Viernes, 19 de Abril de 2024

A otra velocidad

ColombiaEl Tiempo, Colombia 26 de noviembre de 2021



El último tramo de 2021 ha estado caracterizado por una ola de optimismo frente al desempeño de la economía colombiana



El último tramo de 2021 ha estado caracterizado por una ola de optimismo frente al desempeño de la economía colombiana. No solo los centros de investigación económica y entes multilaterales ajustan sus proyecciones de crecimiento del PIB al alza -algunos bordeando los dos dígitos o instalándose allí- sino también consumidores, comerciantes e industriales mejoran sus percepciones sobre el futuro en las distintas encuestas. De hecho, el Índice de Confianza del Consumidor de Fedesarrollo de octubre pasado subió 1,7 puntos porcentuales y se ubicó en -1,3 por ciento, y aumentó en todos los niveles socioeconómicos con respecto al mes anterior. Además, en la encuesta de Pulso Social del Dane, publicada ayer, su Indicador de Confianza del Consumidor alcanzó 38,5, el nivel más alto en 16 mediciones mensuales. Esta dinámica es inocultable y ha fortalecido el ritmo de la reactivación económica. El repunte del país ha sido incluso más vigoroso que el que inicialmente analistas y observadores habían estimado al arranque de este año. Las positivas proyecciones de crecimiento del PIB constituyen una buena noticia tanto para la economía general como para las empresas, los hogares y el Estado. No obstante, el optimismo alrededor del crecimiento no debe nublar las distintas velocidades de recuperación de otros actores, como los hogares pobres y vulnerables. Cuando la mirada se acerca al detalle de la reactivación desde estos bloques de la población, rezagos y vacíos en esta senda de mejora se notan de inmediato en varios frentes. El primero es de las percepciones. Una aproximación a la más reciente encuesta de Pulso Social desde la visión de los jefes de hogares pobres muestra una experiencia más morigerada, y en ocasiones negativa, de la reactivación. El 54 por ciento de estos hogares en condición de pobreza considera que su situación económica hoy es "peor" y "mucho peor" que hace 12 meses. Solo el 30,2 por ciento augura que en un año la economía del país estará "mejor" y "mucho mejor". Casi tres de cada cuatro hogares pobres hoy no tienen mayores posibilidades de comprar ropa, zapatos, alimentos, que hace un año. Un segundo frente es el de inflación que está afectando con mayor severidad a los hogares pobres y vulnerables. Mientras el índice anual de precios al consumidor para ingresos altos registró un 3,55 por ciento en octubre, el correspondiente a los pobres marcó un 5,53 por ciento y un 5,6 por ciento a hogares vulnerables. En simultánea con el fortalecimiento del consumo de los hogares en este segundo semestre del año, el alza de precios está debilitando el poder adquisitivo de los pobres. De hecho, el 48,4 por ciento de los jefes de hogar pobre en Pulso Social cree que los precios "aumentarán mucho" en los siguientes doce meses. Así como los más vulnerables experimentan la inflación de maneras diferentes, en términos de vacunación también hay brechas que merecen atención. Mientras el 4,9 por ciento de los jefes de hogares no pobres no está inmunizado ni está dispuesto a hacerlo, este porcentaje es de 8 por ciento en los pobres. Incluso entre los que sí se quieren vacunar y no han podido hacerlo la distancia es de 8 puntos porcentuales. La diferencia entre los pobres con dos dosis aplicadas y los no pobres con el mismo esquema es de 20 puntos porcentuales. Estas urgencias -de gasto, de inflación y de vacunación- que hoy aquejan a los hogares más pobres siguen vigentes en medio del ritmo dinámico de la reactivación. Queda la tarea de aprovechar este desempeño positivo para atender a estos rezagados.
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