Jueves, 28 de Marzo de 2024

Examen en el bar

UruguayEl Pais, Uruguay 7 de octubre de 2022

El legislador compartió una impresión de pantalla de un correo electrónico donde un docente de la Facultad de Derecho aclaraba a una estudiante que "mantenemos la fecha del parcial

El legislador compartió una impresión de pantalla de un correo electrónico donde un docente de la Facultad de Derecho aclaraba a una estudiante que "mantenemos la fecha del parcial. Lo que hacemos es cambiar el lugar. Será en la planta alta del Bar Las Palmas (18 y Gaboto)".
Leyendo solo hasta ahí, ya cabe lamentar a lo que obligan las medidas gremiales emprendidas por los docentes sindicalizados de la Udelar. No bastó que la LUC consagrara, por una amplia mayoría parlamentaria y el aval posterior de un referéndum, que los conflictos no pueden coartar la libertad de quienes no los comparten. El docente y los estudiantes se ven obligados a continuar su trayecto académico... en el bar de la esquina. Pero la segunda parte del correo electrónico agrega a esa injusticia un ribete involuntariamente humorístico: "La condición es que todos pidamos al menos un café. Es el precio del alquiler del lugar que tenemos que pagar. Si alguien no puede pagar café, me dice y yo se lo pago. Pueden pedir cualquier cosa. La condición es que todos consumamos algo". Así estamos, asumiendo la vergüenza de ser el único país del mundo donde para rendir un parcial en una universidad pública, debemos pagarnos un café, o pedirle al generoso docente que nos lo abone de su bolsillo. Su actitud es tan digna de aplauso como de compasión. Parece mentira que deba llegarse a este extremo para cumplir a cabalidad con un servicio educativo que el Estado tiene la obligación de brindar. Un profesor que debería estar ocupándose de preparar sus clases y cultivarse para dar lo mejor de sí a los alumnos, debe invertir tiempo y esfuerzo en negociar con el dueño de un bar el extravagante alquiler de lo que no es un aula, a media cuadra de donde los contribuyentes pagamos impuestos para proveerle de lo que necesita para realizar su función. Pero así es el maravilloso mundo del corporativismo sindical: mientras institucionalmente se desentienden de sus obligaciones para con la sociedad, la responsabilidad recae exclusivamente sobre los hombros de particulares que se separan del rebaño y asumen la misión educativa como un desafío personal.
"Como somos muchos para ese espacio, habrá sillas, pero no mesas, por lo que les recomiendo llevar una tablita para poder hacer el escrito". Está todo dicho... Por si la anécdota no fuera lo suficientemente paradojal hasta ese punto, El País informó ayer de una consecuencia que la hace aún más penosa: la Asociación de Docentes de la Universidad de la República (ADUR) ubicó al profesor y desarticuló la medida. Imponen intereses propios avasallando derechos ajenos. Por supuesto que están constitucionalmente amparados para decretar los paros que deseen hacer, pero tendrían que comprender de una vez por todas que no tienen derecho a impedir la entrada a clase de quienes no comparten la medida. Hay facultades ocupadas en actitud totalmente ilegítima, porque aún rige una norma sancionada durante el ciclo frenteamplista, que prohíbe explícitamente la ocupación de los edificios públicos. No hay que pedir que se recuerde -porque es inolvidable- aquel desalojo de la sede del Codicen por parte de la Guardia Republicana, bajo la presidencia de Tabaré Vázquez... También incumplen el artículo de la LUC por el cual nadie tiene la prerrogativa de obstaculizar el ingreso del trabajador que no adhiere a un paro. Y si esto vale para un laburante, más todavía debe regir para quien acude al servicio del Estado para realizar su trayecto académico. Siguen priorizando sus agendas político-partidarias a los verdaderos intereses de la sociedad. Y a las voces que se alzan contra esta injusticia flagrante, intentan acallarlas con agravios. No, señores. Exigir que los estudiantes del sistema público reciban la misma calidad educativa que tienen asegurada aquellos que pagan escuelas, liceos y universidades privadas, no es ser antisindical, ni reaccionario, ni neoliberal, ni ninguno de esos tontos epítetos con que patotean a quien piensa con cabeza propia. Es todo lo contrario.
Los uruguayos hacemos un enorme esfuerzo para disponer de una educación universitaria pública. Mentira que es gratuita: lo es, justicieramente, para quienes la reciben. Pero eso es posible gracias a que la estamos pagando todos. Deberían respetar y honrar ese esfuerzo colectivo.
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