Viernes, 29 de Marzo de 2024

Mantram para confinados

ChileEl Mercurio, Chile 22 de abril de 2021

La literatura es una forma privilegiada de desconfinamiento, un escape de todos los tipos de prisiones en que vivimos.

Mañana se celebra el Día del Libro. Mucho se habla sobre el libro, sobre sus cualidades intrínsecas y sus efectos positivos en la vida de las personas, pero en la realidad, en nuestro país, más allá de esas declaraciones de buena crianza, el libro, para la inmensa mayoría, es casi un desconocido o en el mejor de los casos un adorno dentro de estantes diseñados para lucir lomos bellos. Como La Bella Durmiente, los libros esperan a un "príncipe" o "princesa" (los lectores que besan con los ojos las tipografías) que los vengan a despertar de su largo sueño o abandono.
"Camarada: esto no es un libro, quien toca este libro, toca a un hombre", dijo Whitman. Pocas veces se nos da la oportunidad de tocar a un "otro" como en la lectura de un libro. En realidad, la mayoría de las veces nos cruzamos con otros, incluso convivimos con otros (nuestros cercanos), pero sin jamás tocarnos de verdad. A veces pienso que conozco mucho mejor el alma de Dostoievski o de Emily Dickinson (autores amigos) que la de tantas personas cercanas. !Qué triste¡ Conversamos de tantas cosas banales y tan pocas veces de nosotros mismos, de nuestras hondas penas y nuestros secretos júbilos. Porque todos tenemos un secreto que no nos atrevemos a contar. "¿Quién de nosotros conoció a su hermano. ¿Quién observó el corazón de su padre, quién conoce el corazón de su hijo? ¿Quién de nosotros no estuvo siempre prisionero? ¿Quién de nosotros no será siempre un extranjero solitario?", dice Thomas Wolfe al comienzo de la novela "El ángel que nos mira". Cómo resuena ahora, en medio de esta larga cuarentena, la frase: "¿quién de nosotros no estuvo siempre prisionero?".
La literatura es una forma privilegiada de desconfinamiento, un escape de todos los tipos de prisiones en que vivimos, el país y cultura que no escogimos y donde nos tocó nacer, nuestra propia conciencia, nuestro carácter y personalidad a los que estamos condenados hasta el fin de nuestros días. Quienes han podido salir de los estrechos muros y límites de su realidad son los escritores y lectores. Y digo lectores, porque el lector también es un escritor, pues reescribe lo que lee. Borges lo afirma con tanta delicadeza (por el lector) en el prólogo de un libro suyo: "si las páginas de este libro contienen algún verso feliz, perdóneme el lector la descortesía de haberlo usurpado yo, previamente". !El escritor solo se nos adelantó a escribir lo que ya sabíamos¡ Si esa misma certeza de Borges la tuvieran los profesores y los que deciden las metodologías escolares, qué distintas serían las clases de lenguaje. "Más respeto, señor profesor, yo soy también el autor de este libro", podría decir un niño obligado a contestar de una manera en una prueba de alternativas. Todos debieran saber que no hay felicidad más grande que la de ser lector, mayor que la de ser escritor. Uno al leer puede reescribir muchos más libros que los que un escritor alcanza a escribir en su vida.
Escribo esto sentado entre los libros de mi biblioteca y me siento acogido por ellos, ellos me prodigan una intimidad difícil de encontrar en otra parte. Yo los despierto de su largo sueño y ellos me despiertan a mí. ¿Por qué los siento tan cercanos y por qué tantos los ven como lejanos y solemnes, ajenos a la propia vida? Los lectores somos privilegiados que debiéramos contagiar a los que no lo son, a los que están confinados sin posibilidad alguna de escape. Recuerdo un poema de Hesse que me leyó una vez un niño hace muchos años en un colegio en un día del libro como el que mañana celebramos. Es como un mantram que comparto y que nos puede liberar de esta cuarentena ardua y extensa: "Ninguno de los libros de este mundo/ te aportará felicidad/ pero secretamente te devuelven/ a ti mismo. Allí está todo lo que necesitas/ sol y luna y estrellas/ pues la luz que reclamas habita en tu interior/ y ese saber que tanto buscaste/ por bibliotecas, resplandece/ desde todas las páginas/ puesto que es tuyo ahora".
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