Ley Bosman: a 25 años de la revolución laboral del fútbol
En el día del trabajo, los futbolistas no olvidan el caso que transformó las relaciones laborales en este deporte, aunque tuvo consecuencias
En el día del trabajo, los futbolistas no olvidan el caso que transformó las relaciones laborales en este deporte, aunque tuvo consecuencias.
Bosman no hizo goles memorables, no acarició el Balón de Oro, no jugó una final de un Mundial; de hecho, no jugó ningún mundial, no figuró en la historia del Real Madrid o Bayern Múnich, no era millonario ni afamado, era simplemente Jean-Marc Bosman. Y, sin embargo, fue un futbolista trascendental, porque partió en dos las relaciones laborales del fútbol. Hoy, primero de mayo, cuando los obreros del mundo levantan la cara con dignidad, el fútbol no se olvida de Bosman, un jugador belga que ganó el que pudo ser el pleito deportivo más importante del siglo XX, para bien o para mal, porque su caso fue un grito de batalla, pero también trajo consecuencias. La historia comenzó hace 30 años, cuando Bosman terminó su contrato con el Lieja, club belga que le propuso la prórroga de un año. Bosman alegó que le iban a reducir un 75 por ciento su salario; se quería ir; al fin y al cabo era libre, eso pensaba, pero no, no lo era. Para ese entonces dicha libertad no existía. Un jugador que terminaba contrato no podía irse así como así. Bosman le interesó al club francés Dunquerque, pero el Lieja exigió una cláusula de indemnización de 11 mil francos belgas para entregarle su libertad, y como el club francés no los pagó, no hubo documentos. Bosman no pudo cambiar de club; es más, su carrera prácticamente terminó. Indignado, se alzó en rebeldía contra las poderosas instituciones del fútbol: la federación Belga, la Uefa y la Fifa. Entabló una demanda ante el Tribunal de Justicia de Europa para exigir libertad de trabajo, como cualquier trabajador. No sabía de leyes, no entendía muy bien por qué era que peleaba. En 1995 ganó el caso, cuando se declararon ilegales las indemnizaciones por traspasos entre equipos, y la limitación de los cupos de futbolistas extranjeros entre ciudadanos de la Unión Europea, norma que era considerada discriminatoria. A eso se le llamó la ley Bosman. "Significa que los futbolistas del siglo XXI tienen derecho a circular libremente al igual que otros trabajadores, y a no ser tratados como ganado", dijo Bosman en una entrevista. La ley Bosman puede considerarse como el origen de la libertad de trabajo en el fútbol (aunque ya existía el sindicato de futbolistas), pero, a la vez, como el punto de explosión mercantil de este deporte. Como los jugadores europeos podían transitar libremente sin ocupar plaza de extranjeros, se disparó el mercado, los clubes poderosos, lucrados con los emergentes derechos de TV, contrataron a los mejores; y los jugadores de sus canteras vieron reducidas sus opciones. Se considera, además, que esa libertad fue en detrimento del fútbol suramericano, porque desde entonces los clubes europeos se llevan a sus mejores jugadores. La ley Bosman siempre ha estado en discusión, aunque hoy la gran incógnita tiene que ver con la Liga Premier, que con la entrada en vigencia del brexit tendría que limitar la llegada de jugadores extranjeros, que hoy la nutren, y del mismo modo los jugadores ingleses no podrían circular libremente por Europa. Pablo Romero - EL TIEMPO