Más de 300 niños secuestrados en Nigeria reflejan el aumento del terrorismo en el país

Mientras lees este artículo, hay más de 300 niños en manos de terroristas en Nigeria. Dos secuestros masivos en escuelas, en tan solo una semana, tienen a cientos de familias destrozadas. Primero fueron 25 niñas de un internado en el estado de Kebbi y luego 315 alumnos -de entre 10 y 18 años- en un colegio católico en el estado nigeriano de Níger. Quienes los protegían fueron asesinados, y más de una decena de profesores fueron tomados como rehenes junto a sus alumnos.
Rescatarlos es una carrera en contra del tiempo. El mayor miedo de los padres es que sus hijos enfrenten el mismo destino que miles de niños, jóvenes y mujeres secuestrados por grupos terroristas: matrimonios forzados, violaciones y la obligación de tomar las armas para unirse a sus filas. En la última década, más de 1.680 alumnos han sido secuestrados y al menos 180 niños han sido asesinados en ataques contra escuelas en Nigeria, según datos de Unicef.
Lo que comenzó como la brutal campaña de Boko Haram (cuyo nombre significa "la educación occidental es pecado") se ha mezclado con el auge de grupos yihadistas como el Estado Islámico-Provincia de África Occidental, bandas criminales y milicias de pastores armados, como los Fulani. Hoy, los atentados en aldeas cristianas, las masacres, los secuestros de sacerdotes y seminaristas, y los ataques a iglesias forman parte de una misma trama de violencia religiosa, donde la Iglesia Católica está en peligro.
Según el Informe sobre la Libertad Religiosa en el Mundo 2025, elaborado por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia que Sufre (o ACN, por sus siglas en inglés), los cristianos representan el 46,3% de la población nigeriana. Sin embargo, pese a representar a casi la mitad de la población, los cristianos son el grupo más amenazado por grupos extremistas, que operan principalmente en el noreste, en el centro-norte y en el cinturón central del país.
Durante el Ángelus del domingo 23 de noviembre, el Papa León XIV expresó su preocupación por los recientes secuestros en Nigeria: "Siento un dolor profundo, sobre todo por los muchos jóvenes secuestrados y por sus familias angustiadas. Oremos por estos hermanos y hermanas, y para que siempre y en todo lugar las iglesias y escuelas permanezcan como lugares de seguridad y esperanza".
Una Iglesia que se queda a pesar de la persecución
"Hoy tenemos un mar de sangre. Incluso en los mejores tiempos, la situación en Nigeria ha sido difícil", reconoce a ACN monseñor Matthew Hassan Kukah, obispo de Sokoto. Sacerdotes, seminaristas y religiosas son víctimas de secuestros y asesinatos. Pero, a pesar del peligro, están decididos a quedarse junto a su pueblo, porque saben que su misión es un pilar fundamental para quienes sufren sin que nadie los defienda.
Debido a esta situación, Nigeria es uno de los países que más apoyo reciben de parte de ACN. La fundación está especialmente comprometida con proyectos de educación, curación de traumas, asistencia humanitaria y también pastoral de los más vulnerables. Gracias a ACN, los sacerdotes y las religiosas reciben el sustento que necesitan para poder atender a quienes tanto necesitan compañía y apoyo.
Magdalena Lira, directora de ACN Chile, ha estado en Nigeria, donde pudo mirar a la cara a quienes han sido víctimas del terrorismo yihadista en el país: "La violencia en Nigeria no son solo cifras: son padres a quienes les han quitado a sus hijos, niños que han presenciado el asesinato de sus padres, familias enteras destrozadas. Entre el dolor y la incertidumbre, la Iglesia es muchas veces el único apoyo que les queda".
En un país donde los secuestros se han vuelto cotidianos y la violencia es incontrolable, ACN trabaja para sostener el trabajo de la Iglesia Católica. Porque es la Iglesia la que se queda cuando todos los demás se van. Y mientras haya un sacerdote celebrando misa en una aldea remota, una religiosa consolando a una madre que espera noticias de su hija, o un catequista enseñando a un niño desplazado, habrá esperanza.