Viernes, 29 de Marzo de 2024

El videoarte hoy: entre el cine y la poesía visual

ChileEl Mercurio, Chile 9 de agosto de 2020

El videoarte avanza sin parar, pero también se desdibujan sus límites -si es que los hay- con el cine. ¿Qué está pasando en ese arte? Intentamos acercarnos a sus variantes a través de las obras de algunos de sus protagonistas en la escena internacional, en la que también hay chilenos.

Un filme con cantos de coros de ortodoxos sobre la caída de Constantinopla; un relato visual íntimo de una pintora cuya vida transcurre entre telas y su jardín, y el desarrollo paralelo entre la creación de una escultura sobre la democracia y los últimos días del narrador que será enviado a un campo de concentración soviético son algunos de los videos recientes exhibidos y premiados en los más importantes museos y encuentros internacionales.
Sus cualidades estéticas y técnicas, la música y sus relatos -a veces complejos-, llevan a desdibujar cada vez más sus límites con el cinearte y el cine mismo. Poco queda en lo formal -a veces nada- de los videos de los años 60 o 70, incluso de los 80, en blanco negro, con imágenes sombrías e imperfectas y sonidos distorsionados, aunque con contenidos potentes, como es el caso del trabajo de la artista Lotty Rosenfeld, fallecida hace unas semanas. Ella fue también la autora del videoarte "Moción de orden", con temerarias filmaciones sobre el mar magallánico; "mi pieza más compleja", decía.
Este medio -que seduce a públicos masivos- se aventura, cruza y entrecruza con el cine. Lo subrayan los curadores en la Documenta de Kassel, en la Bienal de Venecia, lo ratifican estudios y sus protagonistas. Aunque conserva ciertos elementos propios experimentales. Sus relatos no son, por lo general, lineales e incorporan asombrosos elementos. No asumen el ritmo del tiempo del cine del siglo XXI. Y, en ocasiones, exigen al espectador un comportamiento diverso, como es el de tenderse en el suelo.
¿Y sus temáticas? No se centran hoy tanto en lo político, sino que también en cuestiones propias de las artes. Toma fuerza la relación del arte y la naturaleza. La historia es clave. Sin dejar de abordarse temas como la inmigración, el feminismo, la memoria, las urgencias sociales, los conflictos bélicos, pero bajo un prisma en que la poesía visual adquiere protagonismo. Ello se observa con fuerza en los videos del artista chileno Enrique Ramírez -candidato al premio Duchamp-, y en propuestas de europeos y orientales que abren rutas.
Constantinopla, la ex-URSS, Ruanda
La historia es una de las disciplinas que más nutren al arte en sus búsquedas y temas. El reconocido artista y director de cine alemán Romuald Karmakar (1965), ganador del Premio del Cine Alemán, exhibió en la Documenta uno de sus hermosos y enigmáticos filmes, en el que abordó el fin del Imperio Bizantino y la caída de Constantinopla. Una de las producciones más celebradas de ese encuentro de arte y pensamiento. Karmakar, hijo de padre iraní y madre francesa, proyectó coros que se iban internando en pasajes de la historia, el arte y la religiosidad de esa cultura. Mientras, el espectador podía sentarse en una de las bancas que evocaban las de una iglesia ortodoxa. Karmakan representó a Alemania en la 55 {+a} Bienal de Arte de Venecia.
Una figura que viene sorprendiendo es el tailandés Arin Rungjan , invitado en museos y encuentros mundiales. En la ciudad de Kassel estrenó uno de sus videos más estremecedores y comentados: "2462475... And then there were none". Ese asombroso trabajo que sigue itinerando -proyectado en dos canales de video-, de más de 30 minutos de duración, muestra el desarrollo de una gran escultura figurativa en homenaje a la democracia y, en forma paralela, el recuento del narrador del video -hijo de un tailandés-, desde el momento en que fue invitado a participar en el régimen de Hitler hasta que triunfan los aliados. Luego empieza su persecución. Es detenido por los rusos. Lo envían a un campo de concentración y termina aludiendo a otras miles de violaciones a los derechos humanos en los campos de la ex-URSS. La videoinstalación sigue en otra sala con la escultura realizada.
El genocidio en Ruanda en los años 90 es una realidad bastante oculta en sus reales alcances y es lo que quiso visibilizar el chileno Alfredo Jaar en los diversos medios que aborda. El Premio Nacional de Arte 2013 denuncia y muestra constantemente hechos de nuestra historia reciente. Otra de sus videoinstalaciones más premiadas es "El sonido del silencio", basada en una sola imagen: la fotografía que Kevin Carter le sacó a un niño de Sudán mientras era acechado por un buitre. El fotógrafo se suicidó un año después de que premiaran esa desgarradora imagen. Jaar hizo una instalación de metal que permite acceder a un pequeño lugar de exhibición, en el que proyecta la historia de esa fotografía y su autor, con un alto contenido poético. Para él, poesía y cine son esenciales en su hacer.
Poéticas: lo social, arte y naturaleza
Uno de los últimos proyectos de videoarte y el de mayor envergadura de una de nuestras pioneras, Lotty Rosenfeld , fue el que hizo en las plataformas petroleras en Magallanes. Subió a un helicóptero para filmar sobre el agitado mar, y luego filmó filas y filas de hormigas a las que hacía subir y caminar sobre esas imágenes de la Patagonia. Y llevó, incluso, a que las hormigas atravesaran visualmente el Museo Nacional de Bellas Artes para llegar al Museo de Arte Contemporáneo, y luego hasta trepar por el Obelisco de Buenos Aires. Esas hormigas, explicaba Lotty, "con un dedo que se interponga en sus caminos se desordenan, pero rápidamente se vuelven a ordenar como lo hacen los poderes con los ciudadanos". Ese gran proyecto de la artista visual, titulado "Moción de orden", de alto nivel simbólico y técnico, fue celebrado por la crítica y el público, y particularmente destacado en estas páginas por Waldemar Sommer. Rosenfeld había dado vida a uno de los videoarte más originales, poéticos y trascendentes (con múltiples canales de video y audio) de las últimas décadas. Y no del todo destacado hoy. "El más complejo que he realizado", según sus palabras a Artes y Letras.
En tanto, el artista visual chileno Enrique Ramírez (40 años), que vive en Francia, es otro de los notables cultores de este género visual. Se inició ganando primeros lugares en festivales de videos experimentales. Pero sorprendió a todos con su participación en la Bienal de Venecia en 2017, al aparecer con una gran sala solo dedicada a él, invitado por la directora de esa Bienal para la exposición central del evento. Exhibió uno de sus trabajos emblemáticos: el monumental y hermoso videoarte realizado en el salar de Uyuni, a 4.200 metros de altura en Bolivia. Esa obra, "El hombre que camina", lleva al abismo, por momentos a su personaje y al público. Su énfasis está "en la poesía visual", reconoce el artista, tras su interés obsesivo por el paisaje, el ser humano y la memoria. Su notable obra (representada en Chile por galería Die Ecke, que dirige Paul Birke) es descrita como "incursiones poéticas hacia la humanización de distopías contemporáneas".
La famosa dupla estadounidense de los artistas Allora & Calzadilla, en tanto, es también autora de videos famosos y hablan y denuncian con poesía, especialmente temas de arte y naturaleza. En la obra "Bajo discusión", tomaron una mesa, la dieron vuelta y le pusieron un motor, transformándola en una embarcación. Y recorrieron la costa de Puerto Rico filmando terrenos que fueron, antes, amenazados por maniobras militares y cuyos restos perduran. Ese video integró la muestra internacional "Ejemplos a seguir: expediciones en estética y sustentabilidad", que vino a Valparaíso. La dupla representó también a Estados Unidos en la Bienal de Venecia 2011.
Un artista de especial interés es el belga-mexicano Francis Alÿs , quien crea obra con el paisaje mismo. Causó conmoción al intentar "trasladar" un cerro de arena en las afueras de Lima, ayudado por cientos de colaboradores. Las hermosas imágenes las llevó al video. Pero su videoarte tal vez más irritante es el de una persona que lucha por arrastrar un bloque de hielo, el que al llegar a la meta se deshace. "Para llegar sin nada", acota Francis Alÿs.
Artes, vidas y distopías
Una historia íntima y mínima y que atrapa es la de "El jardín de Vivian", de la gran artista y pintora Rosalind Nashashidi (1973). Nominada al Premio Turner y con muestras en museos como la National Gallery, uno de sus premiados filmes es "El jardín de Vivian", que relata casi solo en imágenes y música pasajes de la vida de una pintora y de su madre, sus luchas con las telas en el jardín bajo una tormentosa lluvia. La artista es además autora de trabajos visuales autobiográficos, como uno sobre un suburbio en Jerusualén donde vivía su bisabuelo, "convertido en un lugar sin ley". Otro proyecto es "Por qué estás enfadada": se inicia con una de las últimas obras de Gauguin para hablar de la situación de las mujeres tahitianas.
Mientras tanto, uno de los pioneros en los nuevos medios electrónicos audiovisuales, Bill Viola (1951), sigue ocupando un primer lugar. Sus genuinos videos, de gran belleza, marcan las principales bienales y museos. Apelan a la filosofia, al tiempo, a la psiquis, a la religiosidad, toman de las artes (ópera, teatro, literatura). Remecen. Como su monumental videoinstalación "El Diluvio", en el que sometió a un grupo de personas a una suerte de diluvio, en un paradero. Dialoga otras veces con la obra de Miguel Ángel. Cita visual y conceptualmente al Tristán de Wagner. Perturba. Sumerge en sueños.
Más irreverente y frontal es la videoartista suiza Pipilotti Rist . Hay salas dedicadas a ella en museos como el MoMa, y exhibe en el Reina Sofia y en los principales espacios de Europa. Juega con el arte y el espectador. Los lleva a tenderse en el suelo para descubrir sus videos. Y cuando sale al exterior puede filmarse mientras quiebra vidrios de autos con una suerte de "varita mágica". Pero sus relatos distópicos son bellos. El uso de un color luminoso seduce. Mantiene una calidad fílmica que se dibuja como la precisión de los relojes suizos de su país. Pipilotti hay para mucho más, con o sin estragos en la ciudad y en el público. Como sucede con los más recientes videastas que aparecen para concursos como el famoso Turner, y que suelen combinar la belleza formal con contenidos contingentes e interpelaciones delirantes.
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