Problemas económicos y el año que viene
La aceleración de los acontecimientos y el inicio de la campaña electoral no hacen otra cosa que nublar el horizonte
La aceleración de los acontecimientos y el inicio de la campaña electoral no hacen otra cosa que nublar el horizonte. Pero cada día la perspectiva económica de Colombia se torna más compleja, así los balances de fin de año de las empresas registren cifras mejores que las del pasado reciente. Conversaba en estos días con un amigo industrial sobre lo que ha sido la pérdida de la competitividad de la economía y el tiempo que va a tomar enrumbarla de nuevo por una senda de crecimiento. Hacíamos la lista de los problemas que enfrenta la industria, inducidos por la ideología y la incompetencia gubernamental. Comenzamos por el tema de la energía. Específicamente por el abastecimiento de gas natural. Debido a la estupidez -imposible calificarla de otra manera- de frenar la exploración en búsqueda de hidrocarburos por vías convencionales y no convencionales (fracking), el país dependerá de la importación de gas al menos en los próximos cinco o seis años. Los costos para las empresas que lo utilizan en sus procesos productivos van a duplicarse. Algunas compañías pasarán a consumir gas licuado de petróleo (propano) y otras van a recurrir al carbón. Bonita transición energética. Pasamos a los costos laborales. Tal como se preveía, la reforma los incrementó, no solo para la industria sino para todos los sectores formales de la economía. Y si el Gobierno procede, según lo han anunciado el Presidente y el ministro de Hacienda, a elevar el salario mínimo para 2026 en 10 o 12 %, el costo laboral se disparará, con un impacto terrible sobre el desempleo. La conversación giró entonces, y por razones obvias, hacia la inflación, las tasas de interés y la tasa de cambio. La inflación anual se pegó al piso de 5 %, cuando la meta del Banco de la República es de 3 %. Es imposible reducir las tasas de interés si la inflación no cede y tampoco pueden descartarse aumentos futuros. En consecuencia, los costos financieros continuarán siendo altos. Si a la inflación se suma la revaluación nominal del peso, la producción perderá más competitividad y aumentarán las importaciones de productos extranjeros, especialmente de los chinos. Un costo que muchas veces pasa inadvertido en Bogotá es el del transporte terrestre. Pero los industriales lo sienten. Y sucede que la famosa ‘tabla de fletes’ del pasado -que pensábamos eliminada- sigue vigente. El precio de transportar carga lo fijan los transportadores más ineficientes y el costo lo asumen los productores. Y los avances de la infraestructura se congelaron en este gobierno que detesta las concesiones y las vigencias futuras. * * * * Los problemas de los industriales tendrán que complementarse con otros que deberá enfrentar el gobierno que venga el año próximo para asegurar la viabilidad futura de Colombia. En primer lugar, el desorden público y la inseguridad. El país no puede continuar en poder de los grupos criminales y del narcotráfico. La ‘paz total’ ha sido un rotundo fracaso. La extorsión, además, se ha generalizado en todo el país, afectando a los ciudadanos y a las empresas. La incompetencia del Gobierno y de sus funcionarios ha alcanzado un nivel nunca visto. Lo más grave es que las entidades gubernamentales se desmantelaron y el personal calificado se fue. Por sustracción de materia, la relación sector privado-sector público dejó de existir. Por último, el desajuste fiscal es cada día más pronunciado. Los recaudos tributarios no aumentan, los gastos explotaron, la deuda pública traspasó los límites de la razonabilidad, y la inversión pública se extinguió. No quiero sonar como ave de mal agüero. Simplemente preveo que el año económico que viene va a resultar muy complicado para los colombianos.
Conversación
Carlos Caballero Argáez