Viernes, 26 de Abril de 2024

La expresión extrema de una fórmula que adoptaron todos

ArgentinaLa Nación, Argentina 25 de mayo de 2020

Nuevediario ya tenía atrás más de tres décadas de historia televisiva cuando, en 1989, alcanzó su cumbre

Nuevediario ya tenía atrás más de tres décadas de historia televisiva cuando, en 1989, alcanzó su cumbre. Picos de rating increíbles para nuestros días (más de 45 puntos en algunas emisiones) y la consagración como el programa más visto ese año de toda la TV abierta de la Argentina.
En un país en el que las únicas marcas televisivas capaces de resistir al tiempo fueron siempre los noticieros, Nuevediario se había convertido en el monarca indiscutido del codiciado reino de las noticias. Había nacido casi al mismo tiempo que Telenoche, el único informativo de TV que conserva en 2020 su nombre original, y se había resignado en un buen tramo de esa historia compartida a ocupar un lugar subordinado en el desarrollo y la afirmación del concepto de show periodístico que desde 1966 comenzó a imponerse en la pantalla chica local.
Ese año había nacido también Nuevediario, que además de sus conductores tenía un plantel de columnistas estables. En el comienzo estaban Bernardo Neustadt, Mariano Montemayor y Santiago Senén González (luego convertido en uno de los más importantes estudiosos de la historia del movimiento obrero en la Argentina). En etapas posteriores ocuparon ese lugar políticos como Rafael Martínez Raymonda y Francisco Delich.
Pero con el tiempo, de la mano de la obsesiva búsqueda de la audiencia que el zar Alejandro Romay llevaba adelante desde la férrea conducción de Canal 9, Nuevediario terminó ganando otra batalla. La que más le importaba: el rating. Lo consiguió en aquella década dorada que arrancó en 1984, cuando Romay recuperó el canal que había perdido por la estatización forzosa impuesta desde 1974, cuando el gobierno peronista intervino los canales de TV privados. Esa hegemonía cedió con la llegada de Telefe noticias, otro de los éxitos de la gestión de Gustavo Yankelevich al frente de Telefe en los primeros años de la década del 90.
Siempre se habló del estilo frenético, ruidoso, sensiblero y con tendencia al amarillismo que caracterizó esa etapa. Los testimonios que acompañan el texto firmado por Pablo Mascareño son indiscutibles al respecto, pero también aportan algún matiz a esa caracterización cercana al estereotipo. En verdad, lo que hizo Romay con Nuevediario, de la mano de su gerente estrella de noticias Horacio Larrosa, fue llevar al extremo una fórmula que hasta hoy se impone en buena parte de los envíos informativos de los canales de aire.
Vivimos tiempos, es cierto, que no tolerarían la tendencia al grotesco y las exageraciones con las que Nuevediario se refería a ciertos aspectos de la actualidad. Pero la prolijidad formal de estos tiempos suele ocuparse de los mismos asuntos: el tratamiento muchas veces efectista y sobrecargado de situaciones muy sensibles para gente de extracción humilde, el reclamo a las autoridades de necesidades sociales imperiosas, un interés preferencial por las noticias policiales (cuanto más morbosas, mejor) y el tratamiento destacado de asuntos mundanos y frívolos.
También solemos ver en los noticieros cronistas indignados frente a las injusticias sociales y a los problemas que soporta a diario la gente. Solo que ninguno elige para hacerlo el modo estridente y las rústicas maneras de José Corzo Gómez, que editorializaba sobre las penurias del ciudadano de a pie (y especialmente de los jubilados) golpeando el escritorio con un gesto que se hizo popular de inmediato. Y encontró muy rápido más de un imitador.
"El matiz era la novela. La ficción dentro de la realidad. Si pasa una ambulancia y no está prendido el sonido, no se siente la sirena. Hay que recrearla en un montaje. Lo mismo en un tiroteo". Así describió Luis Pedro Toni en uno de los tomos de la muy documentada historia de la TV local escrita por Jorge Nielsen (La magia de la televisión argentina) el estilo de Nuevediario. Era un primer ensayo, estridente y presentado con tono de urgencia, de las dramatizaciones que hoy inundan los noticieros televisivos. Nuevediario es el fundador extremo y todavía no reconocido de los noticieros televisivos que vemos hoy, 30 años después de aquel momento de rating astronómico.

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