El próximo conflicto en el Medio Oriente podría ser accidental

La retórica exaltada de un lado y las provocaciones del otro, llevaron a diplomáticos de todo el mundo a asumir que era inevitable el conflicto entre EE. UU. y Corea del Norte en 2017. Ahora, un clima igualmente tenso se ha asentado en el Golfo, conforme la prolongada hostilidad entre EE. UU. e Irán alcanza un nuevo clímax. Desde que la administración Trump se retiró del histórico acuerdo nuclear de 2015, negándole a Irán los beneficios económicos del acuerdo, ha ejercido una presión continua sobre la República Islámica. Ya que los halcones de línea dura con respecto a Irán — sobre todo John Bolton, el asesor de seguridad nacional de EE. UU. quien previamente había abogado por bombardear Irán — suenan cada vez más beligerantes, los aliados temen que Washington va a caer en una repetición de la guerra de Irak. En lugar de incitar una confrontación en 2017, el presidente estadounidense, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong Un, iniciaron un inverosímil romance. Ahora, habiendo prometido terminar las guerras en el Medio Oriente en lugar de comenzar otras nuevas, el Sr. Trump parece motivado por la ilusión de que puede aplicarle el manual de tácticas de Corea del Norte a Irán. No busca la guerra, sino un regreso a las negociaciones, en sus propios términos más estrictos. Sin embargo, Irán no es Corea del Norte: ni en la naturaleza de su régimen o de su sociedad, ni en su historia o en sus condiciones económicas. Teherán reaccionó con prudencia a la retirada de EE. UU. del acuerdo nuclear, ante la insistencia de las potencias europeas que se han mantenido en el acuerdo. Pero conforme EE. UU. ha apretado la soga económica mediante sanciones, esa prudencia ha dado paso a la amenaza de Irán de que dejará de cumplir con partes del acuerdo. Irán, uno de los principales exportadores de petróleo del mundo, está bajo una intensa presión. Pero el régimen, aunque es vulnerable, ha perfeccionado la habilidad de eludir las sanciones. Como cuenta con una serie de grupos subsidiarios armados en el mundo árabe, Teherán también ha dominado la capacidad para infligirles dolor a sus vecinos mientras que a su vez mantiene una negación plausible. En la historia de las relaciones entre EEUU e Irán, hay quejas perennes de ambos lados. El papel de la CIA en el golpe de estado de 1953 y el apoyo occidental a Irak durante la guerra entre Irán e Irak en la década de 1980 están grabados en la memoria iraní; el derrocamiento del Sah, quien fue respaldado por EE. UU., durante la revolución islámica y la toma de la embajada estadounidense con rehenes fomentaron la hostilidad estadounidense hacia Irán. En el Medio Oriente, Israel, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se han unido para reforzar la determinación de EE. UU. de enfrentar a Irán. Aunque no están de acuerdo con los medios, todos creen que el cambio de régimen es la solución a la injerencia de Irán en la región. Así que, aunque el Sr. Trump y el ayatolá Alí Jamenei, líder supremo de Irán, no estén buscando la guerra, los halcones en la Casa Blanca y los funcionarios de línea dura entre los aliados de EE. UU. podrían provocarla. De hecho, es más probable que otra guerra en el Medio Oriente sea provocada por malentendidos que intencionalmente. EE. UU. ha reaccionado ante información de inteligencia que muestra que Irán está haciendo preparativos militares, pero los movimientos iraníes también podrían considerarse una planificación defensiva si Irán teme que se produzca un ataque estadounidense. Irán es el principal sospechoso de los recientes ataques contra 4 buques, entre ellos dos petroleros sauditas, cerca de las costas de los Emiratos Árabes Unidos.