Policía retirado que se encargaba del mantenimiento de esta unidad advierte que tras las rejas las peleas son algo cotidiano y que la lucha muchas veces es "por un plato de comida".
Durante 33 años Carlos González Ancheta fue guardia del Penal de Santiago Vázquez hasta que se jubiló en enero. Tuvo varios puestos en el establecimiento carcelario hasta que, en los últimos cuatro años, ingresó al área de mantenimiento, lo que lo obligaba a concurrir casi a diario a arreglar puertas de celdas y baños de esa cárcel. A menudo trabajaba en el Módulo 11, conocido como "el infierno". "Uno se acostumbra a tener miedo", dice a El País.
-¿Siempre fue guardia penitenciario o alguna vez trabajó en la calle como policía?
-Desde que ingresé en el Instituto Nacional de Rehabilitación en 1992, siempre fui guarida penitenciario. Comencé a trabajar como guardia el 1° de enero de ese año. Me vine de Rivera a Montevideo y estuve tres meses en el Penal de Libertad, en la guardia externa. Después me pasaron al Comcar y allí estuve 33 años.
-Comenzó en el peor lugar del sistema carcelario. En esa época los presos "líderes" del Penal de Libertad eran Gustavo de Armas, Nelson "el Rambo" Otero Peña y Alejandro de Armas. Allí, también, hubo un gran motín que tomaron de rehén al periodista Yuri Gramajo. ¿Cómo eran esos tiempos?
-En esa época los reclusos más complicados estaban en el Penal de Libertad. Se utilizaba esa cárcel como castigo para aquellos presos que cometían delitos graves. En marzo de 1992 hubo un intento de fuga de 11 personas. Fueron capturados antes de lograr salir al exterior. Varios de esos reclusos fueron trasladados al penal de Santiago Vázquez (entonces denominado Complejo Carcelario -Comcar-). Ahí fue que a mí y a otros compañeros nos trasladaron al entonces Comcar para reforzar la guardia por la llegada de esos presos.
-Vuelvo un poco hacia atrás. ¿Cómo fue su primer día en el Penal de Libertad?
-Me sorprendió lo grande que era la cárcel. En esa época, el penal estaba muy poblado. Yo hacía la guardia perimetral. Realicé la "tanda" (período de prueba en la Policía) de tres meses ahí. Otros compañeros de Rivera también hicieron la tanda conmigo, pero estábamos afuera del edificio.
-¿Y qué cambió al llegar al Comcar?
-Ahí fue la primera vez que entré en el interior de una cárcel. Antes yo solo había hecho guardia externa. -¿Qué impresión tuvo de lo que era en ese momento el Comcar?
-En aquella época el Comcar no era como ahora. Tenía espacios abiertos y cerrados. También era más chico. En 1992 estaban operativos los módulos 1, 2, 4, 5 y 13. No me llamó mucho la atención en ese momento.
-¿Qué horario realizaba en el Comcar?
-De 22 horas a 6 de la mañana.
-Entonces usted era un guardia que los presos denominan "llaveros", los que tenían la potestad de abrir las puertas. ¿Es así?
-Sí. Yo trabajaba de noche. Y mi trabajo era ingresar al módulo, abrir la celda y sacar al preso que se había enfermado, por ejemplo. Cuando yo comencé a trabajar en el Comcar había pocos módulos y bastante personal policial. Éramos 11 guardias por módulo. Inclusive quedaba uno o dos policías de retén. Hoy hay un policía por módulo de noche. En los últimos tiempos, yo entraba solo al módulo.
-¿Usted ingresaba desarmado a módulos con 600 o 700 presos?
-Sí. Los guardias andan desarmados porque los presos pueden quitarle el arma y luego utilizarla contra un policía.
-¿Cómo fueron sus primeros meses de trabajo en el Comcar?
-Mi régimen de trabajo era una semana en el penal y otra en Rivera. Cuando me tocaba estar en la cárcel, el régimen era cerrado. No se salía para nada. Yo dormía en el mismo lugar que trabajaba.
-¿Cuánto tiempo estuvo bajo ese régimen?
-Como cinco o seis años. Se extrañaba mucho a la familia. Además se estaba encerrado como un preso, no había mucha diferencia.
-¿Cómo era la vuelta a su casa desde el Comcar cuando le tocaba la semana de franco?
-En esa época los ómnibus no nos llevaban gratis. Íbamos y veníamos (de Rivera a Montevideo) haciendo dedo. Era un gran sacrificio. El otro día hablábamos con un compañero sobre las dificultades que sufríamos. En una ocasión estuve 48 horas en la ruta para llegar a mi casa en Rivera.
-¿Cuándo descansaba dentro del Comcar usted podía dormir tranquilo o temía que los presos se amotinaran y tomaran el lugar?
-En aquel momento la situación del Comcar era más tranquila que ahora. No se corría tanto riesgo. No era lo que ahora se esta viviendo, que hay una falta de respeto total hacia el policía.
-¿En qué módulos trabajó en el Comcar (luego cárcel de Santiago Vázquez)?
-Trabajé en el Módulo 2 desde 1992 hasta el 2017. Después de ese año pasé a la Jefatura de Servicio donde se hacían los documentos de ingresos de presos y ahí estuve hasta el 2021. A partir de esa fecha pasé al sector Mantenimiento del Comcar, lo que incluía el Módulo 11, hasta que me jubilé a principios de este año.
-¿Cómo era hacer reparaciones en el Módulo 11, donde van los presos más peligrosos?
-No sé muy bien explicar cómo es trabajar ahí. Es caótico.
-¿Por qué?
-Se trabaja en medio de las ratas. Se veían montones de ellas hasta de día y se escuchaban en la noche.
-En particular, ¿cuál era exactamente su trabajo en el Módulo 11?
-Hacía reparaciones de celdas todos los días. A veces había dos o tres celdas rotas en el Módulo 11 por día.
-Si tuviera que contar a un familiar suyo o a un extraño cómo es el Módulo 11, ¿qué diría?
-Desde que lo abren a las 7 de la mañana y hasta las 17 o las 18 horas es un griterío solo. Se vive esas horas con nerviosismo, con tensión. Todo el día gritan, se lastiman, se pelean por todo. Se pelean por un plato de comida.
-¿Los policías de mantenimiento van en grupo a trabajar al Módulo 11?
-Cuando hay policías disponibles, vamos varios; si no hay, va uno solo.
-¿Algunas veces le tocó ir solo al Módulo 11 y cruzarse con los presos en la "planchada" (pasillo)?
-Sí.
-¿Sintió miedo?
-Siempre se tiene miedo. Pero se tienen que hacer las cosas; alguien tiene que hacer las cosas. Uno se acostumbra a trabajar con miedo. De hecho, cuando uno ve el peligro ya es tarde.
-¿Por qué dice eso?
-Una vez yo estaba haciendo unos trabajos en el Módulo 4. Se armó una trifulca entre reclusos y quedé en el medio. Mis compañeros lograron escaparse. Me salvé porque estaba vestido de particular. Me acompañaba un perro. Logramos llegar a la puerta del módulo sin que nos descubrieran. A partir de ahí, el perro no quiso entrar más al módulo. Se quedaba en la entrada. Ese fue uno de los episodios más complicados que viví. Yo trataba de tener una buena relación con los internos.
-Su trabajo era arreglar puertas y cerrojos del Módulo 11. ¿Por qué se rompen tanto?
-Rompen los candados para salir y pelearse con otros presos; o para fugarse; o para salir a caminar por la noche y robar en otros celdas. En el Comcar hay muchos reclusos que no tienen familia. No reciben "paquetes" (encomiendas) con alimentos. Comen lo que les da la cárcel. Si una persona come a las 18 horas y luego el café es a las 21 horas, pasa hambre. Por eso salen a hurtar comida. Hay gente que está bien, que tiene familia, le llevan alimentos y ropa. Pero en una gran mayoría eso no es así. Como dicen ellos: "Estamos en la 'pelada' (sin comida)".
-¿Qué es lo que ocurre en el Módulo 11? ¿Hay bandas de reclusos que pelean entre sí como se ha dicho o los internos se enfrentan por asuntos del día a día?
-Se pelean por deudas de drogas. Son problemas que vienen de la calle y muchas veces se arreglan ahí.
-Cuando usted pasó a retiro a principios de este año, ¿cómo estaban las celdas del Módulo 11?
-Muy deterioradas, con agujeros. -¿Se puede pasar de celda en celda por boquetes?
-Sí, ellos pasan de celda en celda.
-Entonces las tareas de mantenimiento como las que hacía usted muchas veces son inútiles...
-Sí. Yo estaba todo el día en el Módulo 11. Se arregla de mañana un cerrojo y de tarde está de nuevo roto. Es que se deben poner presos en esa celda otra vez, porque no hay lugar.
-Trascendió públicamente que los presos no tienen colchones. ¿Es así?
-Se les entrega colchones. Pero a los dos días están del grosor de una manta, porque son de calidad inferior. Son muy finos.
-En caso de que volviera a ingresar a la Policía, ¿volvería a trabajar en una cárcel o elegiría otro lugar?
-Uno se acostumbra a trabajar ahí. Yo hacía el Servicio 222 con policías de seccionales y me decían: "Para ahí no voy ni muerto". Y yo les respondía: "Tampoco voy a las calles".
-Los oficiales señalan que a los módulos más complicados de Santiago Vázquez se envía a aquellos policías que no sirven. ¿Hay malos policías?
-De repente son policías muy rebeldes o faltadores.
-¿Alguna vez tuvo alguna oferta que podamos llamar "rara" dentro de la cárcel?
-Gracias a Dios que nunca. Ellos (los presos) me conocían. Sabían bien que quién era yo.
Un módulo conocido como "el infierno"
El 16 de junio de este año, cuatro presos murieron en un incendio en una celda del Módulo 11 del establecimiento carcelario Santiago Vázquez (antes el Comcar). Según supo El País, los homicidios sucedieron tras una discusión por un celular o una cuerda para colgar la ropa. Individuos lograron acceder a la "planchada" (pasillo) del Módulo 11 y rompieron los candados de la celda vecina. Luego tiraron hacia dentro trozos de polifón de colchones encendidos, los cuales tomaron contacto con otros colchones y el fuego se generalizó enseguida. Ello causó la muerte de cuatro personas: Luciano Flores dos Reis, de 23 años; Emanuel Alexander Porciúncula Martínez, de 27; Yony Francisco Sosa Caballero, de 34; y Walter Javier Ocampo Ifraín, de 47. Los investigadores penitenciarios sospechan que el "fajinero" y el "ranchero", ambos ocupantes de la celda contigua a la incendiada y con posibilidades de circular libremente por la "planchada", tienen alguna vinculación con el siniestro mortal. El Módulo 11 es calificado por los propios presos como "el infierno". Se trata del peor lugar del sistema penitenciario uruguayo. En setiembre de 2024, el Módulo 11 alojaba a 852 reclusos, cuando su capacidad era de 498.