Jueves, 28 de Marzo de 2024

"Hay que respirar y borrar las lágrimas al final del día"

MéxicoEl Universal, México 10 de agosto de 2020

Julio Suárez CIUDAD DE MÉXICO, agosto 10 (EL UNIVERSAL)

Julio Suárez

CIUDAD DE MÉXICO, agosto 10 (EL UNIVERSAL).- Hace cinco meses María Teresa Martínez, quien es madre soltera de seis hijos y enfermera, decidió regresar del retiro en cuanto comprendió la gravedad que se vislumbraba con la llegada del coronavirus a nuestro país. No lo dudó y pidió integrarse como voluntaria para volver a dar sus servicios.

"Para mí, como madre, es frustrante no poder estar con mis hijos, pero es más importante, en estos momentos, poder estar con mis pacientes. Realizo todas las medidas. Tiene mucho que no los puedo abrazar, pero sí trato de convivir con ellos todos los días", comenta la capitana segunda del Ejército y enfermera en retiro.

Desde que fueron reconvertidos los dormitorios del 81 Batallón Militar de Infantería en un Hospital Covid, María junto con otros 179 profesionales de la salud, se encarga de atender a todo aquel paciente que llega con síntomas del virus que ha puesto en jaque al sistema de salud de varios países.

Durante su jornada no hay momento de tranquilidad: todo es un ir y venir constante. Las marcas que han dejado en su cara los googles y cubrebocas al término de su día dan fe de todo.

"El personal de salud ?mis compañeros? está cansado. Nos hemos agotado y es muy complicado estar ahí adentro [en el área de terapia intensiva].

"A veces es muy difícil ver a un paciente que llega apenas hablándonos, pidiéndonos auxilio. Es muy complicado verlo partir, porque pone toda la confianza en nosotros", platica María mientras retira de su cuerpo el arsenal que la protege de su lucha diaria.

Hoy se va tranquila, cuenta. Nadie murió durante su turno y ha comenzado a mostrar mejoría uno de los dos pacientes que se encuentran intubados.

"Nos frustra ver que de pronto se desestabiliza el paciente ante un virus que todavía no conocemos, pero al final del día hay que respirar y borrarse la lágrima. Aunque no lo crean, hacemos un enlace con el enfermo: somos su familia, su pensar, la transmisión y recepción de lo que vive.

"Son momentos muy difíciles... A veces nos preguntan: '¿Voy a despertar o no?', y en ocasiones sí llegamos a prometer: 'No te preocupes. Yo te espero cuando despiertes'. Es muy bonito cuando ellos regresan, pero es muy triste cuando no lo hacen", manifiesta María Teresa, quien por un momento parece perderse al recordar estos sucesos.

La cifra de enfermos que son intubados en el área de terapia intensiva de este hospital y logran recuperarse no es nada alentadora: el promedio es que sólo tres de cada 10 pacientes que necesitan respiración asistida se reponen a pesar del intenso trabajo y seguimiento que se les da.

"Durante todo este tiempo hemos recibido a 37 pacientes; nueve de ellos han pasado a hospitalización y a dos los tuvimos que trasladar a un centro de tercer nivel. Lamentablemente es una enfermedad compleja: entre 28% y 30% de los pacientes que ingresan a esta unidad han logrado pasar al área de hospitalización por mejoría; sin embargo, hay otros que no", comenta el mayor médico cirujano José Luis López, quien está a cargo del equipo en el que labora Teresa.

Para José Luis la situación de ser del personal de salud durante la pandemia no ha sido nada sencilla, sobre todo porque lleva cinco meses sin ver a su familia. Desde que inició la crisis, sólo se comunica con ellos por teléfono. No obstante, se siente tranquilo, porque en cada oportunidad que tienen le recuerdan su orgullo.

Durante el recorrido que realizó EL UNIVERSAL a este hospital, una de sus pacientes, la señora Yolanda, fue dada de alta. Luego de tocar la tradicional campana y de que fuera despedida entre aplausos del personal médico y militar, la mujer de 53 años recibió las últimas indicaciones necesarias.

"Llegué aquí el viernes, y estoy muy agradecida con Dios y con el personal médico. Yo jamás pensé llegar a esto, yo me dije: 'A mí no me va a pasar, estoy sana', pero lamentablemente la enfermedad no respeta", dice Yolanda al borde de las lágrimas y mientras se aleja del hospital Covid para ver a sus familiares.

El hospital se encuentra en las instalaciones del 81 Batallón de Infantería y Escuela Militar de Infantería (en la salida de la carretera México-Cuernavaca).

Tiene capacidad para atender a 80 pacientes en hospitalización y 20 más en terapia intensiva. Allí prestan sus servicios 180 profesionales de salud, tanto militares como civiles. La clínica comenzó a operar a finales de mayo, como parte del Plan DN-III-E.
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