Mauricio
Al fin, el Papa visitará y sonreirá a Mauricio
Al fin, el Papa visitará y sonreirá a Mauricio. Mejor tarde que nunca. Era hora. Puede ser que Mauricio tenga otras formas de pensar, pero eso no impedirá el abrazo fraterno, tan demorado.
Conmueve que el octogenario pontífice argentino salga de la comodidad del Vaticano, se tome un avión y se acerque a su jefe (Dios) al trajinar los cielos tantas horas para estrechar a Mauricio.
Antes de arrancar, lo tuvo que haber meditado muy bien. Tantos años de mutua indiferencia debieron pesar para que el vicario de Cristo planificara cuidadosamente ese esperado encuentro que, claro, puede tener sus bemoles. Pero Jorge Bergoglio no es de esas personalidades que les quitan el cuerpo a los desafíos. Más bien, por el contrario, va directo hacia ellos sin especular ni medir consecuencias.
La ansiedad de Mauricio es comprensible: no todos los días se recibe un visitante de esa jerarquía y ultima los detalles para que nada falle. Aún tiene unos días para ajustar el protocolo al máximo. Francisco llegó ayer a Mozambique, mañana arribará a Madagascar y el lunes aterrizará sonriente, en medio del océano Índico, en la gentil, paradisíaca, democrática y muy pujante República de Mauricio.