Retroceso internacional
Participar de un foro internacional con Rusia y países alineados con Rusia va en contra de todo lo que ha defendido Uruguay históricamente, y nos pone en un lugar muy riesgoso.
La última semana la agenda pública ha estado pautada por distintos temas que se agolpan y dificultan su comprensión más general. Entre la elección del nuevo directorio del Partido Nacional, que generó una inusual expectativa en el partido de gobierno, las lamentables muertes que se siguen sucediendo de personas en situación de calle ante un Mides impávido y que solo sabe poner excusas y otros varios asuntos, otros temas pasan por debajo del radar.
Uno especialmente relevante, especialmente para la suerte del país en el largo plazo, es su estrategia de inserción internacional. Un país pequeño no tiene ninguna alternativa a la apertura, como pauta fehacientemente la teoría económica y confirma tercamente nuestra propia historia.
Cuando fuimos abiertos en el siglo XIX, fuimos el país que más creció en América Latina y llegamos a ser tan ricos como los países del primer mundo. Cuando nos cerramos al mundo nos estancamos y generamos una crisis de proporciones hacia mediados del siglo pasado. Cuando volvimos a abrirnos la economía volvió a crecer, con los vaivenes de un país que tenía muchos aspectos para ir mejorando.
Lo comercial sería suficientemente importante por sí mismo para justificar dedicarle mucho tiempo y recursos a la política comercial de inserción internacional, pero nuestro lugar en el mundo lo excede.
Nuestro posicionamiento como un país respetuoso del derecho internacional, de la democracia liberal, de valores universalmente reconocidos como el respeto a los derechos humanos, la defensa del Estado de Derecho y la resolución pacífica de los conflictos, nos han destacado. Hemos estado en causas justas como la creación de las Naciones Unidas o la creación del Estado de Israel, estando siempre del lado correcto de la historia, salvo algunas agachadas difíciles de digerir con las dictaduras durante el gobierno de Mujica.
Esto viene a cuento del cambio de rumbo que esté procesando el gobierno actual; una alineación genuflexa con el Brasil contraria a todas luces a nuestro mejor interés nacional. Las señales han sido claras: "Brasil es nuestra China" expresó un oscuro asesor presidencial en la materia, el primer viaje del presidente Orsi fue a ese país y en la OEA votamos a un perfecto desconocido como secretario general para hacerle el mandado a los norteños.
La cumbre presidencial del Mercosur y la decisión de participar, invitados por Brasil, de la reunión de los BRICS, completan el cuadro. En el encuentro de Buenos Aires dejamos de lado el reclamo por la modernización y la flexibilización del bloque por uno de sumisión a la estrategia geopolítica brasilera. Volvimos a la retórica inconducente de "mas y mejor Mercosur" que no le sirve al Uruguay porque implica dejar de lado la búsqueda de nuevos mercados con mejor acceso que nuestra producción de bienes y servicios necesita imperiosamente. Subordinar lo que el Uruguay necesita a las preocupaciones políticas de un Lula en decadencia no solo no es sensato, es suicida.
A eso se suma el alineamiento político en materia internacional inaceptable desde todo punto de vista. El presidente Orsi, llevado por Lula, va a participar de la próxima cumbre de los BRICS, bloque alineado con Rusia en materia internacional. Lula ha defendido a Putin reiteradas veces, incluso ha atacado a Ucrania, demostrando su ubicación en un mundo en que todas las democracias tienen claro que Ucrania es un país agredido por las intenciones expansionistas de la dictadura rusa.
Participar de un foro internacional con Rusia y países alineados con Rusia va en contra de todo lo que ha defendido Uruguay históricamente y representa una renuncia completa en términos del posicionamiento internacional de nuestro país.
La invitación para integrar el NDB (el banco creado por ese bloque) que fue analizada por el gobierno de Luis Lacalle Pou y descartada luego de la invasión de Rusia a Ucrania hoy vuelve a estar sobre la mesa. Uruguay no tiene ninguna necesidad de integrar esa institución porque no necesita nuevas líneas de crédito, sería meramente otro acto de sumisión a Brasil para sumarse a los países cercanos a Rusia.
La nueva estrategia del gobierno actual por tanto, ha logrado dos objetivos de un tiro: la genuflexión con Brasil que nos acerca a Rusia y los países autoritarios del mundo y abandonar la búsqueda de acuerdos comerciales que beneficien a nuestro país por la cerrazón norteña. Nada bueno podemos esperar de actitudes tan reñidas con la rica tradición del país en estos temas.