Viernes, 26 de Abril de 2024

El amor en tiempos del mercado

ChileEl Mercurio, Chile 17 de febrero de 2020

Aun cuando cumpla con lo prometido, ningún producto es de uso extendido, pues siempre es posible encontrar en el mercado nuevas y mejoradas ofertas.

La convicción de que el matrimonio es un compromiso para toda la vida está en retirada, según los datos de la recién publicada Encuesta Bicentenario 2019. El estudio indica que solo la mitad de los encuestados está de acuerdo con esta afirmación, mostrando una progresiva disminución en los últimos años, que coincide con la alta tasa de divorcios actual. El fenómeno no deja de ser paradójico: a pesar de que el matrimonio moderno está motivado solamente por razones amorosas y como resultado de una decisión libre -sin las presiones familiares, morales, económicas o políticas de antaño-, pareciera ser más frágil que nunca.
Tal vez es nuestra misma concepción del amor la que nos juega una mala pasada y explica esta aparente contradicción. Zygmunt Bauman señala que el amor no ha sido ajeno a la cultura de consumo. Como a cualquier otra mercancía, lo hemos sometido a las exigencias de la inmediatez -sin preparación adicional ni prolongada-, las soluciones simples y rápidas, la satisfacción instantánea, los resultados con poco esfuerzo y la garantía de devolución en caso de que resulte defectuoso o insatisfactorio. Y aun cuando cumpla con lo prometido, ningún producto es de uso extendido, pues siempre es posible encontrar en el mercado nuevas y mejoradas ofertas.
De este modo, el compromiso matrimonial, fundado en el amor "desechable", provoca la misma inseguridad e insatisfacción que se busca solucionar con el mismo, formando un círculo vicioso, pues mientras menos certezas tengamos en una relación, menos estaremos dispuestos a invertir en ella.
Tal vez el punto está en que nuestra consideración del amor -y por consiguiente del matrimonio- desde la perspectiva del consumidor, está sujeta a una narrativa individualista que nos impide ver que no se trata tanto sobre uno mismo y las propias necesidades, sino sobre él mismo, sobre la relación. Y que solo al honrar ese compromiso mutuo, a veces a costa del yo, es cuando se produce el efecto, también paradójico, de obtener una gran satisfacción personal.
Ahora bien, es posible pensar que el vínculo conyugal en la sociedad contemporánea puede ser una oportunidad, justamente por depender más que nunca antes del amor y la libertad. Ello exige, sin embargo, disputar la concepción dominante del amor y experimentarlo no como una mercancía que se adquiere y se consume, sino como una facultad que se aprende y se cultiva.
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