Martes, 02 de Diciembre de 2025

Regreso a Punitaqui: Juan Luis Salinas narra su infancia en el norte

ChileEl Mercurio, Chile 2 de diciembre de 2025

El periodista y escritor lanza "El cabrito" una memoria de infancia anclada en 1985 que retrata las precariedades de la provincia, en la que vivía acosado para "crecer como hombre".

Seis meses. A lo más. Eso pensó Juan Luis Salinas: que escribir sobre su infancia le iba a ser fácil, creía que lo tenía todo claro. Pero pasaban los meses y él aún seguía trabajando como siempre lo había hecho: como un periodista que busca fuentes y datos para contar los hechos con la mayor fidelidad posible. Sin embargo, el procedimiento fallaba, porque lo que tenía que investigar era una historia hecha de recuerdos y la memoria está plagada de laberintos y espejismos. "¿En qué momento pensó que sería una tarea fácil?", se lee en el libro que finalmente logró escribir, tres años después de empezarlo.
Se llama "El cabrito" y acaba de ser presentado por Editorial La Pollera, que lo publica en su colección Surcos del Territorio, una línea especialmente dedicada a relatos de no ficción que narran la experiencia de crecer en pueblos o ciudades de provincia. De hecho, fue la editorial la que se lo propuso a Salinas. Y aunque lo dudó al inicio, el autor de "Linda, regia, estupenda: historia de la moda en Chile" (2014) y "El peso de la sangre: viaje personal al sida" (2019), aceptó modificando un poco la idea original: "Quiero escribir del bullying a un niño gay en un pueblo chico de los 80... Cuando el acoso era solo parte del proceso de lo que entonces llamaban hacerse hombre", esa fue su propuesta, cuenta el periodista de Revista YA, que luego de intentar escribir en primera persona, pasó a la tercera: así, cuenta la historia de otro.
Específicamente anclado en 1985, "El cabrito" relata el año en que Salinas pasó de los 12 a los 13. En ese pequeño pueblo rodeado de cerros del Norte Chico, creció con sus tíos, a quienes siempre consideró y llamó abuelos. Su madre y su hermana estaban en Santiago. El vivía bajo un asedio constante: "Para el niño, el patio de la escuela es una jungla. Lo que antes era un campo de juegos por donde antes caminaba sin miedo, ahora le parece un terreno inclemente. El año pasado, no recuerda exactamente en qué momento, empezó a esconderse. Ya no juega al pillarse: siempre hay alguien que lo empuja para tirarlo al suelo y golpearlo disimuladamente", se lee a poco andar.
Un homenaje
Historia de crueldades infantiles y precariedades de provincia, "El cabrito" tiene como centro la calle Condell de Punitaqui, donde vivió Salinas. Desde ahí "el niño" (como siempre es nombrado el protagonista) se mueve por un tiempo donde late de fondo la dictadura, pero sobre todo las lógicas de un pueblo pequeño: los secretos acallados, los personajes incómodos, las cuentas pendientes, los juegos con armas, las historias de los bares. Cuando no se narran las persecuciones y el bullying que sufre "el niño", este se vuelve un testigo y lentamente se entera de que su abuelo tiene un pasado en el que apoyó a la Unidad Popular y carga como un estigma esa opción política.
"Más que una investigación periodística, es una investigación arqueológica. Yo tengo 52 y estoy escribiendo de un niño de 13 años. Mis abuelos están muertos, la mitad de mi familia está muerta, mi casa en Punitaqui se cayó en un terremoto. Empecé a investigar la memoria, para saber qué tan fiables son los recuerdos", cuenta el escritor, que viajó cuatro veces a Punitaqui para documentarse, se entrevistó con algunos de sus vecinos y conversó con viejos amigos. "Yo necesitaba estar seguro", añade.
Salinas cuenta que tuvo en cuenta libros como "Regreso a Reims", de Didier Eribon, y "Para acabar con Eddy Bellegueule", de Édouard Louis, en los que también un adulto narra su infancia en su pueblo, acosado por sus amigos y vecinos. Pero al contrario de ellos, Salinas no lo hace con rabia. "No me interesa pasar ninguna boleta, y por eso me digo en el libro que recuerde que ahí en Punitaqui fui feliz", dice. "Este libro no es de autoayuda, no es para hacer terapia. Es para contestarse preguntas y llegar a saber más sobre mis orígenes. Es para recordar una época buena, con todos los problemas posibles y, aunque suene cursi, rendirles homenaje a los abuelos que tuve", sostiene.
La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela