Viernes, 26 de Abril de 2024

Premio Turner: entre la estética y la contingencia

ChileEl Mercurio, Chile 12 de julio de 2020

El premio más mediático para el arte contemporáneo es esperado con expectación. Ha producido encendidas polémicas y consolidado a artistas como Anish Kapoor, Damien Hirst o Tracey Emin. Pero en 2019 se quebró la tradición: los participantes pidieron compartir el premio. Este año no hay Premio Turner. Se habla de una decadencia de él. Buscamos respuestas.

El tiburón disecado flotando en formol en una caja transparente, de Damien Hirst; la cama deshecha de Tracey Emin, o las recientes esfinges escultóricas de personajes sentados en un teatro protestando contra el capitalismo, de Oscar Murillo, han encendido polémicas. Pero también esas y otras obras premiadas o finalistas del Turner -que la Tate exhibe antes de elegir al ganador- han consolidado a sus autores en la escena internacional.
La lista de escogidos del Turner la integran celebrados nombres de hoy, como la dupla Gilbert&George; el artista y cineasta Steve McQueen (ganador del Oscar con "12 años de esclavitud"); Richard Long, Rachel Whiteread, Wolfgang Tillmans, Martin Boyce. El Premio Turner de artes visuales (re)descubre y pone en valor a un artista en la escena. Y es el premio también más mediático del arte que es aún emergente.
Fue creado por la Tate Britain, en 1984, en honor a J.W.Turner (1775-1851), el gran pintor británico que revolucionó la pintura de paisaje, fue también una figura controvertida en su tiempo y se adelantó al impresionismo e incluso a la abstracción. Es un premio, por tanto, contemporáneo e innovador. A partir del año 2016 ya no tiene límite de edad y está abierto a todos quienes vivan o trabajen en el Reino Unido. El jurado lo preside el director de la Tate Britain, junto a expertos del mundo de la crítica de arte, de la curatoría, galerías y de la literatura. Todos los años se elige a un solo ganador, aunque entre los finalistas haya artistas sobresalientes como Lucien Freud que no lo ganan. Pero el año pasado un hecho trizó su historia: los cuatro finalistas pidieron que el Turner fuera distribuido entre ellos. Y lo plantearon "en un frente unido para estos tiempos divididos". El jurado accedió. Este año no hubo reconocimiento. El director del premio y de la Tate Britain, Alex Farquharson, explica que por la pandemia decidieron otorgar becas a 10 artistas elegidos. Un hecho que levanta sospechas y se suma a una mirada crítica sobre el destino del premio. ¿Está en decadencia el Turner? O tal vez lo contrario. Junto a la directora del Centro Cultural La Moneda y curadora, Beatriz Bustos; el curador de arte y profesor, Pedro Donoso, y el crítico Waldemar Sommer intentamos responder parte de ello.
"Debe evolucionar"
Para Pedro Donoso, el Premio Turner tiene que evolucionar con los tiempos. "Posee una gravitación mediática que lo hace distinto a otros y se plantea con algún grado performativo. En ese sentido, está bien que vaya evolucionando y que acepte cambiar, desde la práctica del arte contemporáneo".
El Premio Nobel reconoce trayectorias, pero el Tuner es muy distinto. "Da a conocer artistas que están en un proceso serio, pero que son aún emergentes. Si uno mira la lista entre los premiados, por ejemplo, está Kapoor (1991), pero en ese momento no era el de hoy. El Turner es también responsable de premiar a un artista que funcione en la escena", precisa.
Ha lanzado a la escena a conocidos autores de la actualidad, en su mayoría. Muy pocos han caído en el olvido y hay quienes no requieren de una excesiva exposición en los medios para alcanzar la cumbre, como el pintor británico Howard Hodgkin (1932-2017), uno de los primeros premiados en la historia del Turner. "Pero el jurado va cambiando en sus percepciones y acuerdos. No es la Academia Sueca, de señores de pelo blanco sentados en unas mesas largas. El Turner está concebido como un premio más dinámico, que le da también un grado de espectacularidad", añade Donoso.
En ese dinamismo se insertaría el premio acordado a todos los finalistas en 2019: al británico de origen colombiano Oscar Murillo, al jordano Lawrence Abu Hamdan y a las inglesas Tai Shani y Helen Cammock. Pero las críticas -de expertos y medios internacionales, que van desde los diarios británicos hasta medios vecinos, como La Nación de Buenos Aires- apuntan a que se desplaza la finalidad del premio, que es destacar a un solo artista. Waldemar Sommer la comparte: "Hay que otorgar un solo premio, sino se desvirtúa. No obstante, no se puede decir que el Turner haya perdido su prestigio por ello, sigue siendo el Premio Turner".
Además, entre los fines del concurso está el abrir el debate por el arte. Y si se observan las listas de finalistas de su historia, siempre cuatro, se encuentran los más conocidos creadores de la actualidad. La polémica Tracey Emin, con su extravagante "cama", se dio a conocer como finalista. "Nunca ganó el premio", recuerda Donoso.
Uno de los pintores más importantes de los siglos XX y XXI, Lucien Freud, fue solo finalista, en 1988 y 1989. Y el notable pintor semiabstracto Howard Hodgkin fue finalista en el primer año del concurso, en 1984. También los brillantes hermanos Chapman -que protagonizan bienales con sus asombrosas instalaciones de miles de figuritas en paisajes bucólicos o en medio de batallas surreales- fueron finalistas. Se observa, desde hoy, que la mayoría de los participantes ha estado en niveles similares; por tanto, premiar a todos los participantes, al menos una vez, no parece una medida extrema.
¿Poesía o política?
La otra gran crítica es que el Turner estaría acogiendo propuestas que se han vuelto excesivamente políticas. El año pasado una de las obras premiadas fue la de Óscar Murillo, que incorpora esculturas (personajes), pintura, sonido y performance , y que reflexiona sobre su "experiencia de desplazamiento y las consecuencias sociales de la globalización". El artista, cuya primera intervención fue cubrir de chocolate una galería, expuso una fuerte crítica al capitalismo global y a las políticas migratorias. Lawrence Abu Hamdan, nacido en Amán y residente en Beirut, participó con una instalación con entrevistas a ex presos de la cárcel de alta seguridad siria de Saydnaya. Abordó las violaciones a los derechos humanos ocurridas allí. La inglesa Helen Cammot proyectó un video que "celebra el rol de las mujeres en el movimiento de derechos civiles en Irlanda del Norte, en 1968". Y Tai Shani expuso su trabajo teatral "sobre una ciudad de mujeres, en el que combina la historia con problemas contemporáneos", indica la Tate.
"Hoy es muy dificil aplicar un criterio completamente estético a las obras -opina Donoso-. El arte más contemporáneo es, en general, político. La obra de arte está también para atacar el statu quo , para cuestionar lo social".
Para la directora del Centro Cultural La Moneda, Beatriz Bustos, el objetivo principal del Turner es "recoger las dinámicas sociopolíticas de la época. El premio tiene que ver con la contingencia", afirma. Y en su recorrido por los últimos premiados, destaca a Lubaina Himid, en 2017, del Black movement , "artista y activista cuya obra se relaciona con la historia cultural e historias reclamadas". En tanto, entre los becados de este año 2020 -que están en la línea de los elegidos, según señala la Tate-, subraya que "abordan temas muy actuales de raza, colonialismo e identidad. Los artistas tienen una sensibilidad muy fina y con el tipo de investigación que hacen, logran penetrar bajo la superficie. El objetivo del premio es distinguir a aquellos que están vinculados con esos tipos de reflexión. Y si hay críticas hacia el Turner, que sí las hay, es porque no se ha sabido leer el sentido del premio y su relación con la contemporaneidad", señala Bustos.
Sin embargo, al observar a otros premiados de estos útimos años, hay artistas que sin dejar de ser contemporáneos, abordan lo plástico y estético, sin alusiones directa al arte político. Es el caso de la ganadora del Turner 2016, Helen Marten, una escultora y pintora inglesa que fue premiada a los 32 años "por sus cualidades poéticas y enigmáticas, y su experimentación de los materiales", según expresó el jurado. Y el trabajo de ella desafía igualmente al espectador al ser "puzles visuales poéticos". Ese mismo año participó Luke Fowler, y lo hizo con un videoarte sobre la vida del psiquiatra escocés R.D. Laing. "Las cuatro obras presentadas en 2016 negaron cualquier sospecha de que el Turner estuviera en decadencia", señaló el suplemento El Cultural del diario español El Mundo.
En esa misma línea contemporánea y más estética -no vacía de sustento conceptual- se inscribe el escultor Martin Boyce, quien ganó el Turner en 2011 con su "Homenaje escultórico al modernismo". Una instalación minimalista y de delicada belleza muy celebrada. Hay más ejemplos. Y si vamos a los inicios de la historia del premio, Hodgkin obtuvo el máximo galardón en 1985 gracias a su pintura, muy manual y matérica. Una luminosa y colorida obra - que inspira a escritores, como destaca el autor Julian Barnes- y a la vez innova en su tiempo. H. Hodgkin pintaba sobre el marco y salió con su brocha fuera de él.
Quiebre de la figura única
Y en cuanto a la idea del premio compartido, ello no solo se vio con el Turner, en el Reino Unido, sino que también en el prestigioso Premio Booker, en literatura. En 2019 fue otorgado, con polémica, a dos escritoras: a la reconocida Margaret Atwood y a la promisoria y original Bernardine Evaristo, la primera afroamericana en recibirlo.
Beatriz Bustos lo observa como "un fenómeno colectivo propio de los tiempos actuales, y en especial del arte contemporáneo reciente. Implica también un romper con la figura única de autor. Porque hoy los colectivos y el trabajo colaborativo en el arte, por ejemplo, con las comunidades, están tomando un gran sentido. Se han ido quebrando los supuestos acostumbrados de la práctica contemporánea. Incluso se podría proyectar el Premio Turner a una comunidad que trabaje en relación con una artista (como fue la muestra en el Cultural La Moneda sobre el trabajo que hizo la artista Josefina Guilisasti con artesanas de Quinchamalí).
"Hace años que están en crisis los conceptos y la relación entre arte contemporáneo y arte popular -subraya la curadora Beatriz Bustos-. Y el Premio Turner evoluciona con los conceptos de lo que son hoy las prácticas artísticas".
Para muchos curadores, como Bustos y Donoso, el objetivo principal del Turner es recoger las dinámicas sociopolíticas.
El Turner también premia a la poesía visual y a la estética, como lo hizo con la joven pintora y escultora inglesa Helen Marten, en el año 2016. Y con Martin Boyce.
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