Domingo, 20 de Julio de 2025

El odio se toma lo público

ColombiaEl Tiempo, Colombia 20 de julio de 2025

La profunda polarización entre izquierdas y derechas está degradando la política a nivel global y alimentando la violencia social

La profunda polarización entre izquierdas y derechas está degradando la política a nivel global y alimentando la violencia social. El diálogo entre contradictores está llegando a su nivel más bajo, afectando el funcionamiento de la democracia y su capacidad para generar políticas públicas consensuadas y puntos de entendimiento sobre el gobierno de la ciudadanía. En el debate político de nuestros días priman el odio, la descalificación, el señalamiento procaz, la estigmatización y la grosería, los que se multiplican en los titulares de prensa, que hacen de ellos el centro de las noticias. Las ideas poco cuentan. A la par, las redes sociales no subliman la razón en el diálogo social; por lo general buscan manipular los sentimientos de la gente, para inducir reacciones pasionales y ciegas. Le hablan al hígado y no a las neuronas. Ocurre por igual en todas partes y para todos los asuntos. Así, por ejemplo, la forma como se aborda el problema de la migración está generando más dificultades que soluciones, en medio de una realidad ineludible: la movilización creciente de familias que huyen masivamente por el mundo, como resultado de las dictaduras, las guerras y la pobreza extrema. Para los grupos de extrema derecha no caben consideraciones de derechos humanos en el tratamiento de este fenómeno contemporáneo, y solo proponen soluciones radicales que alimentan la xenofobia. Esta semana la humanidad tuvo que presenciar en una localidad de Murcia, en España, la existencia de grupos de ‘caza’ de migrantes, legitimados por discursos extremistas que no descalifican la violencia contra gentes humildes llegadas del norte del África. Los gestores políticos tienen el deber ético de entender la responsabilidad que les asiste en la conducción de las discusiones públicas y en el manejo de lo gubernamental. Del mismo modo, los comunicadores sociales tienen el deber supremo de contribuir a centrar los debates en torno a las ideas y no a destacar lo epidérmico de las reyertas y la procacidad. Esa responsabilidad es mayúscula en tratándose de un jefe de Estado. Por eso merece el reproche colectivo la forma como Gustavo Petro ha terminado conduciendo sus alocuciones presidenciales y los consejos de ministros, de manera contraria a su alta dignidad y a los deberes que debe acatar todo servidor público. Es inaceptable y, claro está, disciplinable que llame "h. p." a los congresistas de la oposición. Inclusive, que peligrosamente los señale ante sus comunidades, por el democrático derecho a disentir de sus propuestas, como ocurrió meses atrás. Pero esta semana superó todos los límites, atacando a magistrados, congresistas, empresarios, periodistas y sus propios ministros. Descalificó por su raza a un miembro de su gabinete. Como en las dictaduras, llegó al extremo de condenar en público a un empresario, sin mediar proceso ni sentencia judicial, y llamó "criminal" al dueño de Colsanitas, la EPS cuya intervención acaba de revertir la Corte Constitucional. Manifestó que si su desgobierno no se prolonga, "los rateros volverán a gobernar a Colombia". Calificó de mentirosos a los dueños de los medios y los asoció con el hampa. Su diatriba no tuvo contención. De nada sirvió el llamado de la Iglesia para recuperar la calma, imponer la sensatez y superar el lenguaje impulsivo. Más temprano que tarde el Procurador deberá amonestarlo públicamente, llamando al orden al poder presidencial, como en los tiempos del procurador Aramburo. Los odios políticos tampoco pueden tramitarse por la vía judicial, como ocurre en el caso del expresidente Álvaro Uribe, a quien la extrema izquierda le dictó orden de persecución, para aniquilarlo moral y políticamente. Ojalá veamos que la justicia no es manipulable por el odio y quede refrendado, en una pronta sentencia absolutoria, que este caso es producto de punibles ofrecimientos a testigos torcidos. De no pararse esta escalada de odio desenfrenado, será mucha la violencia que veremos a lo largo de la campaña que se aproxima. El Presidente será uno de sus determinadores. Y, claro está, la misma oposición, si esta se da la licencia de contestar con la misma moneda. Taponazo. ...de despedida, llega proyecto de impunidad total.
Ausencia de sensatez
Néstor Humberto Martínez Neira
Merece el reproche colectivo la forma como Gustavo Petro ha terminado conduciendo sus alocuciones presidenciales y los consejos de ministros, de manera contraria a su alta dignidad.
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