Miércoles, 24 de Abril de 2024

Identidad y mestizaje

ChileEl Mercurio, Chile 18 de septiembre de 2020

Los líderes de la emancipación no solo suprimieron la esclavitud, sino que terminaron con el sistema de castas, donde la mezcla sanguínea definía la posición social.

La intensidad adquirida por el llamado conflicto mapuche, en la zona centro sur del país, ha puesto de relieve el estudio y debate sobre la conformación histórico-cultural de los distintos grupos sociales que habitan Chile. Se ha vuelto así a revisar desde diversas disciplinas y enfoques teóricos el complejo proceso de identificación de etnias que poblaron el territorio desde sus inicios, pero una mirada atenta ha de observar también cómo en el curso de los últimos siglos se vivió una intensa amalgama de intercambios, haciendo que en el presente sea prácticamente irreconocible la existencia de grupos racialmente "puros" o que conserven una diferenciación sociocultural primigenia. Aunque esta discusión se ha dado principalmente en el ámbito académico, una lectura algo simplista de ella no ha dejado de permear ciertos discursos políticos.
En nuestro país, hasta los años de la Independencia, el proceso de intercambio que se produjo desde la llegada de los españoles había ido creando una sociedad estratificada de acuerdo con las distintas nomenclaturas que fueron conformando las relaciones interraciales, generándose con ello un sistema de castas similar al que existió en el resto de la América colonial, aunque atenuado. Este último matiz estuvo dado por la mayor presencia de españoles que hubo en Chile en grupos sociales diversos a la élite y por la escasez relativa de esclavos de procedencia africana.
Los principales líderes de la emancipación, entre ellos O'Higgins y Carrera, imbuidos del espíritu de los nuevos conceptos políticos que animaban su actuación, no solo suprimieron tempranamente la esclavitud en todo el territorio, sino que terminaron con el sistema de castas, donde la proporción de la mezcla sanguínea de las personas definía la posición en la escala social. La voluntad por incorporar un ideario de fraternidad en la naciente república llevó a O'Higgins a prohibir en las partidas de nacimiento cualquier definición racial o de casta, pidiendo a los párrocos de todas las iglesias usar una sola nomenclatura. Esta iniciativa, conocida como "decreto de chilenidad", constituyó -al decir de numerosos historiadores- el verdadero bautismo del Chile poscolonial, al unificar en una categoría de ciudadanos iguales ante la ley a todos los habitantes del territorio.
Dicho acto no hizo más que darle visibilidad al mestizaje como realidad dominante en la sociedad chilena, una categoría que permanecía innominada en el mundo de las castas, el cual fue reemplazado por el concepto nuevo y englobante de ciudadanía. Se trata de un hecho histórico indudable que se dio en todo el continente, que tras las revoluciones unificó a los diversos grupos y atenuó las numerosas y excluyentes diferencias sociales.
Hoy, desde diversas escuelas doctrinarias del mundo de la historia, la antropología o la arqueología, se busca desplazar esta realidad nacida de la independencia, motejándola como producto de una construcción social, que habría sido útil solo para la consolidación de los Estados nacionales del siglo XIX. Sin embargo, el justo reconocimiento del aporte que han representado las etnias originarias y la preservación de su cultura y valores no han de significar un retrotraer la historia a épocas en que la raza era el principal motor de discriminación y exclusión de la sociedad.
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