Acasos
A veces la vida nos sorprende con hechos no solo inesperados sino repentinos, abruptos
A veces la vida nos sorprende con hechos no solo inesperados sino repentinos, abruptos. Es decir, su curso avanza en una cierta dirección y de pronto, sin que se oiga ni un "agua va", todo se tuerce hacia otro lado. Parafraseando un verso de "Hamlet" de memoria, las cosas cambian de destino sin contar con nosotros.
Ahora bien, también suele ocurrir que un hecho inesperado o repentino no troca radicalmente el curso de la vida, pero le deja una huella imborrable y que nos acompaña por muchos años... Tal vez siempre. Mas el mundo exterior sigue igual, como si no hubiese sucedido cosa alguna... No por nada se quejaba el poeta Auden en su poema elegíaco al amado muerto, "Funeral Blues", "!detengan todos los relojes, cuelguen el teléfono¡".
Pero no, la vida continúa su camino inexorable. ¿Qué hacer? Aceptar dichos acasos con paz, sana resignación, y seguir adelante. Nadie nos enseña a vivir sino la misma vida. Y, para los creyentes, no solo ella misma, sino hasta la identidad personal resultan del plan divino, de lo que Dios ha dispuesto en su infinita sabiduría -con san Pablo- "para el bien de quienes lo aman".
"La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida", reza el dicho popular o esa canción tan conocida. Y quién sabe si la vida misma no es una continua sorpresa, si es que estamos atentos y alertas. Puede ser una manera muy hermosa de pulular sobre la arrugada costra de esta nuestra tierra, por sus cimas y valles, meandros y archipiélagos...