis de coronadólares. Las circunstancias son muy diferentes, por lo que no resulta posible aplicar la regla de 3, pero la expansión monetaria que estamos viendo es de tal magnitud que sus efectos globales son de primer orden.
La Reserva Federal, seguida por los principales bancos centrales del mundo, ha movilizado su balance de tal manera que somos testigos del mayor crecimiento en la cantidad de dinero desde que se tiene registro. Como consecuencia, no solo las tasas de interés de largo plazo están en su mínimo histórico, sino que las bolsas han recuperado buena parte de sus pérdidas. El S&P500, principal índice bursátil en Estados Unidos, ha subido 40% desde su mínimo en marzo, y solo esta semana la bolsa de Shanghái subió más de 7%. En Chile, ha sido necesario un espectáculo como el de estos días para frenar la recuperación de la bolsa, que en todo caso ha subido un 40% desde fines de marzo.
Por cierto, las señales de normalización en la actividad económica en el mundo también contribuyen. En algunos casos, como en China, los datos positivos se han ido consolidando, mientras que en otros lugares las cifras son más erráticas. Pero, aun así, la sensación de alivio en los mercados financieros está más dominada por la hiperexpansividad de la política monetaria que por la fortaleza de la recuperación. Con abundante liquidez, los inversionistas del mundo están buscando desenfrenadamente algún retorno, y con ello empujando al alza los precios de los activos.
Esta actitud de los bancos centrales es necesaria en estos momentos. Mientras dure, muchos países -no todos- serán beneficiados por el desesperado apetito de los inversionistas. Baste recordar cómo Argentina, en un contexto de mucho menor liquidez, emitió en 2017 un bono de gobierno a 100 años, y los mercados se lo devoraron.
Pero sería un craso error -casi tan grande como el del homónimo general romano en su conquista del imperio Parto- pensar que la llegada de los dólares, la baja prima de riesgo soberana en Chile y un peso bien comportado son signos de fortaleza macroeconómica. Más bien, parecen ser reflejo de la exuberante liquidez mundial.
Cuando esto acabe seremos capaces de medir nuestra verdadera fortaleza. A juzgar por la situación internacional, pueden quedar un par de años de buenas condiciones financieras. A juzgar por el debate criollo, la prueba de fuego llegará bastante antes.
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