Martes, 23 de Abril de 2024

Bambi y el bagre

UruguayEl Pais, Uruguay 18 de mayo de 2022


"Los pescados no gritan", solía decir mi tío cuando quien escribe, de chico, lo acorralaba con preguntas de esta naturaleza


"Los pescados no gritan", solía decir mi tío cuando quien escribe, de chico, lo acorralaba con preguntas de esta naturaleza. "Si gritaran, agregaba, nadie más pescaría". Su teoría sonaba más que aceptable. Sobre todo para un niño o para cualquiera que hubiera visto un pescado retorciéndose sobre una roca en busca de oxígeno. Pero la teoría es incompleta, ya que el axis, por ejemplo, no es un animal particularmente ruidoso y tampoco tiene actitudes como la de la mulita cuando es capturada, que junta sus patitas delanteras y "parece que está pidiendo como si fuera un cristiano", al decir de Tabaré Echeverry. El gran motivo por el cual el pez de largos bigotes no recibe del ser humano la misericordia que el ciervo sí recibe, es de índole estético. El bagre es un bicho feo. El axis, en cambio, es hermoso, hasta se parece a Bambi, aquel cervatillo que en una vieja película de Walt Disney, llenó de ternura y compasión a millones de niños cuando un cazador en el monte, abatió a su madre de un tiro.
Pero a no engañarse, que los axis son lindos dentro del canon de belleza hegemónico occidental y capitalista, ese filtro estético que se aplica no sólo a los animales salvajes sino también a las personas. El que provoca trastornos alimenticios, angustia, depresión, bullying y ventas millonarias de cientos de productos relacionados con la apariencia. En ningún caso el trato diferente que los humanos le prodigan a un bagre y a un ciervo, guarda relación con el amor a la vida o el valor que a ella se le confiere. Pues si nos vamos a poner profundos, todas las vidas deberían valer lo mismo. El resto es pura superficialidad.> > Como muchos de los lectores, quien escribe aprovechó el feriado del lunes para arreglar algunas cosas de la casa. Entre otras, cambiar la lamparita del pasillo, que llevaba varios días quemada. Al hacerlo, el plafón que la recubre apareció lleno de insectos muertos que fue necesario limpiar. Mientras empujaba los cuerpos sin vida a la bolsa de la basura, me puse a cavilar en la piedad selectiva del ser humano. ¡Qué especie hipócrita el Homo Sapiens! Todos estos cadáveres, que no generaron en este autor más que indiferencia, trajeron la conclusión de que el milagro de la vida no es lo que le importa a la Humanidad. > > Fíjese: ¿Qué ocurriría si, en lugar de estos bichos, estuvieran cayendo en la basura algunos ejemplares de pequeñísimos aguaraguazú, de delfincitos nariz de botella?
Pero eran insectos. Y si hasta ahora usted pensaba que el bagre era un desgraciado, ya vio que se puede estar peor. Los insectos sí que están alejados del canon de belleza hegemónico y por ese motivo usted podrá liquidarlos con total impunidad. Se entiende que la su vida, como la de los bagres, no vale nada, porque son feos. Todo lo contrario de los delfines, cuya gracia y belleza hace valiosa su existencia. Los delfines son tan bonitos y simpáticos; tan inteligentes y sensibles, que hay quienes llegan a afirmar que son capaces de reír y hasta de llorar. Algunos aseguran, incluso, que si en lugar de aletas tuvieran manos, escribirían poesía.> > Entonces, ¿por qué la sociedad acepta que se maten bagres y no bambis? Porque, para la Humanidad, la imagen es lo más importante.>
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