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ArgentinaLa Nación, Argentina 10 de diciembre de 2018

1- Cuando los hipsters celebran los boleros
San Telmo tiene sus recovecos: uno de ellos es el Xirgu Espacio Untref (Chacabuco 875), un coqueto teatro donde dos vocalistas de diferentes bandas se unieron el último jueves para hacer un homenaje al bolero

1- Cuando los hipsters celebran los boleros
San Telmo tiene sus recovecos: uno de ellos es el Xirgu Espacio Untref (Chacabuco 875), un coqueto teatro donde dos vocalistas de diferentes bandas se unieron el último jueves para hacer un homenaje al bolero. Se trata de Poli, de la agrupación platense Sr. Tomate, y Maxi Prietto, de Los Espíritus. El público se sumerge en un ambiente latinoamericano e íntimo, en el que temas de Agustín Lara y de Buena Vista Social Club los hacen moverse como lo hacían en su niñez. Hay amigas, gente del under y muchas parejas. También hay algunas actrices de fama incipiente y está Santiago Moraes, el otro cantante de Los Espíritus, sentado en el palco inferior junto a unas señoras (podrían ser su mamá y su tía). Suena "Dos gardenias" en una versión blusera; Poli deslumbra con su exquisita "Paloma negra". Afuera, los adoquines y las luces acompañan las cálidas melodías de estos temas del pasado.
2- Una chica en el Abasto
Un grupo de amigos juega al fútbol. Sus figuras se adivinan en una abertura de un edificio que parece la entrada de una estación de tren europea. Enfrente, el Club Atlético Fernández Fierro (Sánchez de Bustamante 772) está empezando a llenarse. Son las 21.30 y ya no quedan mesas libres. La barra está conectada con los camarines: pasan los músicos, se toman un trago. Hay extranjeros con expectativas: ¿de qué se trata esta orquesta que hace años montó su propio espacio? En 2004, los mismos artistas de la Orquesta Típica Fernández Fierro trabajaron con sus manos en la carpintería del escenario. La última en llegar es Julieta Laso, la cantante que se incorporó en 2013 y es pareja de Lucrecia Martel. El director Yuri Venturín besa a su novia antes de subir al escenario, se apagan las luces y ese espacio con techo de chapa se convierte en un estruendo ensordecedor de estímulos. Doce músicos virtuosos les sacan lustre a sus instrumentos mientras la puesta lumínica vibra con cada acorde. Es miércoles. La voz de Laso se impone sobre las cuerdas: es ruda, grave, inquisidora. Y como una aplanadora, el tango toma envión y arrasa el Abasto.
3- El resurgir de la cumbia
El post-12 en el Konex (Sarmiento 3131) tiene una fecha bailable. Es sábado. Después de celebrar los 19 años de Dancing Mood, el espacio se suma al boom de las fiestas que le hacen honor a un género que fue el preferido a fines de los 90. Esta noche es el turno de Los Charros, la agrupación tropical que inmortalizó himnos de fiesta de casamiento como "Amores como el nuestro", en el escenario techado. Antes pasa Recombo, una banda de cumbia villera que con congas, güiro, timbales y la voz de Pablo Andrés Vernieri abre la noche y pone a la gente a quebrar la cintura. Mientras tanto, el patio de la exfábrica empieza a gozar de la mejor temporada: días templados con cielo despejado.
4- La sensibilidad de la belleza
Es viernes por la noche. La calle Corrientes vive esos clásicos contrastes que arroja Buenos Aires: de un lado, remeras con la cara de Pablito Lescano y ambiente de cumbia. Damas Gratis está por arrancar su triple cita con el Gran Rex. Del otro, un público tranquilo se deja llevar por la epopeya sonora de Lisandro Aristimuño, en el Ópera (Corrientes 860). La puesta lumínica, a cargo de Patricio Tejedor, es imponente y en total concordancia con cada matiz. La banda, que tiene entre sus integrantes a la hermana y al primo de Lisandro, disfruta de cada pasaje virtuoso que el fueguino dirige con su tierna torpeza. Abajo están su mujer y su hija Azul; también los músicos de El Plan de la Mariposa. Para este show, se suma un invitado: Gabo Ferro. "El mejor compositor de los últimos 20 años", lo presenta el vocalista. Como un canario, el historiador canta. El micrófono está casi a la altura de su rodilla, pero su voz no necesita amplificadores. Lisandro se baja del escenario en "Es todo lo que tengo", después de una hipnotizadora intro de violines. Baja primero de un lado, después, del otro. El público no sabe cómo reaccionar; él agradece, saluda y vuelve a su lugar.

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