Vaz Ferreira y la guerra de tarifas
Vaz Ferreira no tenía dudas que la humanidad estaba padeciendo una guerra económica "terrorífica".
El filósofo y abogado uruguayo Carlos Vaz Ferreira no fue indiferente al impacto de la crisis económica de 1929 y sus consecuencias planetarias. El capitalismo asistía a su peor crisis registrada hasta ese momento. El epicentro del volcán en EE.UU., una potencia financiera y comercial, repercutió a escala global. Al disminuir sus importaciones retroalimentaron la caída de las exportaciones en otros países y la cadena de problemas no dejaron de agudizarse.
En este marco de incertidumbre, estancamiento, crisis financiera y sufrimiento humano es que Vaz Ferreira en 1932 impartió en la Universidad de la República 4 conferencias sobre "El ultraproteccionismo" revelando su preocupación por este "mal" de su tiempo. En su perspectiva, la guerra de tarifas era un "cáncer económico" que acechaba a la humanidad y cuya solución no parecía encontrarse. De hecho, 12 años más tarde en una nueva disertación -en el marco de la segunda guerra mundial- seguía reflexionando sobre este mismo problema.
Vaz Ferreira interpretaba que el proteccionismo -cuyo ascenso lo situaba durante la gran guerra- había virado en su presente a un nivel de "exageraciones monstruosas". La hostilidad aduanera aislaba a las naciones aumentando odios y desconfianzas. Su posición ideológica era la defensa del libre cambio, cuna en la que nació su generación (la del 900), pero entendía que ese modelo estaba arrinconado en un mundo "hiperestatista". En los 30 el libre cambio generalizado no era viable, porque solo es posible si todos lo practican y cooperan para llevarlo a la práctica. Entonces, en el marco de una guerra de tarifas los países no tienen muchas alternativas más que ir por un proteccionismo "prudencial o razonable", por ello los instaba a negociar tratados bilaterales de reciprocidad. "Comprar a quien nos compra" era una ecuación justa y legítima.
También aprovechó para reprobar a Estados Unidos la política proteccionista a favor de su mercado interno y le inculpó el "efecto de imitación" que había generado en el resto de naciones. Aunque, entendía que esta gran potencia por su tamaño, grandes riquezas naturales y materiales podía situarse en una posición de ventaja.
Vaz Ferreira no tenía dudas que la humanidad estaba padeciendo una guerra económica "terrorífica" y evalúa que quizás era "más horrorosa" que una "verdadera guerra", en la cual sus víctimas y destrucciones materiales son bien visibles y el sentimiento de horror es compartido por todos. En cambio, en el ultraproteccionismo generalizado las miserias, los daños y las muertes (materiales y espirituales) son incuantificables y es mucho más difícil la sensibilidad hacia sus peligros y consecuencias "monstruosas".
El escenario de globalización actual es bien diferente, pero la lógica de las políticas proteccionistas tiende a desembocar en escenarios similares: pérdida de bienestar e ingresos, con un claro impacto negativo en los consumidores y los hogares, entre otros. El largo camino de reconstrucción económica desde la segunda mitad del siglo XX -que Vaz Ferreira no podía imaginar- muestra que las distorsiones de las barreras aduaneras agigantadas son negativas y la recuperación es un proceso largo. En tal sentido, nunca es positivo generar un caos mediante una guerra comercial.
* Directora de la Maestría en Historia de la Universidad de Montevideo.