Domingo, 07 de Diciembre de 2025

En Millonarios, fracasar es cuestión de método...

ColombiaEl Tiempo, Colombia 14 de noviembre de 2025

Jenny Gamez - Editora de futbolred ²@JennyGamezA
Pétalos y espinas Análisis y opinión
No habría sido distinto con otro nombre en el banquillo, otra incorporación rutilante, otro toque de la fortuna

Jenny Gamez - Editora de futbolred ²@JennyGamezA
Pétalos y espinas Análisis y opinión
No habría sido distinto con otro nombre en el banquillo, otra incorporación rutilante, otro toque de la fortuna. Lo de Millonarios no es un mal cálculo de un semestre, sino una estrategia plagada de errores que suma años y que parece una decisión consciente y analizada: matar el modelo. Era la envidia del fútbol doméstico esa planeada estrategia de ir por jugadores libres o a punto de finalizar contratos para ficharlos a costo cero, edificar sobre ellos un equipo confiable, explotarlos y hacerlos ídolos, con el consabido impacto emocional -traducido en abonos- que eso generaba en los hinchas. Así llegaron Álvaro Montero y Leonardo Castro, solo un par de ejemplos. Y después parecía una genialidad ir rellenando los espacios con jugadores de una cantera bien formada y constantemente monitoreada, de la que salían las promesas que iban a dejar el metálico en las arcas, despedidas todas mediante jugosas transferencias, siempre rentables aunque no siempre deportivamente convenientes para los afectados. Y es que dio resultado el plan por más de cinco años, al mando de Alberto Gamero y su brillante fiel escudero Ricardo ‘Pitirri’ Salazar (q. e. p. d), tanto que con solo tres títulos se silenciaron todas las críticas. Pero el propio azul trajo el caos e implosionó su modelo y ahora nadie quiere hacerse cargo de los escombros. El saco de Pitirri fue imposible de llenar y del scouting se pasó a la feria del empresario, que llenó de jugadores caros y malos, pero muy recomendados, una plantilla azul con muchos caciques y pocos indios y tal cantidad de lealtades que se hizo todo muy ingobernable. El pestañeo de lucidez que había sido el perfil de David González para suceder a Gamero chocó con la decisión de no darle herramientas y mejor verlo naufragar en la primera tormenta realmente seria que lo golpeó. Y entonces, otro parche a la colcha del error: compraron la idea del pasado de un Hernán Torres que fue experto en reflotar naves hundidas, pero que hoy es más parte de los problemas que de las soluciones, y le entregaron un producto que se sabía defectuoso para ver cómo se hundía amarrado a él. Ahora, en esa suicida estrategia de probar que aún no se toca fondo, se erige a Torres como el comandante de un proyecto que todos saben que no va a poder corregir con tres o cuatro incorporaciones, seguramente del perfil ya conocido, en una apuesta por la agonía. Eliminado de la Liga, lo único que le envidian en el país hoy en día es su afición, irremediable e inexplicablemente fiel. El problema es que en este punto su ilusión es un diálogo de sordos, una hoguera de vanidades, un purgatorio. Su pena apenas parece que va a comenzar…
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