Los dirigentes de primera línea proyectan unas elecciones internas en tres años y medio que no tendrá competencia por precandidaturas, pero sí una dura batalla entre vertientes, con liderazgos consolidados y otros emergentes.
En el Partido Nacional ya se preparan para un escenario electoral inédito en su historia moderna, o al menos desde 1999, cuando comenzaron a celebrarse las elecciones internas. Los blancos saben de liderazgos fuertes y casi exclusivos. De caudillos y figuras históricas como Manuel Oribe, Luis Alberto de Herrera o Wilson Ferreira Aldunate. Pero no tanto de conductores políticos que puedan prescindir de enfrentarse a un rival interno -capaz de aglutinar sensibilidades distintas, incluso opuestas- antes de transformarse en candidatos a presidente.
Pero esto cambiará -si no sucede nada extraño- para 2029. Porque no hay dirigente nacionalista de primera línea que no lo tenga asumido ya o no haya reflexionado al respecto con sus correligionarios: para entonces todos dan por obvio que el expresidente Luis Lacalle Pou será el único blanco que se presentará para las elecciones del último domingo de junio del último año del gobierno de Yamandú Orsi.
Entonces, ¿esto quiere decir que no habrá interna blanca? Esta pregunta ya genera preocupación en algunos dirigentes, que ven en la falta de competencia entre precandidatos un peligro en sí mismo para el desempeño electoral del partido. "Las experiencias de ese tipo no han sido buenas. Pienso, por ejemplo, en la época de Wilson", razona el senador Sergio Botana, hoy referente de Alianza País y del llamado Grupo de los Intendentes (ver aparte). "Ha sido difícil tener experiencias electorales importantes cuando hay liderazgos tan fuertes, porque hacen que la dimensión electoral termine siendo menor a la natural expresión política" del partido, advierte.
El riesgo está. Pero eso no significa que no haya una intensa batalla interna en "un escalón por debajo": nuevos sectores están surgiendo tras la derrota electoral que atravesó hace poco más de un año el Partido Nacional, al tiempo que antiguos espacios que, en vistas de las nuevas circunstancias, están reacomodándose o redefiniéndose. Y será intensa, dura, avizoran varios dirigentes.
Cuatro vertientes
El mapa interno es difícil de trazar cuando los blancos se encuentran en pleno movimiento tectónico, pero hay cuatro grandes vertientes con cuatro dirigentes que se posicionan como referentes de esos espacios, que pueden identificarse en función de anuncios y declaraciones de intenciones, y que, en algunos casos, se trata de "liderazgos emergentes" o "figuras de renovación".
Una vertiente está representada en el proyecto montevideano y nacional que está armando el senador Martín Lema. De acuerdo a fuentes de su entorno, el excandidato a intendente está enfocado en "trabajar en el contenido y en las ideas" de este futuro sector, que es un desprendimiento natural de Aire Fresco.
Lema reúne a varios de Montevideo y otros departamentos (como Nicolás Martinelli, José Luis Satdjian y Alejo Umpiérrez), y según supo El País sumará a más durante el primer semestre del año próximo, cuando también presentará el nombre del sector. Además, está muy cerca de concretar una alianza con el Herrerismo (ver recuadro), probablemente como estrategia para el futuro armado de un Senado. Una segunda corriente será, seguramente, entonces, la liderada por el ahora presidente del directorio nacionalista, Álvaro Delgado, que ya adelantó que va a ser candidato al Senado, por lo que se espera, también, que Aire Fresco -que reúne a legisladores como José Luis Falero y Graciela Bianchi- sea parte de la competencia en 2029.
Otra corriente, la tercera, es Alianza País, un sector que hoy tiene cuatro senadores, y dos referentes claves: Javier García y Sebastián Da Silva -fundadores del Espacio 40-. Aunque el liderazgo lo lleva adelante el exministro -que se ha mostrado crítico con el gobierno, al tiempo que ha cuestionado aspectos de la última campaña a la interna del partido- este último es una figura que, para varios blancos, comenzó a ocupar un espacio propio a fuerza de un estilo personal y "confrontativo", y que pretende dar representación a una "derecha popular y rural", dicen sus allegados. Otra vertiente, la cuarta, la representa el intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, el más duro durante el proceso de autocrítica que el Partido Nacional ya está culminando, pues se robó los titulares de varios medios en las últimas semanas al afirmar en una jornada de balance que el gobierno de Lacalle Pou -de quien dijo que fue un "buen presidente"- tuvo el problema de ser "medio pelo". Olivera es, también, de los que piensan que el hecho de que "el Partido Nacional esté monopolizado es mala cosa" y que, como señala también Botana, siempre "cuando lo estuvo, le ha ido mal".
"Yo creo que hay otras ideas que merecen ser contempladas en un futuro gobierno y eso seguramente lo terminemos representando nosotros", dice a El País el dirigente de D Centro, quien, por las dudas, descarta que ese objetivo se concrete en el desafío de plantear una precandidatura. "Lacalle Pou va a volver a ser un buen presidente, ¿pero de qué gobierno? -se pregunta-. ¿Qué gobierno queremos hacer los blancos? Muchos se arremangarán para un lado, pero hay muchos que lo hacemos para el otro".
Proyección de Da Silva dentro del Espacio 40
Ya era notorio durante la campaña, pero lo ha sido aún más en estos primeros meses de gestión frenteamplista: Sebastián Da Silva ha cultivado un perfil que el Espacio 40 incluso ha destacado, la de hombre de campo: con su repetida frase "siempre en el camino, nunca en la posada" o en lo que suele postear en redes. El senador, según supo El País, es consciente de esto y en el último tiempo comenzó a analizar cómo capitalizarlo. Entre otras cosas, por ejemplo, ha contratado estudios de opinión pública para medir su nivel de reconocimiento y popularidad en comparación con otros liderazgos emergentes dentro del Partido Nacional, como por ejemplo el de Martín Lema. Y los números lo han animado a pensar que tiene la capacidad de desplegar un espacio propio, aunque esto no esté en sus planes por el momento. "No está para perder el tiempo", dice una fuente cercana.