Contra la democracia
Desde el pasado sábado los colombianos están en vilo por la salud del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay tras el infame atentado del cual fue víctima
Desde el pasado sábado los colombianos están en vilo por la salud del precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay tras el infame atentado del cual fue víctima. El joven senador del Centro Democrático -hijo de la periodista Diana Turbay quien murió en un intento de rescate tras ser secuestrada por Pablo Escobar- sufre un ataque que reedita épocas pasadas de terror y violencia política que se creían superadas. El atentado contra Miguel Turbay no solo marca un punto de inflexión en la anticipada campaña electoral de 2026, sino que constituye una amenaza grave y directa contra la democracia colombiana. Este intento de desestabilización política requiere de acciones urgentes para identificar los responsables materiales e intelectuales, así como debe conducir a bajar la retórica agresiva y proveer garantías y protección para el proceso electoral. El país necesita que las autoridades aceleren sus investigaciones para esclarecer estos lamentables hechos en su totalidad y las motivaciones de sus promotores. Al ser el senador Uribe una visible figura de la oposición, este esfuerzo institucional debe ser conducido con la mayor transparencia y celeridad. Es ingenuo pretender ignorar que este despreciable ataque tiene lugar en medio de un entorno político crecientemente polarizado y enrarecido. No se puede asimismo desconocer el rol protagónico que el Gobierno -desde el presidente de la República, Gustavo Petro, hacia abajo- ha jugado en emponzoñar el debate público con lenguaje agresivo, estigmatización de los opositores, abuso de los estereotipos y exacerbación del conflicto social y la ‘guerra de clases’. Ahora que la Casa de Nariño se vio obligada a convocar a opositores para mejorar la seguridad y las garantías para las próximas elecciones, no genera sorpresa que varios partidos políticos hayan declinado esa invitación. La confianza de los demás sectores sociales, políticos y económicos en la administración Petro debe ganarse con gestos y hechos tangibles, más allá de las palabras. Por ejemplo, es momento para revisar a la Unidad Nacional de Protección (UNP), sus protocolos y procedimientos y establecer qué falló el día del ataque y qué tipo de medidas se tomarán para resolver esas falencias. No solo la protección física de los aspirantes sino otros aspectos que blindan este proceso electoral deben ser robustecidos y desplegados de inmediato. Sobre los hombros del presidente Petro y sus altos funcionarios está la responsabilidad de simbolizar la unidad nacional en estos momentos de incertidumbre y zozobra, así como de suspender la retórica de la polarización, la división social y el ataque personal. A la oposición le corresponde a su vez reflexionar sobre cómo marcar las diferencias frente a la actual administración sin caer en el mismo tipo de ataques. Los colombianos también deben dejar de seguir premiando con votos y poder político a quienes alimenten esta degradación del debate público. El país atraviesa un momento que pondrá en juego los liderazgos -desde el alto gobierno, la oposición, los medios de comunicación, los entes investigadores. Y, en especial, la actitud de estos líderes- presentes y futuros- frente a un claro ataque contra la democracia. Se espera menos agresividad y menos populismo y más generación de confianza y protección inequívoca del proceso electoral y las instituciones. Nuestros votos por la recuperación del senador Miguel Uribe Turbay y un mensaje de fortaleza a sus familiares, amigos y seguidores.