De optimismo y compulsión en Enoc Pérez

Para el artista puertorriqueño Enoc Pérez pintar es un acto de optimismo. Así lo ha creído desde que comenzó su carrera artística hace tres décadas cuando el arte conceptual predominaba y algunos declaraban la muerte de la pintura.
"Para mí pintar es casi un acto de fe en el sentido no religioso sino de fe en el mundo, en la naturaleza, en todo", dice en entrevista telefónica desde la ciudad de Nueva York, donde vive desde la década del ochenta cuando se fue a estudiar arte en el Pratt Institute y luego en Hunter College, donde hizo una maestría. "Salgo de una generación en Puerto Rico que era bastante conceptual y lo de hacer pinturas en término de institución no era la cosa que hacer. Pero la pintura es lo que sé hacer y no puedo hacer más nada. Por eso digo que es una cuestión de fe. Es una cosa que hago por necesidad y compulsión", agrega. Basta ver el trabajo de Enoc Pérez para saber que lo que dice es verdad y no un cuento de artista. Su obra -que se caracteriza por una técnica pictórica parecida al monotipo- adentra al espectador en espacios cargados de nostalgia y melancolía a los que no se puede ser indiferente.
Por eso, no resulta extraño que su trabajo haya llamado la atención de curadores y coleccionistas de todas partes del mundo quienes quedan fascinados con su técnica donde, como expone el galerista José Alegría, "dota a sus referentes de una textura vaporosa y de insondable misterio".
Considerado como uno de los artistas puertorriqueños mejor pagado a nivel internacional, Enoc Pérez afirma que su éxito se debe a su perseverancia. "Para mí siempre se ha tratado de hacer buen arte. Es todo", dice. "Hago pinturas que querría poner en mi propia casa", remata sobre la pasión que lo guía.
A pesar de la gran acogida que ha tenido su trabajo a nivel internacional -sus obras están en museos y colecciones de Alemania, París e Italia, entre otros lugares-, son pocas las veces que sus piezas se han exhibido a nivel individual en la isla, según reconoce.
La más reciente muestra ocurrió en el 2017 en Obra Galería Alegría, que precisamente hoy, miércoles, abre sus puertas para darle paso a una exhibición individual del artista. Esta muestra consta de trabajos que ha realizado Pérez en los últimos años, como son sus reconocidas pinturas de estructuras de riqueza arquitectónica, así como las de estructuras de viviendas, vistas desde el exterior como desde la intimidad del interior. Se incluye, además, obras de desnudos femeninos, de productos de consumo y algo de su más reciente propuesta que está ligada a la transformación de los paisajes por el calentamiento global. También se mostrará una escultura inspirada en los movedores de bebidas de hoteles, que realizó en el 2012.
"Diría que es como una mini retrospectiva. Para mí es una oportunidad de compartir mi obra en Puerto Rico, porque siempre ha habido la intención de hacerlo, pero por una razón se había hecho imposible y ahora con José (Alegría) se puede hacer y yo muy contento porque llevo muchos años exhibiendo y raramente he tenido la oportunidad de hacerlo en Puerto Rico, lo que es algo grande para mí", manifiesta. Al preguntar por qué se le ha hecho complejo exhibir acá, afirma que es porque no había encontrado a la persona que lo facilitara.
Esta muestra en Obra Galería Alegría servirá de marco para lo que será su gran exhibición en el Museo de Arte de Ponce, que se llevará a cabo el año que viene y será la primera individual que realizará en una institución en Puerto Rico.
"Es una exhibición que siempre he querido hacer. Será algo más comprensivo que quiero que sea curada por el mismo equipo del museo. Es una exhibición para Puerto Rico", afirma el artista, toda vez que confiesa que presentarse en el Museo es un sueño hecho realidad.
Curiosamente el edificio de este museo figura entre su serie de pinturas de estructuras arquitectónicas que ha realizado a lo largo de su carrera, y entre las que se encuentran hoteles de Puerto Rico, así como edificios emblemáticos como el de las Naciones Unidas, entre tantos otros.
Ese interés, dice, nace por su amor a la arquitectura desde que era un niño, pero sobre todo, por las historias que narran los edificios. "Todos esos edificios tienen su historia pegada con ellos, especialmente en Puerto Rico y el Caribe tienen un doble sentido. Un hotel aquí (por ejemplo), a la vez de ser un centro social, con un edificio modernista y una arquitectura futurista, es un símbolo de colonialismo", afirma, quien luego de décadas dibujando estos paisajes, dejó de hacerlo porque "me harté", aunque le sigue fascinando la arquitectura, como ha demostrado en obras recientes en las que se ha concentrado en exponer el espacio íntimo.
Ahora, a sus 52 años, Enoc Pérez ha vuelto estilísticamente a esas pinturas tempranas, buscando esa audacia de la juventud, aunque con una mirada más madura, según afirma.
Una de sus últimas creaciones han sido paisajes que se han transformado por el calentamiento global, como han sido las múltiples palmas que han desaparecido de las playas producto de la erosión costera.
"Cuando vi lo que estaba pasando en la playa de Ocean Park, me puse a pensar en todas esas palmas en el agua y puede que haga más cosas al respecto inspirado en eso que para mí es como una metáfora de los momentos difíciles que enfrentamos. Como pueblo, siempre vamos a salir hacia adelante, pero ha sido una temporada de enfrentar muchas verdades y obstáculos", dice sobre estas pinturas "de desastres", como les llama.
Aunque reside en la ciudad de Nueva York desde hace 33 años, Enoc Pérez se mantiene conectado a lo que sucede en el país, sobre todo lo relacionado con la comunidad artística.
Por eso no duda en afirmar que "Puerto Rico es una cantera de talento". "Veo montón de artistas que me gustan mucho y hay muchos que han tenido buen éxito comercial e institucional. También me anima que hay muchas jóvenes puertorriqueñas en posiciones curatoriales en museos importantes de Estados Unidos. Creo que la mujer puertorriqueña es la que echa el futuro pa’lante y me alegra verlo porque cuando empecé en Nueva York en los noventa no había casi nadie", recuerda. "Ahora veo a todos estos artistas haciendo buen arte y para mí eso es algo que me llena de orgullo y que dice que estamos progresando, que hace falta hacer más, definitivamente, pero vamos por buen camino", concluye el artista.